Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El intento de atentado del día de Navidad del nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab renueva la atención por Yemen como base del terrorismo internacional. Incluso si resulta que la historia del joven, no corroborada hasta ahora, sobre su visita a Yemen y la obtención de productos químicos explosivos resulta una fantasía; al Qaeda en Yemen y la reacción del gobierno de Sana’a (incluidos los ataques aéreos contra «bastiones de al Qaeda» del 17 y del 24 de diciembre, en los que murieron supuestamente 60 ‘militantes’) están ahora en las primeras planas.
El New York Times presenta a Yemen como un «Estado inestable con múltiples retos a la seguridad y un compromiso incierto de combatir a extremistas que ven sus principales enemigos en Occidente» lo que causa «desasosiego» a los responsables en EE.UU. Según Middle East News el jefe nacional de seguridad de Yemen, Mohamed al-Anisi, ha declarado que sus fuerzas cooperan con Washington en ataques contra presuntos campos de al Qaeda en el sur del país. (Un movimiento secesionista local, no relacionado con al Qaeda, limita particularmente el poder del Estado.)
El ataque más reciente en la provincia Abyan se proponía, entre otras cosas, matar a Anwar al-Awlaki, el clérigo nacido en EE.UU. quien, según se informa, correspondía por correo electrónico con el pistolero de Fort Hood, mayor Nidal Malik Hasan, y lo elogió posteriormente en su sitio en Internet. Pero amigos y parientes dicen que al-Awlaki, a quien funcionarios de EE.UU. califican de importante agente de al Qaeda, está libre y bien.
«Se piensa que el ataque aéreo también mató a Naser Abdel-Karim al-Wahishi, líder de las operaciones de al Qaeda en Arabia Saudí,» según Times Online. También parece quer mató a algunos niños, provocando un gran mitin en el cual miembros de al Qaeda hablaron abiertamente. Este vídeo de al Jazeera muestra la escena.
El Times informa de que mientras «Yemen ha sido siempre un caldo de cultivo de sentimientos antioccidentales… hace algunos años un grupo de insurgentes musulmanes de la línea dura en Yemen, de los que se dice que fueron responsables de los ataques contra el USS Cole en 2000 y el secuestro y muerte de turistas occidentales dos años antes, parecía haberse extinguido después de una violenta acción del gobierno. Sin embargo, este año apareció en Yemen un grupo que se llama Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP por sus siglas en inglés). Unió a yihadistas de Arabia Saudí con activistas locales y ha sido responsable, o ha influido en múltiples ataques en Oriente Próximo y más allá.»
Esto sugiere que las acciones del gobierno yemení emprendidas por orden de EE.UU. han producido una al Qaeda que no existía antes. No hay nada mejor que bombardeos aéreos o ataques con misiles para producir el odio radical y la cólera, que alimentan a al Qaeda.
Al Qaeda es un concepto así como una organización y parece concebida para alentar organizaciones que la imitan, como «Al Qaeda en Mesopotamia» otrora dirigida por el misterioso Abu Musab al-Zarqaui, Al Qaeda en el Magreb Islámico, y tal vez la difunta Ansar al-Islam en el Kurdistán iraquí. No tienen que tener contacto con un comando central, Osama bin Laden o el líder número dos de al Qaeda Ayman al-Zawahiri. Bin Laden ha comprendido hace tiempo que al atacar a EE.UU. en 2001 provocó una reacción estadounidense que refleja por completo la historia de violencia y racismo del país, que probablemente provocó más resentimiento musulmán, debilitó la seguridad de EE.UU. y validó su proyecto ante millones de personas.
Todos sabemos que el ataque a Iraq, basado en mentiras, no sólo produjo indignación global (no sólo entre musulmanes) sino que creó al Qaeda de al-Zarqaui. Hizo que al-Zarqaui, quien realmente tenía diferencias con al Qaeda, se le uniera y se proclamara al servicio de bin Laden. Semejantes noticias deben haber provocado un profundo placer al líder fugitivo, lejos, en su caverna. Aunque EE.UU. logró abrir una brecha entre los militantes suníes que se le oponen y al Qaeda, explotando el resentimiento popular contra el puritanismo de mano dura de esta última y sobornando a los primeros, está involucrado en una guerra impopular que ha matado a 4.371 soldados.
