El papa Francisco arremetió este domingo contra el sistema económico vigente en el mundo que tiene como «ídolo el dinero», durante un conmovedor encuentro en la isla de Cerdeña con desempleados y empresarios afectados por la grave crisis económica que padece Italia. «Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, […]
El papa Francisco arremetió este domingo contra el sistema económico vigente en el mundo que tiene como «ídolo el dinero», durante un conmovedor encuentro en la isla de Cerdeña con desempleados y empresarios afectados por la grave crisis económica que padece Italia.
«Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero», clamó el pontífice, arrancando aplausos y lágrimas entre los asistentes.
La dura condena del Papa fue pronunciada poco después de su llegada a la isla, a las 08h15 locales (06h15 GMT), donde fue acogido por cientos de personas congregadas a lo largo de recorrido decorado con banderas de los colores del Vaticano (blanco y amarillo), así como de Argentina y de Cerdeña.
La visita de Francisco a la isla italiana fue programada por el mismo papa para rendir homenaje a la virgen de Bonaria, patrona de Cerdeña, la cual dio origen al nombre de su ciudad natal, Buenos Aires.
Tras recorrer las avenidas que conducen al centro de Cagliari, donde se congregaban cientos de personas, el Papa se reunió en un palco externo instalado de frente al puerto, con representantes del mundo del trabajo, entre ellos un obrero desempleado, una empresaria en crisis y un campesino.
«A los jóvenes desempleados, a los que tienen un trabajo precario, a los empresarios y comerciantes con problemas para seguir adelante, les expreso mi solidaridad», dijo. «Es una realidad que conozco bien por la experiencia que tuve en Argentina. Por ello les digo: ¡Coraje! Tenemos que encarar este desafío histórico con solidaridad e inteligencia», agregó.
Abandonando el discurso preparado, el papa contó los sufrimientos de su familia, la cual emigró a Argentina a inicios del siglo XX. «Mi padre partió lleno de sueños y sufrió la crisis del 29. Perdieron todo, no había trabajo. (…) Hablaban de ello, sentí ese sufrimiento, lo conozco bien», confesó.
Durante el encuentro, el pontífice recordó también su primera visita a inicios de julio a otra isla italiana, la siciliana Lampedusa, para dar alivio y consuelo a los inmigrantes ilegales que atraviesan en barcazas el mar Mediterráneo.
«Pero aquí también veo sufrimiento», reconoció al referirse a la crisis económica de Cerdeña, marcada por el alto nivel de desempleo, que alcanza el 18%, y afecta sobre todo a los jóvenes.
Sin trabajo no hay dignidad
«Perdónenme por estas duras palabras, pero, donde no hay trabajo, falta la dignidad», exclamó el Papa.
«Vivimos las consecuencias de una decisión mundial, de un sistema económico que lleva a esta tragedia», explicó. «Dos generaciones de jóvenes no tienen trabajo, el mundo así no tiene futuro», recalcó.
«Para defender ese sistema idólatra, se dejan caer los extremos más débiles, los ancianos, los cuales no tienen un lugar en ese mundo. Se trata de una eutanasia escondida. También caen los jóvenes, que no encuentran su dignidad», agregó.
Al término del encuentro, el Papa visitó la iglesia de Nuestra Señora de Bonaria, tras lo cual presidió la misa de frente al santuario y pronunció el tradicional ángelus dominical, de frente a unas 350.000 personas, según la emisora local, mientras la diócesis habla de unas 100.000.
«Buen domingo y buen almuerzo», concluyó el papa aplaudido al ritmo de «Francisco, Francisco» y después de haber pedido la protección de la virgen para «nuestros hermanos en dificultad». En la tarde el pontífice se reunirá con pobres, detenidos y representantes del mundo de la cultura.
«Es la misma persona que conocí cuando era el arzobispo de Buenos Aires. Con la misma humildad, sencillez y capacidad de comunicación que está revolucionando al mundo», comentó Mauricio Macri, el alcalde de Buenos Aires, quien llegó de Argentina para asistir a la ceremonia acompañado por un pequeño grupo de argentinos de origen sardo.