Recomiendo:
0

Entrevista a Reinaldo Gargano, futuro Ministro de Relaciones Exteriores

A Cuba hay que ayudarla a encontrar el camino

Fuentes: Liberación

Fue uno de los últimos integrantes del gabinete en ser oficializado. Sin embargo, el conductor del Partido Socialista y reelecto senador Reinaldo Gargano, acariciaba la posibilidad de poder llevar a la práctica lo que reclamó a los anteriores gobiernos desde el Parlamento y en la oposición, desde hacía varios años. Tiene sobre sus hombros la […]

Fue uno de los últimos integrantes del gabinete en ser oficializado. Sin embargo, el conductor del Partido Socialista y reelecto senador Reinaldo Gargano, acariciaba la posibilidad de poder llevar a la práctica lo que reclamó a los anteriores gobiernos desde el Parlamento y en la oposición, desde hacía varios años. Tiene sobre sus hombros la responsabilidad de reencauzar el derrotero del país en el plano internacional, luego de una administración que hizo gala de una política exterior con la vista puesta en Washington, y también a sus gratas órdenes. Actor principal en el Parlamento Latinoamericano, con estrechos lazos con la Internacional Socialista, hacia la cual orientó a su partido, previsoramente, pocos años atrás, Gargano aspira a que luego del lustro en que ocupará la Cancillerí ;a se puedan distinguir nítidamente tres o cuatro pasos en el camino de la integración latinoamericana, y cree que ninguna inversión es excesiva si de lo que se trata es de sentar las bases infraestructurales para romper con el esquema de balcanización heredado de la era colonial. Gargano vuelve a Artigas como clave de la comprensión geopolítica del país, destaca la necesidad de que un gobierno progresista logre un papel pedagógico en la sociedad, divulgando los cambios históricos procesados en las últimas décadas.

¿Cuáles son, a su juicio, las ¿principales fallas de la administración saliente en materia de política exterior?

Lo errático, que quiere decir lo cambiante y la ruptura con el pasado inmediato. Desde la salida de la dictadura lo que se trató de estructurar con Enrique Iglesias fue una política de consensos generales, no de consensos puntuales, paso a paso y demás, sino un esquema general donde el país volviera a ser un país respetado (y) tuviera relaciones con todos los países del mundo. Fue en ese período en el que se restablecieron las relaciones con China; yo tuve algo que ver, participé en la gestión de ir hasta China Popular para buscar un acercamiento, junto con otros legisladores blancos, colorados y frenteamplistas.

Construimos un esquema en el cual, luego en los 90, votamos el Tratado de Asunción -luego de una intensa polémica dentro del Frente Amplio- con la concepción de que el proceso de integración latinoamericana tenía que darse por encima de los gobiernos de coyuntura que estaban en el poder, en el entendido de que iban a cambiar necesariamente. Creíamos en el cambio, y que podía servir darle un impulso decisivo a ese proceso lo más rápidamente posible, y que comenzar por el MERCOSUR era una buena línea, para extenderlo luego a toda América del Sur y América Latina si era posible. De ahí que nosotros tomáramos la iniciativa de integrarnos al Parlamento Latinoamericano (Parlatino) inmediatamente después de la salida de la dictadura, y yo participé de inmediato en el trabajo intenso dentro del Parlatino. Fui el que puso en marcha la comisión de Ganadería Agricultura y Pesca, que me parecía que era lo que a nosotros nos importaba más desde el punto de vista de los intereses del país. (Esa comisión) no existía, nunca se había reunido; me nombraron Presidente, comenzó a reunirse y se transformó en la comisión que, el año pasado, trabajó más que todas en el Parlatino, es decir, se reunió más veces, produjo más y tuvo la mayor cantidad de asistentes. Y cada vez va más gente porque los temas de la alimentación y de la producción agrícola y ganadera son fundamentales en Latinoamérica.

¿Pero por qué el calificativo de errático?

Lo errático es que, salimos de la dictadura, restablecimos relaciones con Cuba y después todo lo que se hizo desde aquí fue -en lo que hace al relacionamiento con Cuba- una política donde el protagonista principal de la política exterior del país iba a las conferencias internacionales y buscaba la intervención confrontativa con Cuba. A Cuba hay que ayudarla, todos sabemos el sistema que tiene, todos hemos dicho que no queremos un trasplante del sistema aquel acá, que el Uruguay es otra cosa, que aquello responde a una realidad que tiene cincuenta años y que hay que dejar que los cubanos lo resuelvan. En todo caso ayudarlos a encontrar el camino para que ellos lo resuelvan, romper el aislamiento que tienen. Y aquí se ha hecho todo lo contrario.

