Traducido del inglés por Carlos Valmaseda
El New York Times informa de que «Los Estados Unidos y Europa han lanzado un esfuerzo conjunto el martes con el objetivo de frenar la capacidad de Rusia de desarrollar nuevos recursos petrolíferos». Las nuevas sanciones negarían a Rusia el acceso a la tecnología occidental necesaria para acceder al petróleo polar y al de aguas profundas, asi como eltight oil producido mediante hidrofractura y perforación horizontal.
Es bueno saber que mucho petróleo ruso probablemente quedará en tierra en lugar de ser quemado en motores de coches y camiones rusos, chinos y europeos, añadiéndose al cambio climático global. Pero esa no es en realidad la intención de las sanciones. Evidentemente, el propósito es simplemente castigar a Vladimir Putin por resistirse a los intentos occidentales de rodear su país con bases de la OTAN y misiles. Por alguna razón inteligible solamente para los neoconservadores, el Washington con armas nucleares parece intentar provocar una gran confrontación con la Rusia con armas nucleares. Como justificación, se nos dice a los norteamericanos en términos inequívocos que Rusia está detrás del derribo del vuelo 17 de Malaysian Airlines -a pesar de una destacada falta de pruebas reales a este efecto (como el veterano periodista Robert Parry señala aquí).
Los analistas de política exterior en el Departamento de Estado pueden no comprender que la producción de petróleo rusa acaba de llegar a un pico post-URSS y empezará a disminuir de todas formas. El efecto de las sanciones será acelerar el declive ruso haciendo que suban los precios del petróleo tan pronto como el tight oil estadounidense llegue a su máximo y entre en una caída en picado inevitable en un marco temporal entre 2017 y 2020. Rusia, que seguirá siendo un exportador de petróleo para entonces, se beneficiará de precios de petróleo más altos (quizá cerca de lo suficiente como para compensar por la pérdida de la producción resultado de las sanciones). Pero los EEUU, que seguirá siendo uno de los principales importadores de petróleo, se enfrentarán a una repetición del shock petrolero de 2008 que contribuyó a su crash financiero.
No hay duda de que los expertos políticos del Departamento de Estado creen sinceramente el reciente bombo publicitario sobre Estados Unidos como una nueva superpotencia energética capaz de suministrar a Europa el petróleo y el gas natural necesarios para reemplazar las exportaciones de Rusia. Quizá los europeos son lo suficientemente locos para haber caído también en este delirio. Pero esto resultará ser una apuesta fuerte ruinosa. Uno solo puede esperar que todos los jugadores despertarán de estas alucinaciones antes de que el juego se vuelva realmente feo.