Los documentos filtrados sobre la guerra en Afganistán en Wikileads muestran episodios diarios de una guerra con la que se manipula mucho. Contribuyen a darnos una imagen de lo que allí sucede cubriendo de enero del 2004 a diciembre del 2009, incluso si no sabemos exactamente quien los ha filtrado ni que agenda pueda tener. […]
Los documentos filtrados sobre la guerra en Afganistán en Wikileads muestran episodios diarios de una guerra con la que se manipula mucho. Contribuyen a darnos una imagen de lo que allí sucede cubriendo de enero del 2004 a diciembre del 2009, incluso si no sabemos exactamente quien los ha filtrado ni que agenda pueda tener. De todas formas los documentos han puesto de nuevo la mira en Afganistán, y colaboran informándonos sobre la guerra que experimentan los soldados diariamente y sufren los afganos en su carne. Información sobre los asesinatos a civiles, incluso niños, socava siempre esa imagen de «guerra controlada» que venden las fuentes oficiales. Sale a la luz algo que si bien no es totalmente un secreto ha sido cuidadosamente ocultado, y esas críticas que se ha tratado siempre de desacreditar. [1]
Son 90 mil archivos de incidentes y reportes de inteligencia que exponen de una forma medianamente creible la realidad terrible de esta guerra. Se confirma la existencia de unidades secretas de fuerzas especiales (como la Task Force 373) con misión de «cazar» líderes talibanes para apresarlos sin juicio o asesinarlos según convenga. Y si hablar de fuerzas especiales no es particularmente problemático para el comando de los EEUU donde la doctrina de contrainsurgencia (COIN) es totalmente dominante, puede que al menos si sea problematico para los europeos y canadienses. Según Stephen Flanagan, del Center for Strategic and Internacional Studies, «algunos detalles de las operaciones de las fuerzas especiales se suman a las dudas europeas sobre la estrategia de la OTAN.» [2] Flanagan nota que los europeos no están cómodos con que se haga público su papel en relación a la existencia de fuerzas especiales que transforman la guerra, promocionada como de ayuda y democratización, en «guerra sucia.» En Inglaterra, por ejemplo, el Comité de las Cámara de los Comunes ampliará debido a los documentos su investigación sobre la guerra para examinar si es realista esperar hasta el 2015 para retirarse o si es necesario comenzar la retirada este próximo año.
En su artículo, El gran mito de la Contra-Insurgencia, Conn Hallinan plantéa que el dominio de COIN en el Pentágono y Washington es problemático. Tanto McChrystal (el comandante ido) como Petreous (el comandante entrante) se identifican con COIN – McChrystal estuvo incluso a cargo de los escuadrones de la muerte de las fuerzas especiales en Iraq. Para Hallinan, sin embargo, este no es necesariamene el mayor problema de la guerra, el mayor problema es su precio, que va en aumento y llegará el momento no se podrá pagar. En el pasado los viejos poderes imperiales y los EEUU, dice, podían hacer la guerra sin comprometer su futuro pero hoy ya no es así: «Es por eso que EEUU ha gastado 300 mil millones de dólares en su Guerra contra Afganistán, y gasta actualmente 7 mil millones al mes. Mientras, 32 estados americanos caminan hacia la insolvencia y 15 millones de personas han perdido su trabajo. Como dijo Nancy Pelosi al Huffington Post, ‘No puede ser que tengamos una agenda doméstica que sea la mitad del presupuesto de defensa.’ « Hallinan plantéa que siempre los imperios han tenido que elegir, y algunos, como es el caso de los holandeses en el Sureste Asiático, eligen retirarse con gracia. Mientras que otros persisten caprichosamente en mantener el control, buscando eternamente la fórmula militar que los mantenga dominantes. Pero, explica, «la caída ha de ser considerablemente más dura y la elección es nuestra.» [3]
Puede que los europeos sean mas hábiles en identificar el fin de un imperio, que vean más claramente el balance de costos (no sólo en dinero) y actúen con mayor cuidado. Holanda acaba de retirar sus tropas y en Alemania el Partido de la Izquierda, partido de oposición, ha renovado su llamado a retirar las 4500 tropas alemanas de Afganistán argumentando que los documentos muestran claramente las razones por las que Alemania no debe seguir involucrada allí. Hans-Christian Ströbele, del Partido Verde alemán y miembro del Comité de Asuntos Extranjeros del Parlamento, también hizo hincapié en las muertes de civiles y el uso de fuerzas especiales caza-insurgentes como fundamental en su argumento en favor de retirar las tropas alemanas. Este no es el mandato de las tropas de su país, ha dicho. [4]