La región tampoco parece haber sido prioridad para el gobierno saliente. De hecho Uruguay ni siquiera aparece comprometido en la Comunidad Sudamericana de Naciones, rubricada en Perú a comienzos de diciembre. En América buscamos la unidad de los sudamericanos para conformar la Comunidad Sudamericana de Naciones. Es un trabajo que lleva quince años!, no es que se esté haciendo ahora, que esto haya salido de la nada; los parlamentarios hemos hablado con los parlamentarios brasileños, con los argentinos, con los venezolanos, con los de Chile, con los de Perú, desde hace quince años de este tema de «cómo encontrar el camino».

¿Por qué cristaliza ahora?

Cristaliza porque hay una línea, fíjese usted, una especie de arco que arranca en el Caribe, pasa por Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, de gobiernos que tienen un signo progresista en su conformación, en su propuesta. Aunque después esa propuesta sea matizada por la realidad de cada país. Pero hay una misma concepción en que primero hay que unificar económica, política y socialmente a Sudamérica y luego negociar con los grandes espacios económicos que hay en el mundo buscando de esta manera pesar en forma mucho más importante de lo que se hace ahora. En cambio, el gobierno saliente ha tratado de ver solamente la relación bilateral con los Estados Unidos, que hoy es beneficiosa, coyunturalmente. Exclusivamente. Incluso no poniendo mucho el acento con la Unión Europea (UE), sino dejando que las cosas marchen y caminen a la buena de Dios.

En síntesis, ¿cuáles son los objetivos que usted se plantea una vez designado Ministro de Relaciones Exteriores?

Mi objetivo es poder decir al final del tiempo que yo estuve en la cartera en que se dieron cuatro pasos decisivos, de los que no hay marcha atrás en el proceso de integración latinoamericana. Eso es la clave. La crisis que viven Argentina, Brasil, Uruguay y también Chile -tiene un 35% de la población viviendo bajo los niveles de pobreza, pese a los esfuerzos que ha hecho el gobierno de la Alianza Democrática, ese esfuerzo se ha visto limitado por la herencia enorme que dejó el pasado pinochetista, así como Lula tiene que pelear con la herencia infernal que dejaron los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso o lo que está haciendo Kirchner con la realidad que quedó del menemismo y de De la Rúa esas crisis no se superan sólo con la recuperación que se está produciendo casi en forma espontánea, debido a que se tocó fondo y no hay plata para importar. Entonces se sustituyen las importaciones por lo poco que se puede producir acá, que es lo que está ocurriendo en la Argentina. Eso puede mitigar en algo la desocupación, incrementar un poco el ingreso, pero estos países necesitan un desarrollo económico sostenido. No solo hay que ir al «hambre cero» y dar un plato de comida a mediodía y otro a la noche, sino que el desarrollo sostenido significa hacer ganar calidad de vida, producir electrodomésticos, automotores, tecnología de punta, bienes de capital, infraestructura sudamericana que atraviese del Pacífico al Atántico, del Caribe a Tierra del Fuego, todo el continente. Creo que hay que empezar por ahí. Hay que poner los tres mil millones de dólares que nos robaron los Peirano en eso. Y si sale diez mil millones es baratísimo, al Indo de los beneficios que supone la integraci&oacu! te;n.

Para que tengan una idea clara de lo que pienso: creo que vivimos una coyuntura histórica excepcional, por la cantidad de gobiernos progresistas, en un continente excepcional, es el continente más rico del planeta; lo tiene todo, absolutamente todo: petróleo, gas, ganadería, pesca, minerales, alimentos. Yo he calificado de «infamia» que en un continente con esta riqueza, de los 400 millones de habitantes tengamos 200 millones viviendo en la pobreza. Es un agravio a la dignidad de la gente, pero también al razonamiento y al sentido común de los políticos, que corno decía José Pedro Cardozo, es «el menos común de los sentidos».

En ese proceso de profundizar las relaciones con la región, sin embargo, ocurre que los otros bloques económicos como la Unión Europea, Estados Unidos y su área de influencia y en cierta medida Japón, participan con una única voz en las instancias internacionales. ¿Se caminará en ese sentido también dentro de lo que es la Comunidad Sudamericana de Naciones?

En el documento de Cuzco ya se sienta la tesis de que se buscará tener una sola opinión en el plano político internacional. Esto quiere decir no solo negociar en común los tratados de libre comercio con Europa, o con el NAFTA o con el sudeste asiático: con Japón, China o la India; sino también como bloque opinar cómo debe ser el derecho internacional, cómo debe reformarse Naciones Unidas, qué hay que hacer para impedir que se materialicen las políticas unilaterales en el mundo y hacer primar el derecho internacional para concertar una nueva realidad jurídica internacional. Un país de tres millones de habitantes no puede resolver esto, tiene que resolverlo en el marco del área geográfica a la que pertenece. Y de la concepción que los países de esa región tengan.

