Con por lo menos tres periodistas asesinados en los últimos seis meses, Pakistán sigue siendo uno de los países más peligrosos para la profesión
El cuerpo de Saleem fue hallado con marcas de torturas dos días después de haber sido secuestrado el 31 de mayo de 2011, cerca de Mandi Bahauddin, 130 kilómetros al sudeste de Islamabad. Shahzad, quien trabajaba para la oficina pakistaní de Asia Times Online, un sitio de noticias en Internet con sede en Hong Kong, dijo a la organización Human Rights Watch (HRW), que había recibido amenazas de las agencias de inteligencia. Su libro «Inside Al Qaeda and the Taliban» (Dentro de Al Qaeda y del Talibán) fue divulgado semanas antes de su asesinato. En él aportaba información sobre ambos movimientos en los que fue, en diferentes momentos, rehén e invitado. Su esposa no fue capaz de leerlo.
Uno de los despachos fue sobre un incidente en la base naval de Mehran, en esta sureña ciudad portuaria, el 22 de mayo de 2011. El lugar estuvo asediado 15 horas por insurgentes. Seis militares y cinco insurgentes murieron en los combates. Tres aviones de combate fueron destruidos por granadas lanzadas por misiles. Además, tres oficiales navales fueron juzgados el mes pasado por una corte marcial por errores de seguridad.
Shahzad había realizado una investigación sobre la infiltración de Al Qaeda en las Fuerzas Armadas. Según él, habían ayudado a coordinar el ataque.
«Pakistán deben tomar medidas urgentes para llevar a los culpables del asesinato de Shahzad a la justicia e investigar las denuncias de intimidación contra periodistas, incluidas las de los servicios de inteligencia», señaló Amnistía Internacional, con sede en Londres, en un comunicado divulgado con motivo del primer aniversario de la muerte del periodista.
«El asesinato de Shahzad el año pasado subrayó los peligros que afrontan los periodistas en Pakistán«, señaló Polly Truscott, directora para Asia meridional de Amnistía Internacional.
Con por lo menos tres periodistas asesinados en los últimos seis meses, Pakistán sigue siendo uno de los países más peligrosos para la profesión. La Federación Internacional de Periodistas registró en 2011 por lo menos ocho muertos, todos en el cumplimiento de su trabajo. El independiente Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, registró la muerte de 42 profesionales cumpliendo su trabajo en Pakistán desde 1992, 24 de los cuales fueron asesinados. En la mayoría de los casos, los responsables permanecen impunes. Solo los asesinos del corresponsal de The Wall Street Journal, Daniel Pearl, fueron condenados.
Mazhar Abbas, ex secretario general del Sindicato Federal de Periodistas de Pakistán, dijo a IPS: «Tres personas, incluido un exministro de Sind, fueron condenadas por el asesinato del camarógrafo Munir Sangi, del canal privado de televisión Sindhi TV en 2006. Pero fueron liberados bajo fianza a las pocas semanas por su influencia».
«Cinco personas fueron detenidas por el asesinato de Wali Jan Babar en 2011 y están en juicio. Pero la policía sostiene que el autor intelectual fue asesinado en un enfrentamiento. En la mayoría de los casos, los asesinos no son detenidos, pese a estar identificados», indicó. Wali Jan trabajaba para Geo, un canal de televisión privado, y fue asesinado por hombres armados en Karachi.
Los medios en Pakistán están entre la espada y la pared. Los persiguen las agencias de inteligencia o los insurgentes que consideran su causa más que reprochable. Según ellos, toda información negativa es objeto de una severa reacción. La comisión judicial creada para investigar el asesinato de Shahzad estuvo seis meses entrevistando a 41 testigos y analizando 33.000 correos electrónicos suyos.
En su informe de 146 páginas señala que «varios actores de la guerra contra el terrorismo, que incluye al Estado de Pakistán y a actores no estatales, como el Talibán,» son responsables de su muerte. Pero al no nombrar a los responsables, la Comisión muestra que las agencias de inteligencia de Pakistán siguen fuera del alcance de la justicia penal.
«Fue un esfuerzo valiente identificar a los asesinos, lo que es un gran avance, pero se detuvieron cuando estaban por interrogar a las dos agencias de inteligencia (inteligencia militar y Inter Services Intelligence, ISI) sobre partes muy importantes de la investigación», indicó Hamza Ameer, cuñado de Shahzad y también periodista. «Hubo un intento perfeccionado y bien organizado de los asesinos para cubrir sus huellas, razón de más para realizar una investigación profunda sobre los servicios de inteligencia, y especialmente el ISI», remarcó Truscott.
Tras el informe con la investigación del gobierno, HRW señaló que la Comisión tuvo «miedo de confrontar a ISI por la muerte de Shahzad». Frente a la actuación de la comisión investigadora del caso Shahzad, Asma Jehangir, destacada activista de derechos humanos y quien hace poco acusó a las «autoridades de seguridad de alto nivel» de planear su asesinato, se negó a exigir una comisión investigadora por su situación. La Comisión señaló que el motivo del asesinato fue «lo que escribió Saleem», pero dijo que no está claro «quién tenía ese motivo y de hecho tomó medidas al respecto».
El proyecto de ley para crear una Comisión Nacional de Derechos Humanos fue aprobado por la Asamblea Nacional el 4 de mayo de este año, y promulgada por el presidente Asif Ali Zardari en el aniversario de la muerte de Shahzad.
Pero el texto señala claramente que las «funciones de la comisión no incluyen investigar los actos ni las prácticas de las agencias de inteligencia».
Fuente: http://periodismohumano.com/sociedad/periodismo-en-el-frente-de-batalla.html