Para Rachel Reid, investigadora de Human Rights Watch sobre la situación en Afganistán, las muertes de civiles mencionadas en los documentos filtrados «traen a la luz lo que ha sido una tendencia consistente en las fuerzas de los Estados Unidos y la OTAN: el ocultamiento de las muertes de civiles.» Según Reid estos incidentes continúan hoy y «a pesar de que numerosas directivas tácticas ordenan investigaciones transparentes cuando mueren civiles» ella misma ha investigado casos en meses recientes donde esto no sucede. [5]
Un asunto que también emerge de los documentos es la creciente importancia que han alcanzado en esta guerra los aparatos no tripulados, zánganos como Predator, producido desde 1997, o como Reaper, usado desde el 2007. Estos no son la bendición que se nos quiere hacer creer. Fabricados por General Atomics Aeronautical Systems, una afiliada de General Atomics de San Diego y división de General Dynamics, [6] las pequeñas naves robotizadas han contribuído a bajar el número de muertes de soldados de la Coalisión al tiempo que despachan muerte al enemigo por control remoto, un paso importante en la creciente deshumanización de esta guerra. El teniento coronel Chris Gough explica estos sentimientos cuando dice ante el programa «60 Minutos» que: «Nunca he estado tan involucrado y nunca he estado tan a salvo.» Gough es uno de los 250 pilotos del programa que manejan éstas máquinas de guerra desde una base de la Fuerza Aérea en Nevada. Se trata de pilotos «reales» funcionando en turnos operando los zánganos, cada cual con su asistente quien opera la cámara de la máquina voladora y ambos desde una sala no muy diferente a un café cibernético. Piloto y asistente concentrados frente a una pantalla de video, tomando decisiones con consecuencias letales a 7500 millas o más de donde están. Los zánganos mismos no parten de Nevada sino de bases americanas en Iraq y Afganistán. En Creech Air Force Base, a 45 millas del norte de Las Vegas y cerca del borde del desierto de Mojave, los operadores cuentan con un equipo de analistas de inteligencia detrás de las bambalinas que les brindan todo apoyo. Es un programa que está transformando la Fuerza Aérea, tornándose crecientemente en su brazo fundamental. [7]
Pero a pesar del entusiasmo de la Fuerza Aérea por sus zánganos, Predator y Reaper son no sólo costosos sino no tan confiables como se los presenta. Se equivocan y accidentan con más frecuencia de lo que publicamente se discute. Por ejemplo, los documentos filtrados muestran que desde el 2006 » misiles lanzados por estos zánganos han matado entre 750 y 1000 personas en Pakistán.» S e estima que entre estos muertos, unas 20 personas eran líderes de Al Qaeda, Talibanes o grupos asociados, y que más del 60 por ciento de los asesinados era militantes, pero el resto eran civiles. [8] Oficiales americanos disputan la veracidad de que más del 30 por ciento de las víctimas de los zánganos fueran civiles inocentes, pero lo probable es que con el creciente uso de zánganos el número de «errores» mortales que comenten contra la población civil aumente. El uso de zánganos ha crecido muy vertiginosamente desde el 2001 cuando cubrieron apenas unas cinco mil horas de vuelos. Para el 2008 cubrían más de 140 mil horas de vuelos de combate. Para el 2009 cubrían más de 180 mil. La meta para el futuro es que cubran 300 mil horas de vuelos de combate. [9] [10]
Los aparatos han sido usados en Afganistán, Iraq, los Balcanes, Pakistán y Yemen. Los modelos han ido evolucionando en 9 años de servicio. Se ha tratado de crear modelos con mecanismos de auto-destrucción pero no ha sido posible. Por ello cuando los zánganos caen, y caen con frecuencia, deben ser recuperados por fuerzas de tierra y de inmediato. El rescate de zánganos es prioritario y su rescate se ha transformado en oportunidad para tender peligrosas celadas a las fuerzas de tierra. Los zánganos son equipos valiosos pero fundamentalmente son sistemas computarizados que funcionan como verdaderas «bases de datos» voladoras, por lo que no deben caer en manos enemigas. En ocasiones se ha hecho evidente el odio que la población les tiene, seguramente identificados como responsables directos de la muerte de civiles. Cuando cayó un aparato canadiense a apenas tres kilómetros de la base Masum Ghar, por ejemplo, aunque los soldados trataron de recuperarlo no tuvieron tiempo, a menos de 20 minutos de caer el aparato había sido desmantelado totalmente por los vecinos del lugar. [11] No hace falta mucha imaginación para entender que la población ve a los zánganos como pesadilla de ciencia ficción -espías metálicos cargados de letales misiles, invisibles vigilantes foráneos desalmados al acecho, desde el aire, de la población.
