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Ricardo Alcorta y el cambalache

Fuentes: Semanario 7 Dias

El Plenario Departamental del Frente Amplio se dispone a proclamar tres candidaturas para las municipales de mayo. De un plumazo, o mediante la indignidad de un sorteo, borrarán uno de los principios fundamentales de la izquierda. Olvidan que cuando en 1971 se estableció la necesidad de luchar por candidatos únicos tanto a nivel nacional como […]

El Plenario Departamental del Frente Amplio se dispone a proclamar tres candidaturas para las municipales de mayo. De un plumazo, o mediante la indignidad de un sorteo, borrarán uno de los principios fundamentales de la izquierda. Olvidan que cuando en 1971 se estableció la necesidad de luchar por candidatos únicos tanto a nivel nacional como departamental, primaba el principio de la transparencia electoral.

Es decir, el elector debía tener la certeza que votaba a A y salía A, y no C. El FA siempre quiso elecciones internas como forma de fortalecer la democracia en los partidos políticos. La última reforma constitucional las consagró. Sin embargo, aquí el que ganó no ganó porque un organismo interno se dispone a burlarse de los electores. Y no pasa sólo en el FA. Enrique Antía no figuró en ninguna lista y sin embargo es candidato puesto. En fin, se dirá que la Constitución lo permite.

Como sea, la izquierda discute hoy como plagiar a sus votantes y se da como seguro que los candidatos serán el que ganó las internas (Darío Pérez), el que entró segundo (Oscar de los Santos) y el que entró cuarto (Ricardo Alcorta). No quiero ingresar en el análisis de la condición humana, de la que sabiamente hablaba Malraux, por no mencionar el cúmulo de ambiciones personales que rodea esta decisión. Sólo voy a referirme a la ética política que se nos propone.

«Todo gobierno – decía Platón en su República – debe ser imagen de la justicia. Aun cuando los hombres no puedan alcanzar la perfección, cuanto mas se aproximen al modelo que se propongan, serán mejores. La aristocracia, que se dice fundada en la virtud, está expuesta a la ambición y la intriga; en las oligarquías, el oro lo es todo y la virtud nada; la democracia se funda en la licencia más que en la libertad. Es pues preciso, buscar instituciones tan sabias que inspiren a todos los hombres el deseo de ser virtuosos y tan fuertes que les impida ser malvados».

Pues Platón, que debería ser más conocido por los dirigentes políticos, nos propone preguntas de tono existencial : ¿puede alguien creer que llevando a Ricardo Alcorta como candidato se busca fortalecer a la institución Intendencia? ¿puede alguien creer que con un ex funcionario de la dictadura militar, que no se arrepiente de su pasado, se inspirará a los ciudadanos de Maldonado para no ser malvados? ¿puede alguien creer que con un ex jerarca de uno de los gobiernos más corruptos de la historia departamental se inspirará a los ciudadanos a ser más virtuosos?

«Tuve el placer de trabajar con los coroneles Amado y Curutchet», afirmó Alcorta el viernes 15 de octubre en FM Gente. Algo que no se han animado a decir públicamente ni los más estrechos colaboradores de la dictadura. ¿Este hombre califica para candidato de la izquierda? Y no se lo pregunto a los dirigentes, se lo pregunto a usted votante, militante frenteamplista. ¿Es que van a permanecer callados e impávidos aceptando tácitamente esta inmoralidad política?

El general Fernan Amado, del que Alcorta era un funcionario de confianza, asumió como intendente interventor en 1976. El 2 de enero de ese año fue secuestrado en pleno centro de Maldonado, el edil Horacio Gelós Bonilla. Luego salvajemente torturado, asesinado y desaparecido en el Batallón de Ingenieros de Combate Nro. 4 de Laguna del Sauce. Allí revistaba y torturaba el capitán Dardo Barrios, luego funcionario del gobierno de Domingo Burgueño, que también integraba Alcorta. El mismo gobierno que también integraba José Luis Braga, médico militar en el mismo batallón donde murió Gelós y asesinaron a Eduardo Mondello.

