De la vitrina del Caribe a la Grecia del Caribe. El estatus de Estado Libre Asociado es el quid. Las políticas neoliberales, lastre de Washington Puerto Rico enfrenta la llamada amenaza del default porque su deuda pública interna alcanzó los 73 mil millones de dólares. Como la deuda de Grecia -y la de otros tantos […]
De la vitrina del Caribe a la Grecia del Caribe. El estatus de Estado Libre Asociado es el quid. Las políticas neoliberales, lastre de Washington
Puerto Rico enfrenta la llamada amenaza del default porque su deuda pública interna alcanzó los 73 mil millones de dólares. Como la deuda de Grecia -y la de otros tantos países víctimas del neoliberalismo- la suya resulta impagable. Hablando del país heleno, por cierto la situación de los puertorriqueños es similar a la de aquellos porque éstos están tan colgados del sistema financiero estadounidense, como aquéllos de la Troika. Por lo tanto, atados de manos, los unos y los otros.
Valga por cierto la siguiente aclaración. Que si en Grecia Syriza hubiese sentado las bases en 2015 de una negociación alternativa moderna, digna, capaz de enfrentar al poder financiero global en esta faceta de crisis, otra cosa sería para países como Puerto Rico y los «emergentes» que orbitan en el círculo periférico de la Unión Europea; decíamos, Italia, España, Portugal, Irlanda, Chipre, etc. Por cierto que The Economist calificó recién a Puerto Rico como la Grecia del Caribe.
Esto es, a los puertorriqueños ya los alcanzó el destino de la descomposición neoliberal. El país que a mediados del siglo XX era presumido por EUA como «la vitrina del Caribe», la cristalería se le empañó al paso de pocos años. Las trampas que fueron impuestas a los países «en desarrollo» a partir de los años 80, mediante los organismos financieros internacionales (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional), como solución a los problemas del endeudamiento público han estallado por las políticas de ajuste estructural que dan cuenta de la privatización de los servicios públicos, de la desregulación y el abandono del Estado a sus responsabilidades sociales, como es el caso de la destrucción de los derechos de los trabajadores.
Un problema en Puerto Rico que pasa por su calidad de Estado sui generis, que ni es independiente (ni «pertenece a»), ni es («parte de») una estrella más de la «unión americana», por su estatus jurídico como «Estado Libre Asociado», que entró a esta trampa del «libre mercado» por la vía de las calificadoras que operan desde Wall Street, la Standard & Poor y Moodys, quienes exigieron las medidas de cambio estructural a los sucesivos gobiernos («gobernadores»), desde Pedro Roselló, Sila María Calderón a Anibal Acevedo Vilá. Este es el principal motivo, así opina más del 50% de los puertorriqueños, del desastre: la calidad de Estado Libre Asociado.
Así, del problema de la deuda interna de Puerto Rico se viene hablando desde 2005, y ha hecho crisis ahora que está en los 73 mil millones de dólares. Una deuda que los puertorriqueños no quieren y tampoco pueden pagar, exigen a su gobierno recular porque de lo contrario las medidas de austeridad obligatorias redundarán en mayor pobreza.
Un artículo de Forbes de 2013 titulado «Cómo Wall Street se ha beneficiado de la miseria de Puerto Rico, reporta que ‘las tarifas cobradas fueron mayores que las calculadas en otros estados y ciudades con problemas financieros de EUA. De hecho, de acuerdo con Reuters, a los bancos como UBS, se les pagaron en promedio márgenes brutos de un 31% más alto que los márgenes cobrados a Detroit’. El artículo concluye con lo que también se puede concluir ahora: ‘Para entender como Puerto Rico está en tales condiciones extremas, simplemente siga el dinero de Wall Street’ (Forbes.com). Hoy, el gobierno de Puerto Rico se encuentra en bancarrota y sin ningún crecimiento económico. A pesar de haber implantado medidas desesperadas para balancear el presupuesto desde incluso antes de la crisis económica de 2008. Medidas como la imposición de impuesto de ventas en 2006, los despidos de empleadas/os públicos en 2009, la reforma de pensiones en 2013, hasta el nuevo impuesto a la gasolina y reciente IVU (impuesto de ventas y uso) entre otras. Nada ha mejorado la economía y el gobierno se encuentra sin posibilidades de continuar los pagos a la deuda» (http://bit.ly/1LMLKTw).
Los delincuentes de Wall Street han puesto a los puertorriqueños entre dos extremos: la subordinación «colonialista» donde el estatus político les impide «declararse en bancarrota y reestructurar su deuda», y; el lastre que no les permite otra salida que la austeridad. Encaminados hacia el desastre. A no ser que sucedan dos cosas importantes: se deslinden de su calidad sui generis, circunstancia que llevaría tiempo puesto que tendría mínimamente que pasar por el Congreso estadounidense -y éste es hostil a los rescates, como lo reconoció el Washington Post el noviembre de 2013 (citado por IADE: http://bit.ly/1geRAl9), o que el gobierno de Alejandro García Padilla se pongas las pilas con sus acreedores.
Desde esta cara de la moneda, hay tres posturas: aquellos titulares de fondos de deuda, los de mayor porcentaje, Oppenheimer Funds y Franklin Templeton, inversores de largo plazo son quienes se oponen a la reestructuración y a los retrasos; otro, el segundo grupo, que acepta la moratoria pero no la quita; y el último que está por la reestructuración, pide reforma del sector público, y alega que el pago de la deuda tiene garantía constitucional.
García Padilla aceptó en junio pasado: «Mi administración está haciendo todo lo posible para evitar el impago, pero tenemos que hacer que la economía crezca. Si no, estamos en una espiral mortal». Y adelantó que se buscarán concesiones «significativas» de todos los acreedores posibles, lo que al mismo tiempo provocaría el «emplazamiento de algunos pagos hasta cinco años». Pero en ese proceso, que se sepa, todavía no entra el gobernador en turno.
Entretanto los puertorriqueños han aparecido en las calles para protestar contra el pago de la deuda; mejor dicho, las medias de austeridad, que pasan por el aumento del llamado Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU), un IVA que no progresó, el recorte en los gastos del gobierno que le pegan a los servicios sociales, y por el no pago de lo impagable. Sí que la tiene difícil, no Padilla sino el pueblo que no tendrá opciones prontas y expeditas; todo lo contrario, lastres al cuello como herencia de sus últimos gobernantes. ¿En dónde quedó la vitrina caribeña que presumía Estados Unidos? En puerto pobre han convertido a su «Puerto Rico». Pero eso sí, también en marzo pasado se anunció el arribo de «siete generales», entre ellos jefes de los comandos Norte y Sur, para emprender «maniobras militares» (fuente: http://bit.ly/1Kt2Vuw). ¿Con qué fin?, ¿trampolín militarista caribeño?
Los gobernantes de los países «en desarrollo» que terminan dando la espalda a sus pueblos, aceptando, suscribiendo e imponiendo a su gente las políticas neoliberales derivadas de los organismos financieros que responden a los intereses de Washington, son por lo menos: traidores, corruptos, serviles del imperio, políticos sometidos y vendepatrias que luego quedan impunes -los robos resultan depósitos en bancos extranjeros; también representan negocio, y quienes ganan festejan desde el sector financiero internacional-. La mayoría por imposición, unos cuantos por ignorancia y no faltan aquellos por ilegitimidad; es decir, quienes pierden en las urnas pero ganan con el apoyo desde el exterior. Y Washington sabe cómo convertir eso en un negocio redituable.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.