Estas máquinas voladoras a control remoto son además un negocio jugoso, al menos para General Atomics, la corporación que los fabrica. El costo de cada máquina sigue creciendo -de 3.2 millones de dólares que costara el primer Predator, a 4.5 millones por unidad el año 2006, a 8.3 millones por la nueva versión Predator B -cazador/asesino (modelo que carga 16 misiles Hellfire). [12] Y, actualmente, la versión Reaper cuesta entre 10 y 12 millones de dólares por unidad . [13] No puede sorprendernos que la corporación, deseosa de desarrollar más mercado para su invento, trabaje con determinación en la producción de versiones desarmadas para usos civiles. No faltarán seguramente usos domésticos para las máquinas voladoras de espionaje, ni faltarán millonarios futuristas que inviertan en comprarse su Predator propio. ¿Será acaso un nuevo signo de estatus identificar un Predator estacionado en la azotea de algún edificio de Manhattan? ¿Querrá tener su Predator el gobernador de California?
Un tercer elemento que los documentos han puesto de manifiesto es que los Talibanes también cargan misiles, información que la Coalición se ha esforzado en no mencionar. Además los Talibanes han escalado su campaña de bombas carreteras causando la muerte de más de dos mil civiles, dicen los documentos. Según Nick Davies y David Leigh, «Diarios de la Guerra de Afganistan», los comandantes de la OTAN temen que Pakistán e Irán «estén contribuyendo a alimentar la insurgencia.» [14] Pakistán ha negado, naturalmente, frente a la total falta de pruebas, tales acusaciones. Acaso, ¿no es extraño que los comandantes de la OTAN se pregunten sobre la fidelidad de su aliado musulmán en la misma frase en la que cuestionan a Irán? Sus dudas sobre Irán parecen simplemente irónicas -Irán acusado/amenazado, con embargo, guerra y más, simplemente espera la declaración formal de guerra, puede dificilmente sentirse país amigo. Dado el clima que la Coalición misma ha creado con Irán ¿no suenan ridículas las sospechas de «alimentar la insurgencia»? Cuando el verbo dominante es amenazar, alimentar insurgencia parece respuesta natural de los amenazados. De todas formas, el futuro parece predecir un ataque para Irán, y en Occidente sabemos eso bien porque escuchamos diariamente sobre la inevitabilidad de tal ataque hasta por la televisión. Pero los comandantes de la OTAN parece que no tienen cable y piensan que Irán tampoco tiene.
Mientras, entre la gente cuerda en los EEUU crece el descontento con los gastos de guerra, apesar de que la televisión y la prensa no lo muestra. Es inevitable, que con la crisis general que se vive se haga cada vez más visible y problemático el nivel de gastos militares del país. Muchos piensan, y más pensarán, que ha llegado la hora de poner fin a la guerra y focalizarse en solucionar los problemas que tenemos en casa (que ni son pocos ni son livianos). Sorpresivamente, los poderes que existen, no parecen percatarse de todo esto (será que miran mucha televisión oficial) y continúan aumentando los gastos de guerra sideralmente, al tiempo que los cortes presupuestarios en áreas vitales golpean a gobiernos estatales y locales -a las ciudades, districtos escolares, universidades y servicios básicos, causando cortes serios en escuelas, en mantención de calles y carreteras, en construcción de oficinas y otros proyectos. Todo esto sucede a creciente velocidad, tanto que el estímulo de Obama ni cubre ni puede cubrir el creciente agujero negro que se extiende bajo el país y amenaza tragárselo. El gobierno federal, que parece ajeno a la situación crítica que enfrenta la población y cada estado, continúa desviando anualmente más de dos millones de millones de dólares para gastos de guerra. No parece interesado en poner fin a la guerra, sino que parece obstinado incluso en provocar guerras nuevas. Y sin embargo casi 54 centavos de cada dólar que el gobierno federal americano gasta se usan en pagar por conflictos pasados y presentes. Es una locura sin rival. Y cualquier persona cuerda se imagina que es una locura que tiene que terminar, pero en Washington no parece quedar cuerdo alguno. Washington gasta cada año más en guerra de lo que gastan juntos todos los estados restantes de los EEUU en la salud, educación, seguridad y bienestar general de 308 millones de americanos. [15]