Ahora está enmarañado en una segunda guerra impopular, más dura que la primera. Afganistán ha sido una brillante historia de éxito para bin Laden. Sus aliados, los talibanes, resurgen, y afirman que controlan un 80% del país, y su vástago Tehreek al-Islam en Pakistán está causando dolores de cabeza a ese Estado laico.
En ese contexto apareció AQAP para desafiar al régimen yemení, explotar las divisiones étnicas en el país, provocar la sangrienta reacción de EE.UU. que por su parte provocará la cólera que se ve en el vídeo de al Jazeera. Todo tiene que ver con el ciclo de violencia: utilizar la tendencia a la fuerza de los estadounidenses para dividir el mundo entre musulmanes por un lado y fuerzas pro estadounidenses por el otro. Es la estrategia de al Qaeda por la resurrección del Califato y la destrucción de la nación responsable de tanto sufrimiento musulmán.
(Como muchos han observado, la cólera podría disminuir si se reduce el apoyo a Israel y su ocupación de tierra palestina, pero Obama ha mostrado que no le apetece tener una querella pública con los israelíes.)
Hay que considerar la historia de las relaciones de EE.UU. con Yemen posteriores al 11-S. El presidente Ali Abdullah Saleh, cuando le ordenaron estar «con nosotros o contra nosotros» cumplió una exigencia de EE.UU. y envió fuerzas gubernamentales a la aldea al-Hosun el 18 de diciembre de 2001 para intentar la captura del presunto miembro de al Qaeda Mohammad Hamdi al-Ahdal y otros veinte individuos. El intento fue un desastre; 18 soldados del gobierno murieron a manos de fuerzas locales, y murieron cuatro aldeanos, pero no capturaron ni eliminaron a ningún miembro de al Qaeda.
EE.UU. luego pasó a exigir que Yemen aceptara 200 entrenadores para el ejército yemení, cuyo despliegue se anunció el 3 de enero de 2002. Dick Cheney, después de reunirse con Saleh en marzo declaró que iban como respuesta a una solicitud del gobierno de Yemen. Pero el 11 de abril Saleh declaró a al-Jazeera: «En cuanto a los expertos estadounidenses en seguridad contra el terror y el equipamiento técnico, no somos nosotros los que los hemos solicitado. Es el gobierno de EE.UU. que dijo ‘demuestren su sinceridad y dejen entrar a los expertos’ así que los dejamos entrar.»
Mientras tanto el embajador de EE.UU. se comportaba como un administrador colonial, y planteaba más exigencias. Sólo días antes de la conversación de Cheney con Saleh el gobernante General People’s Congress (GPC) acusó al embajador de EE.UU., Edmond Hull, de «interferir» en los asuntos internos y amenazó con expulsarlo. «Desde que fue nombrado (septiembre de 2001), el embajador Edmond Hull se ha comportado como un alto comisionado, no como un diplomático en un país que se opone a toda forma de interferencia» por un Estado extranjero, dijo el semanario Al-Mithaq.
«Edmond Hull adopta una conducta muy altanera, muy alejada de sus deberes diplomáticos, cuando habla con ciertos responsables yemeníes,» agregó el periódico. Al-Mithaq instó a Hull a «respetar a Yemen para no convertirse en persona non grata.»
Podría haber agregado, y para no convertirse en un reclutador para al Qaeda. Un grupo llamado «Simpatizantes de Al Qaeda» apareció, por lo visto espontáneamente en abril de 2002 y comenzó a realizar atentados con bombas que habían disminuido unos años antes. Pero en cierta forma al Qaeda ha vuelto de verdad. Muchos de sus militantes son de Arabia Saudí y hay informes de que centroasiáticos son enviados a Yemen, pero tienen que trabajar con simpatizantes locales. ¿Qué crea más simpatizantes que asesinar con misiles a niños?
Ocho años después de que Bush-Cheney exigieron y recibieron cooperación yemení en la «Guerra contra el Terror» Yemen y la vecina Somalia se están convirtiendo en un centro de al Qaeda. Algo funciona mal.
O más bien, las cosas funcionan bastante bien para bin Laden y su causa.
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Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y profesor adjunto de Religión Comparativa. Es autor de «Servants, Shophands and Laborers in the Cities of Tokugawa Japan»; «Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan»; e «Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900». También colaboró con la despiadada crónica de CounterPunch sobre las guerras en Iraq, Afganistán y Yugoslavia: «Imperial Crusades.» Para contactos escriba a: [email protected]