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América Latina-UE: Sombras laborales

Fuentes: IPS

El comercio con la Unión Europea (UE) no ha producido mejoras significativas en el mercado de trabajo de América Latina, pese a que el volumen de ese intercambio se ha duplicado entre 1990 y 2007, según una investigación realizada por dos académicos chilenos. La UE es el primer inversionista en la región, con las empresas […]

El comercio con la Unión Europea (UE) no ha producido mejoras significativas en el mercado de trabajo de América Latina, pese a que el volumen de ese intercambio se ha duplicado entre 1990 y 2007, según una investigación realizada por dos académicos chilenos.

La UE es el primer inversionista en la región, con las empresas trasnacionales españolas a la cabeza, y su segundo socio comercial, después de Estados Unidos, aunque ese lugar es disputado crecientemente por China.

A su vez, América Latina vende a la UE básicamente recursos naturales y ha recibido varias compañías europeas, que participan en la banca y en empresas privatizadas de servicios públicos básicos, como electricidad y gas, además de inversiones en minería y otros sectores de exportación.

El primer país latinoamericano en firmar un Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación con el bloque europeo fue México, en 1997, seguido por Chile en 2002.

Las negociaciones con el Mercosur (Mercado Común del Sur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela en proceso de adhesión plena, comenzaron en 1999, pero se mantienen paralizadas hasta hoy por estar supeditadas a los resultados de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio.

En estos momentos, el bloque europeo mantiene tratativas con Perú y Colombia, además de América Central.

«El volumen del comercio» interregional se duplicó en el lapso estudiado, pero lo hizo más lentamente que el resto del mundo y estuvo lejos de seguir una tendencia lineal y ascendente», señala el libro titulado «Las relaciones económicas entre Unión Europea-América Latina y sus impactos en los mercados laborales (1990-2007)», de Claudio Lara y Consuelo Silva.

El valor del comercio se elevó desde 86.080 millones de euros (unos 116.000 millones de dólares) en 2003 a 157.823 millones de euros (213.000 millones de dólares) en 2007, acota la investigación realizada por pedido de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas y presentado el 1 de este mes en Santiago.

Los principales socios comerciales de la UE en América Latina son, en orden de importancia, Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, que en conjunto suman 80 por ciento del comercio total de ambos bloques.

No obstante estos indicadores, Lara y Silva plantearon a IPS que las repetidas promesas asociadas a la apertura económica y a la llegada de inversión extranjera directa, como más y mejores trabajos, no se han cumplido.

Aunque para los autores no fue fácil diferenciar los impactos laborales específicos de la relación con la UE de la de los demás bloques económicos, concluyeron diversas consecuencias negativas.

Primero, que en el periodo analizado se ha «reducido significativamente» el empleo «transable», que comprende los sectores agropecuario, silvícola, pesquero, minero y manufacturero, pese a la importante inversión europea en el área de exportaciones.

Por el contrario, hubo una fuerte expansión del empleo terciario o la subcontratación vinculada a los servicios, la cual es resistida por trabajadores y trabajadoras que la asocian a precarización laboral y debilitamiento de la sindicalización.

En el libro, los autores incluyen denuncias de prácticas antisindicales en empresas europeas como Endesa, Edelnor y Unión Fenosa.

La inversión extranjera ingresa a la región principalmente a través de adquisiciones o fusiones de empresas, cuestionó Lara, director académico del Magíster en Economía de la Escuela Latinoamericana de Estudios de Posgrado de la privada Universidad Arcis.

«A la hora de ver la tasa de inversión o el ahorro del país te das cuenta que el aporte de la inversión extranjera es casi nulo o puede ser incluso negativo», aseguró.

La gran penetración de capitales europeos ha promovido una fuerte expansión del sector financiero en la región. Este proceso de «financiarización» «atenta contra un mayor desarrollo de la ‘economía real'», y la creación de empleos, enfatizó Lara.

La especulación implica que «estas empresas están en un constante ajuste, tendiendo a practicar mucho la externalización o subcontratación, la flexibilidad laboral y la precarización», aseveró.

Las grandes firmas trasnacionales europeas «operan como conglomerados», con presencia en diversas áreas, y «gran parte de su inversión pasa o tiene como puentes los países del Caribe, llamados ‘paraísos fiscales'», aseguró el economista.

En el lapso considerado también se identificaron pérdidas en los salarios reales de los trabajadores latinoamericanos, ubicándose por debajo del crecimiento del producto interno bruto y de la productividad.

Entre 1995 y 2006, cinco de los 11 países comparados registraron una pérdida en sus salarios promedios reales. Se trata de Argentina, Brasil, Panamá, Paraguay y Uruguay, según datos de 2008 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) citados en el documento. El resto registró estancamiento o aumentos ínfimos.

«En general, lo que han hecho las empresas europeas es asentarse en un país y adaptar sus políticas a las realidades nacionales», sin importar si éstas son precarias o no, dijo a IPS el secretario ejecutivo de la Fundación Instituto de Estudios Laborales de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, Roberto Morales.

Un informe del no gubernamental Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa de España, basado en encuestas y publicado en marzo, concluyó que «las empresas españolas en América Latina deben mejorar su comportamiento social en lo que se refiere al respeto de los trabajadores y trabajadoras». En mayo se realizará en España la VI cumbre bianual entre la UE y América Latina.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95054