Poco se habla de que activismo americano no está muerto, o que crece. Las cadenas de prensa y televisión no cubren esto, la falsimedia, totalmente dominada por los ricos y a su servicio, no tiene interés alguno en publicar lo que no quiere saber. Mas bien se preocupa de desinformarnos diariamente, con una buena dosis de sensasionalismo trivial. Por decir, los medios cubrieron exhaustivamente el ataque que sufrió Deb Freele en Soda Butte, Montana, a manos de un oso -que luego supimos era una osa. Hemos sido informados al cansancio sobre la adicción a alcohol, cocaína y otras drogas que sufre Lindsay Lohan. Sabemos muy bien sobre los dimes y diretes de la vida irrelevante de la delgadísima rica Paris Hilton. La última noticia de la falsimedia ha sido la ceremonia matrimonial de Chelsea Clinton, y sobre el detalle de como Ophra le ha prestado a los Clinton su cocinero personal para que le prepare el banquete de la boda de Chelsea. Esta última noticia es un puente hacia la población negra, una muestra de que las relaciones raciales han sin duda mejorado. Una prensa tan banal, es un sainete. Pero cuando la falsimedia no se ocupa de la realidad que afecta a millones de americanos, deja el espacio fundamental para que de esa realidad se ocupen los americanos mismos. No han faltado de estos, uno notable es Amy Goodman, mujer inteligente y valiente. Otra es Cynthia McKinney. Son muchos. [16]
La realidad la construye diariamente la población, aunque no figure en la prensa oficial. La gente actúa, los militantes se reúnen, organizan, luchan, la falsimedia naturalmente no los nombra. De entre las reuniones, quiero nombrar dos, entre el 22 y el 26 de junio pasado se celebró en Detroit el Foro Social de los EEUU en el que participaron unas 20 mil personas. La segunda es la Conferencia Nacional por la Paz, que se celebró en Albany, NY, entre el 23 y el 25 de julio -con Noam Chomsky y Donna Dewitt (Presidente de la AFL -CIO de Carolina del Sur) como principales oradores. Allí se reunieron para planear para el cambio 700 activistas, la meta: unificar dos frentes de descontento popular, el de opositores a la guerra y el de luchadores por la justicia social, y elaborando un plan de acción común. Un plan que termine con las ocupaciones de Irak y Afganistán y obligue al gobierno americano a atender las necesidades urgentes de sus ciudadanos. Hay que dejar de «construir imperio» dijeron para «resolver necesidades urgentes» de la población. Hay que crear unidad en la acción para implementar mobilizaciones masivas, incluyentes de todos los sectores de la sociedad, que funcionen democráticamente en la construcción de un movimiento social capaz de operar independiente de ambos partidos políticos dominantes pero influenciando sus bases. Es un plan ambicioso y es un plan inteligente. Debemos estar atentos a la Marcha sobre Washington que se planea para el 2 de octubre bajo el lema «Una Nación.» [17]
Los disidentes de guerra tampoco se han quedado quietos. Uno de ellos, Matthew Hoh, Capitán de los Marine Corps, quien sirvió en Iraq y Afganistán y renuncío el 2009 como forma de protesta, se ha transformado en oponente vocal de la guerra. Hoh recibió el 2010 uno de los premios Ridenhour -creados en honor de quien denunciara la masacre de MY Lai en Vietnam, fue entrevistado el primero de julio en «Democracy Now» por Amy Goodman. Allí planteó preguntas que cree los americanos no pueden eludir: ¿Que es lo que van a obtener con esta Guerra? ¿ Cuales son los beneficios de gastar 150 mil millones de dólares al año y perder 50 o 60 buenos hombres y mujeres jóvenes del ejercito cada mes ?