En 1976 fue detenido por segunda vez el general Liber Seregni, quién estuvo varios meses en el cuartellilo de Maldonado frente a la plaza donde hoy se encuentra el Paseo de San Fernando, atado con alambre junto al dirigente comunista Sócrates Martínez. Entre los años1976 y 1982, cuando Alcorta «tenía el placer de trabajar con los generales Amado y Curutchet», la dictadura se llevó presa casi al diez por ciento de la población que entonces tenía Piriápolis. Mientras militares uruguayos y argentinos secuestraban en Punta del Este, en el marco del Plan Cóndor, a dos ciudadanos argentinos.

Fueron esos los años de la más dura represión en todo el país, la gente estaba aterrorizada. Pero claro, Alcorta no sufría, porque «tenía el placer de trabajar con ellos». También sufría en el exilio Wilson Ferreira Aldunate, a quién el contador reconoce como su mentor, recorriendo el mundo para exponer las lacras de la dictadura y luchar fervorosamente por la reinstitucionalización.

Le pregunto nuevamente a los votantes, a los militantes frenteamplistas: ¿alguna vez lo vieron a Alcorta luchando por la democracia? ¿lo vieron en alguno de aquellos pequeños actos que frentistas, blancos y colorados organizaban juntos contra la dictadura en 1983 y 1984? ¿lo vieron en alguna de aquellas tantas reuniones clandestinas en las que participaba Miguel Galán, Roberto Chiachio o Andrés Fernández Arosteguy? ¿o en aquellas otras en las que estaba Enrique Antía?

Cuando volvió la democracia, la primera noticia que se tuvo de Alcorta la llevó el entonces edil del PGP, Juan Carlos Castro, a la Junta Departamental. Con fotos y documentos demostró que el contador – entonces Director de Hacienda municipal – empleaba camionetas oficiales para trasladar mercadería a su supermercado de Pan de Azúcar.

Como Director de Hacienda hizo oídos sordos a las múltiples denuncias por actos de corrupción cometidos en su gobierno. Ni Puntabus, ni la anulación por el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la licitación adjudicada a Benito Roggio para la recolección de residuos; ni el exorbitante costo del estadio municipal; ni la adjudicación de líneas a Maldonado Turismo, merecieron un comentario de Alcorta. Tal vez tuviera comentarios que hacer si se investiga el costo del puente construido en el kilómetro 110 o por qué razón Burgueño dijo al asumir su segundo gobierno que el «estado de las finanzas era preocupante».

Tendría que explicar también por qué razón le canjeó a Heber Belino por publicidad una deuda de 60.000 dólares en Contribución Inmobiliaria; o por qué decidió enviar a España, a costo del municipio, a una delegación de casi 100 personas, la mayoría periodistas del departamento, para un congreso de COTAL.

En 1998, después de la muerte de Burgueño, Camilo Tortorella contrató al contador por 50.000 dólares al año como Director de Obras. Tan patético como las recientes críticas del patético ex intendente, calificado por los propios blancos «como el último chiste de Domingo Burgueño». Alcorta creyó que denunciando a Antía como corrupto bastaba para limpiar su pasado. Aún así y a pesar de todo lo que dijo en la campaña para las municipales del 2000 le dio sus 10.000 votos para un nuevo triunfo nacionalista.

Si la izquierda pretende dar un mensaje de transparencia futura, éste es el peor de ellos. Es la filosofía del cambalache. El mensaje que surge no deja margen a dudas: de nada vale una construcción de vida si cualquier cretino se acuesta pérfido y por «la magia» de eso que llaman realismo político, se levanta noble. Así no se alienta ningún cambio en la ética social.

Somos muchos los que nos negamos a dejar que «la biblia sea lo mismo que el calefón». Y por lo tanto, de persistir en esta propuesta, los dirigentes no dejan otro camino que el voto en blanco.