¿Qué tan lejana o cercana ve al ALCA, habida cuenta que en los días previos a la reunión de Cuzco algunos voceros importantes de Estados Unidos lanzaron una advertencia en ese sentido, ratificando que su prioridad sigue pasando por la construcción del ALCA?

De verdad que no conozco la advertencia de Estados Unidos, pero me parece que los países sudamericanos tenemos la suficiente dignidad como para guiarnos por nuestros propios intereses y hablar de igual a igual, aunque ellos tengan una potencia militar muy grande y todo lo demás. Nosotros somos 400 millones de habitantes, ellos son 300, nosotros somos americanos del sur y ellos del norte y han pasado muchas cosas a través de los últimos años de historia. Pero yo voy a recordar dos cosas: cuando el 31 de octubre, en esta casa (el ex hotel Presidente) celebramos el triunfo del Frente Amplio, yo venía caminando hacia acá, la gente nos abrazaba y, sobre todo la gente joven, decía: «se nos dio, se nos dio». Después de escuchar constantemente eso, yo decía que acá no se dio nada, esto lo construimos durante cuarenta años y materializó porque teníamos razón en la crítica al modelo neoconservador y en cómo Negar. Finalmente logramos el respaldo mayoritario de la gente, de manera que lo construimos, no «se nos dio». Y la política exterior de !a integración -es la segunda cosa que quiero decir- no es sólo realizar en términos poéticos la frase de Simón Bolívar de que «la patria es América», o la concepción racional de José Artigas que decía: «América es mi sistema», o la práctica austera de San Martín, que después de liberar al continente fue a morir prácticamente en el un exilio, cuando vio la fragmentación de los países que había tratado de unir con su lucha. Artigas y Bolívar dijeron lo que dijeron porque tenían necesidades de unirse para expulsar al colonialismo español. Es decir, no era una frase retórica para ponerla en los monumentos, era una necesidad, y aquí es una necesidad imperiosa, del momento y de la coyuntura histórica que estamos viviendo: unir a América del Sur y si es posible toda América latina, en un bloque económico, social y político que lo lleve a pesar como debe en el marco internacional y a resolver los problemas que tiene su gente. Perón decía hace muchos años que «el siglo XXI nos va a encontrar unidos o sometidos». Tenía razón. Históricamente era un buen estratega. En otros no y repetía cuestiones que pertenecían a otros…

¿Por qué cree que a pesar de ello y hasta el presente, prevalece la división entre países del sub continente?

En relación a Latinoamérica, especialmente en el Sur, la fragmentación obedeció a los intereses del imperio de turno, que era Inglaterra y también a los intereses del imperio emergente que eran los Estados Unidos. Aquí la gente no sabe que cuando comenzó la insurrección anticolonial el gobierno de Estados Unidos decretó un embargo de armas hacia los insurrectos, es decir que estaban defendiendo que se mantuviera las cosas como estaban, a pesar de su propia experiencia independentista. Mucha de la responsabilidad central no la tuvieron tanto los de afuera sino los de adentro. Las oligarquías que, a pesar de la revolución independentista, a los pocos años ya estaban de nuevo con el poder en las manos.

Recuerdo haberle escuchado a Eugenio Petit Muñoz, en la Facultad de Humanidades, decir una cosa formidable a propósito de la personalidad de Artigas, que estudiamos muy a fondo los que vivimos el período preuniversitario en el 50, cuando el centenario de su muerte; sabíamos más de Artigas de lo que estaba pasando en el momento y bien que estuvo, porque hubo cosas que quedaron muy ligadas a nosotros. Petit Muñoz decía que la reivindicación de Artigas, comenzó cuando el último título de propiedad entregado por los capitanes de Artigas a los indios, gauchos y mejores americanos, como parte del Reglamento Provisorio de Tierras de 1815 quedó anulado. Entonces sí hubo un esfuerzo en el cual participaron algunas personas con mucha decisión, combatiendo muy duro periodísticamente. Hubo un períod o que va desde 1880 hasta el 1900 donde la polémica fue muy dura y donde Artigas seguía siendo un elemento cuestionado y postergado.

Fue necesario Vivían Trías para recuperar la figura de Artigas «desde la izquierda».