Para Hoh Afganistán es complejo, viene de una guerra civil que comenzó en los 70 y no ha culminado: «Estamos siendo parte de esa Guerra…ayudando a que un lado someta al otro…Uno ve la division en el país…Lo que uno encuentra es que los Talibanes…y estamos hablando de un grupo muy amplio, una organización muy grande que no es monolítica, básicamente unida para repeler la ocupación extranjera y para repeler o resistir a un gobierno central muy corrupto…Pero uno encuentra que el apoyo a los Talibanes no viene de la ideología ni del odio al occidente, ni de fraternidad alguna con Al Qaeda ni porque sean terroristas, sino que no quieren estar ocupados y resienten al gobierno que no es representativo y es muy corrupto.» [18]
Como otros lo compara con Vietnam, hay elementos comunes como por ejemplo lo que explicara Dan Ellsberg respecto a su viaje sobrevolando Vietnam con el entonces Secretario de Defensa Robert McNamara. En ese viaje ambos estuvieron de acuerdo con que no había nada positivo con respecto a la situación de la guerra en Vietnam, pero tan pronto como McNamara bajó del avión le dijo a los periodistas todo lo contrario («todo anda muy bien en Vietnam).» Hoh tuvo una experiencia similar escuchando al Senador McCain en su discurso al General Petraeus (el remplazo de McChrystall) días atrás. McCain decía igual que McNamara que todo iba muy bien en la provincia de Helmand y que los militares habían limpiado Marjah de Talibanes. Lo que es totalmente falso, pero allí está el paralelo explica Hoh, con nuestros líderes, en términos de si dicen o no algo que siquiera refleje la realidad de la guerra en Afganistán. [19]
En Canadá, una encuesta de abril de este año muestra que la mitad de los canadienses no apoyan que las tropas estén en Afganistán y más del 60 por ciento se opone a que se extienda su misión más allá de julio del 2011. [20] Pero Stephen Harper se ha apropiado de la guerra en Afganistán -aunque fue Jean Chretien, el ex Primer Ministro canadiense, fue quien tomó la decisión de participar pero Harper la ha hecho sin duda «su guerra.» Se argumenta que la guerra concuerda con dos «valores» de Harper -su deseo de mantener buenas relaciones con los EEUU y de fortalecer a los militares. Pero Harper ha contado también con los deseos de la institución militar (representada por el General Hillier por ejemplo) de transformar su «cultura.» [21] En diciembre pasado Harper llegó a suspender el Parlamento, en parte para terminar con la investigación sobre el conocimiento de ministros y generales sobre el abuso de prisioneros canadienses a manos de autoridades afganas.
Murray Dobbin nos había advertido dos años atrás sobre las consecuencias de esa «transformación» cultural de los militares canadienses y de la guerra de Harper: «Ahora mismo los militares canadienses vuelan alto, arrogantes y confiados en su nuevo papel de socio joven del imperio americano, sus miles de millones aprobados en gastos, seguros. Quizás…Pero el conflicto en Afganistán es capaz de desangrar a América, tanto como desangró a la Unión Soviética. A lo que el tiempo pase, el desenlace de la catastrofe puede lleve a los generales canadienses de nuevo a sus cómodos recintos yque convenza a los canadienses de exigir que le devuelvan el dinero invertido.» [22]
Me pregunto si habrá llegado esa hora, la hora de exigir que se nos devuelva ese dinero que menciona Dobbin, malgastado en construir imperios. ¿Habrá llegado la hora de decir basta y de dejar de invertir en crímenes y en guerra? No más robos, ni corrupción. No más enriquecimiento sin límite para la élite dominante -el uno por ciento de la población que es muy, muy rica y majoritariamente masculina. ¿Será la hora de salvarnos y echar a andar proyectos en nuestro favor? Proyectos que atiendan las necesidades urgentes de mujeres y niños, proyectos para el 99 por ciento de la población…Se que es responsabilidad de todos este proyecto común pero requiere líderes. Sólo el tiempo nos lo podrá decir.
[1] http://www.guardian.co.uk/
[2] http://www.nytimes.com/2010/
[3] http://www.counterpunch.org/
[4] Ibid
[5] http://www.guardian.co.uk/
[6] http://en.wikipedia.org/wiki/
[7] http://www.moir.org.co/LOS-
[8] http://en.wikipedia.org/wiki/
[9] http://www.guardian.co.uk/
[10] http://www.wired.com/
[11] http://www.spiegel.de/
[12] http://www.strategypage.com/
[13] http://online.wsj.com/article/
[14] http://www.guardian.co.uk/
[15] http://www.globalresearch.ca/
[16] http://www.democracynow.org/
[17] http://
[18] http://www.democracynow.org/
[19] Ibid
[20] http://www.