Los hermeneutas de la noche, como Walter Benjamin evocado siempre cuando se habla del papel de Alemania en el siglo XXI, saben muy bien, que la interpretación de la historia -lejana o contemporánea- es parecida, a la labor del criptógrafo cuando descifra un jeroglífico. Durante la reciente reunión del G7, celebrada los días 7 y […]
Los hermeneutas de la noche, como Walter Benjamin evocado siempre cuando se habla del papel de Alemania en el siglo XXI, saben muy bien, que la interpretación de la historia -lejana o contemporánea- es parecida, a la labor del criptógrafo cuando descifra un jeroglífico. Durante la reciente reunión del G7, celebrada los días 7 y 8 de junio, en los Alpes Bávaros, ocurrieron simultáneamente muchos acontecimientos que suscitan importantes interrogantes sobre la gobernabilidad y la seguridad mundial: ¿Obama se plegó a la ruta de Minsk planteada por Merkel, Holland y Putin, respecto al conflicto en Ucrania?, ¿Alemania empujará a Grecia fuera la Unión Europea?, ¿hay un vacío en el liderazgo mundial?, y si, ¿la indemnización que pagará el G7 a las costureras de Rana Plaza representa un triunfo de las redes de solidaridad mundial?
Estados Unidos se pliega a la ruta alemana
David M Herzenhorn señala en «A Diplomatic Victory, and Affirmation, for Putin» (The New York Times, 15/mayo/15) que John Kerry arribó al balneario de Sochi, en el Mar Negro, tres días después del desfile del día de la Victoria sobre el nazismo. Su visita fue interpretada como una rama de olivo, con la que Obama reconoció el triunfo ruso. Las sanciones contra Rusia trastocaron su economía, pero el país se ha mantenido a flote, y así seguirá, pues está en curso una reflotación paulatina de los precios del petróleo y están funcionando las contramedidas rusas que han puesto en jaque a muchas empresas europeas. En Ucrania el cese al fuego es un hecho en la región oriental, la presión contra Pedro Poroshenko (llamado por Fidel Castro, el rey de chocolate) aumenta, el gobierno central ha sido incapaz de revertir la autonomía de Donetsk y Luhansk, virtualmente autorizada por Alemania y Francia. Aunque el ciclista John Kerry justificó su viaje al Mar Negro, para explorar medidas de colaboración en Siria, la verdad, dice Henzerhorn, es que Rusia ocupa un lugar geoplíticamente relevante en temas como: el programa nuclear de Irán, la lucha contra ISIS en Siria, y la mediación en Yemen, pero, lo principal, es que respecto a Ucrania, Rusia está dispuesta en Ucrania a gastar lo que sea necesario, escalar la guerra, y sacrificar todas las vidas que sean necesarias: Estados Unidos no piensa arriesgar tanto. De hecho, según la nota «Le G7 inflexible avec Moscou sur l’Ukraine» publicada por el diario existencialista Liberación , según la cual, al concluir la cumbre, la Casa Blanca afirmó estar de acuerdo con Berlín, respecto a que solo podrían levantarse las sanciones si la Federación Rusa cumple cabalmente con los acuerdos de Minsk, es decir que Estados Unidos se suma a la ruta alemana .
Shäuble: Los jubilados deben morir de hambre
Según la nota de Peter Muller et all, «Brewing conflict over Greece. Germany’s Finance Minister Mulls Takong on Merkel» (Der Spiegel, 6/jun15) Wolfgang Säuble, el ministro de finanzas alemán, ha perdido la esperanza de encontrar una solución al problema griego que no sea su expulsión de la Unión Europea, y a sus 73 años, ha perdido también las ganas de disimular sus diferencias con Angela Merkel, la princesa elegida por Helmuth Kohl para sucederlo. Merkel enfrenta una situación enmarañada: debe valorar entre la economía alemana y la viabilidad de la Unión europea. Si Grecia sale de la zona euro, podría caer en brazos de Putin, o convertirse en un estado canalla. La salida de Grecia podría enloquecer los mercados. Durante el último encuentro entre Shäuble y el ministro griego de economía Vanis Varoufakis, el heleno le espetó: no crearemos nuevos impuestos, ni cortaremos 5 mil millones de euros a las pensiones. The Guardian: Una foto familiar tipo Demonios en el jardín
En la película española dos hermanos franquista y republicano se pelean y se apuñalan, pero acuden cubriendo sus heridas y sonrientes a tomarse abrazados la foto familiar: algo similar ocurrió en Baviera. Para Larry Elliott, «Scrap the G7 and its summit – it is hopeless, divided and outdated»: la anfitriona dijo que las potencias estaban más unidas que nunca, pero la verdad es que e l G7 no se puso realmente de acuerdo en ningún punto de la agenda mundial que incluye: la guerra del Peloponeso, el conflicto militar en Ucrania; el financiamiento y los objetivos del desarrollo global, la mitigación del cambio climático; y la debilidad de la economía mundial. En la actualidad, dice Ellyot, el Presidente de Estados Unidos parece incapaz de salir de una cumbre con un resultado claro. Por su parte, Alemania se mostró como un acredor inflexible, no dará ningún respiro a sus deudores: quiere convertir en faquires a los herederos de Pericles.
Liberación: La élite se esconde en un castillo
Kate Connolli apunta en «Merkel welcomes Obama with beer and sausage breakfast before G7 summit» (The Atlantic) que Merkel recibió a Obama con una fría cerveza bávara weissbier, preparada por Victoria Schubert , sonidos de cuernos alpinos, salchichas weisswurst y hombres en trajes típicos de cuero. Para Hélène Despic-popovic «Casse-tête au sommet du G7» (Liberation, 7/junio/15) la élite mundial se escondió en un castillo para evitar el acoso de los activistas ambientales. El vigoroso movimiento social europeo trató de brincar los fosos y recibió los toletazos de los robocops alemanes. En la declaración final, el G7 no adoptó ninguna medida seria para promover los derechos laborales, mejorar las condiciones de trabajo y proteger al medio ambiente, y se limitó, a felicitar quienes han desarrollado aplicaciones cibernéticas para informar a los consumidores sobre productos elaborados sin explotación. Sin embargo el movimiento laboral obtuvo un triunfo simbólico. En Bangladesh, en abril de 2013, un edificio de 8 pisos llamado Rana Plaza, se colapso y cobró la vida de 1187 costureras sobrexplotadas en talleres clandestinos en los que se producía ropa para Benetton, The Children Place, Dressbarn, Mango, Monsoon, Primak y El Corte Inglés. Las víctimas recibirán una indemnización de 30 millones de euros.
En el libro «Ay Europa», Junger Habermas afirma que Heidegger representa una tradición aristocrática alemana que se arroga un acceso privilegiado a la verdad; cuando deberíamos buscar un lenguaje más modesto, destinado a enmarcar las sorpresas que nos provoca el mundo y a practicar una incesante autotransformación de nosotros mismos como sujetos activos, autónomos y creativos, capaces de intervenir en mundo hipercomplejo.
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