Trías hizo un gran esfuerzo por meterlo, pero hubo mucha otra gente que trabajó en el plano de la investigación histórica. Petit Muñoz uno de ellos, pero sus alumnos también lo hicieron. Y puedo decir que hay un libro de Lucía Sala. Después de Artigas, que es imprescindible ser leído para entender lo que ha pasado en este país. Una de las cosas que hay que hacer es que la gente conozca a fondo la historia real del país e incluso lo que pasó en los últimos 30 o 40 años. Yo soy de la generación del 50 y he visto construir las historias según lo que le conviene a cada uno. Y eso no es historia, es un relato novelado de lo que uno ha hecho y en general se trata mejor a uno de lo que trata a los demás.

Nosotros nacimos como la provincia oriental de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Cuando en 1825 cruzaron el río Uruguay aquellos «treinta y tres» -que nunca se va a saber si fueron 37,45 o 28, y si la mitad eran negros y la otra mitad blancos, porque ahora parece que eran blancos pero en realidad la mayoría eran indios, y zambos- Su proclama decía «argentinos-orientales», no «orientales la patria o la tumba». Después se formó eso. Eso fue un enfrentamiento favorecido por la oligarquía argentina que facilitó el ingreso de las tropas portuguesas a la Banda Oriental donde dominaba Artigas, que era su principal adversario. Luego hubo una Provincia Cisplatina dominada por Portugal y luego por el Imperio Brasileño hasta 1825, y después hubo una guerra en que los argentinos nos ayudaron a liberarnos de los brasileños, l os argentinos pelearon para darnos la posibilidad de ser un país independiente. Pero la paz la articula sobre todo la intervención inglesa a través de Lord Ponsomby, quien actuó como mediador para terminar con el conflicto y la agilidad que demostró en llevar adelante la política de expansión que propiciaba el gobierno inglés a través de Canning, procurando la libertad de los ríos interiores (a la Cuenca del Plata) y eso se iba a lograr en la medida en que existiera un estado que se ubicara como cuña entre las dos grandes potencias que había en aquel entonces que eran Argentina y Brasil, sirviendo de elemento estabilizador. Lo hablaba con el embajador inglés el otro día: muchas de las cosas que nosotros tenemos, desde el ferrocarril a la raza hereford, el ganado ovino y los tejidos, lo hemos heredado de los ingleses. Porque nos vendían una caja de herramientas, nos instal! aban los transportes…

Nosotros, el Frente Amplio, tenemos un programa con cinco ejes y Trías siempre decía que el país estaba organizado por los ingleses de la siguiente manera (muestra su mano izquierda, con los dedos extendidos y en alto para ejemplificar rutas confluyentes en Montevideo): vías desde Artigas a Montevideo, desde Rivera a Montevideo, etc. Cinco caminos, todos ellos terminando en Montevideo, en el puerto. Lo mismo pasaba en Irak -estuve allí hace 35 años-, había una sola línea férrea, desde los yacimientos petrolíferos hasta el puerto. Donde iba el oleoducto, iba la línea férrea, después no había nada más. Era como si nos hubieran puesto una bombilla para succionarnos la sangre y terminar con todo. Bueno, el futuro de América pasa por la realización en un plazo no muy extenso -yo desear ía que durante la administración del nuevo gobierno se hiciera lo fundamental- de las infraestructuras necesarias para la unidad. Es decir, esos ejes transversales que acorten las distancias entre nuestros pueblos. Parece insólito que no tengamos una red ferroviaria o carretera que nos comunique directamente el Pacífico con el Atlántico, que no aprovechemos los ríos. La coyuntura es propicia, está dada y será sólo nuestra incapacidad la que la hará fracasar, o nuestra incompetencia.

La anunciada decisión de retomar de inmediato las relaciones con Cuba, ¿podría traer represalias para el país, aunque no sean declaradas?

No creo que traiga represalias, es una decisión proclamada en la campaña electoral que se va a decretar el primer día de asunción de este gobierno. Eso lo ha anunciado el Dr. Vázquez, junto a otras medidas que se están estudiando y se van a anunciar dentro de poquito.

¿Se piensa en algún tipo de depuración de cuadros diplomáticos que hayan permanecido desde la dictadura?

Nosotros no vamos a entrar allí, como en ningún otro lugar del gobierno, como un elefante en un bazar. Ya sabemos muchas cosas, porque hemos estado veinte años en el Parlamento, sabemos qué cosas están pendientes, qué cosas no se han resuelto, las vamos a resolver haciendo justicia y punto. La gente que hizo mal las cosas va a tener que responder por lo que hizo mal y vamos a premiar a quienes hicieron las cosas bien. Reestructura va a haber en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Seguramente va a haber nombramientos en las nuevas estructuras que se monten y habrá alguna gente que tendrá que responder, porque sumarios hay.