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La larga marcha de los Tupamaros

A la memoria de Raúl Sendic, el Gran jefe del Sur

Fuentes:

Los Tupamaros Belgrano, Moreno y Castelli… Cuando en los próximos días el nuevo gobierno popular oriental termine de instalarse, se habrán cerrado casi cuarenta años desde que el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MNL-T) se lanzara al combate, allí por los maravillosos años sesenta. Tal vez entonces la ausencia de su fundador Raúl Sendic -el […]

Los Tupamaros Belgrano, Moreno y Castelli…

Cuando en los próximos días el nuevo gobierno popular oriental termine de instalarse, se habrán cerrado casi cuarenta años desde que el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MNL-T) se lanzara al combate, allí por los maravillosos años sesenta. Tal vez entonces la ausencia de su fundador Raúl Sendic -el gran Jefe del Sur- duela a sus compañeros mucho más que el recuerdo de las atroces torturas y los padecimientos increíbles de la larga e ignominiosa prisión a que los sometiera el poder colonial uruguayo.

Tupamaros al igual que Montoneros en la Argentina, decidieron tomar su nombre de las raíces profundas de la lucha de nuestro pueblo americano, facilitando de esa manera -por lo que contiene de significado el nombre- la rápida comprensión de las razones de su lucha. Tupamaros eran los partidarios de José Gabriel Condorcanqui, el Inca Túpac Amaru que entre 1780 y 1784 se sublevara con cien mil indios peruanos, altoperuanos y del Norte argentino contra la brutal dominación española, abriendo, pese a su brutal derrota la lucha liberadora de los pueblos americanos. Fue Túpac en su atroz martirio quien desnudó y denunció para siempre el  brutal saqueo y martirio a que era sometido el pueblo americano por el bárbaro ladrón español. Tupamaros llamaron los españoles a los revolucionarios americanos que nos dieron la Patria. No otra cosa eran para ellos Belgrano, Moreno, Castelli, Montegaudo, Bolívar, San Martín o el propio Miranda. Así los llamaban la prensa española,  los documentos reales y el servicio secreto imperial con el agregado del calificativo de ‘subversivos’. El mismo calificativo que un siglo y medio más tarde recibirían los revolucionarios americanos que se lanzaron a cambiar la  realidad de opresión y coloniaje, de nuestras patrias chicas, que reclamaba la lucha por la Segunda Independencia y la construcción de una vez y para siempre de la Patria Grande Americana.

No sólo es cuestión de nombre

Si Montoneros usó el nombre que caracterizara la forma de lucha espontánea y efectiva de las masas rurales en el Cono Sur de América durante la Guerra de la Independencia y luego durante la larga guerra civil contra la política centralista, hambreadora y probritánica de la élite porteña, no tuvo sin embargo mayor conexión con sus compañeros del siglo XIX que la de sus primeros años de lucha. Pronto la leninización forzada de los primeros años setenta que soplaban desde algunos círculos de la Habana y desde la estupidez del dogmatismo simplificador, arrasaron con su espontánea y latinoamericana cosmovisión, que los lanzara a la lucha. El centralismo y la militarización destruyeron a la espontaneidad combativa que era la razón de la existencia del fenómeno montonero desde el momento de su máximo esplendor: la Guerra de la Independencia del Alto Perú comandanda por los 105 jefes indios y gauchos montoneros con Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla a la cabeza. O con el mismo Güemes de este lado del Río Grande. Gracias al PHPC -Proceso de Homegeneización Política Compulsiva- y sus similares, Montoneros terminó siendo una organización militar ‘equiparable a un arma’ según la expresión de su extraño máximo jefe sobreviviente, Mario Firmenich. El comportamineto de su organización en los campos de exterminio de la dictadura y su desfachatada colaboración con el gobierno cipayo de Carlos Saúl I, mostraron su degeneración de los objetivos dados por su nombre original.

No fue así con Tupamaros. Sendic y sus compañeros fueron la única o casi la única organización guerrillera no leninista del continente. Insistió y persistió en el carácter nacionalista y americanista de su lucha. Su sentirse heredero de las luchas del último caudillo federal oriental Aparicio Saravia, que enfrentó al atroz terrorismo ‘civilizado’ del mitrismo y sus representantes orientales frente a la agresión al pueblo paraguayo,  con astucia, entereza y dignidad. Su identificación por sobre todo con la obra, el pensamiento y la figura de Artigas y su visión republicana, federal, libertaria. En particular con la concepción artiguista de la Patria Grande y la distribución democrática de la tierra  hacían que Tupamaros hundiera sus raíces en la historia profunda del pueblo oriental -como parte del pueblo americano- y estuviera consustanciado con él. Esta visión nacional y americana, profundamente popular,  unida a un uso estrictamente político de la violencia, permitió el enorme prestigio y perdurabilidad del MLN-T. Para el MLN-T la violencia era parte de la política y debía estar sometida a ella -y no al revés como nos pasó en la Argentina en la trágica experiencia del PRT-ERP y de Montoneros. Estos rasgos permitieron al MNL-T sobrevivir al exterminio. Su implacable nacionalismo le permitió a Sendic intentar llegar a un acuerdo con los militares torturadores antes que todo se perdiera. Siendo el hombre más buscado del Uruguay tuvo la visión de estadista, para reunirse con los militares en el propio cuartel Central de Montevideo para ver la posibilidad de un acuerdo en el momento de mayor enfrentamiento militar entre los Tupas y los milicos. En una situación similar Firmenich se negó a reunirse con Lorenzo Miguel -por pedido del líder metalúrgico- en diciembre de 1975 para evitar el golpe inminente, porque según palabras del jefe montonero ‘el golpe de Estado era parte de la lucha interna del movimiento peronista’.

La Patria también es el futuro

Fue también la increíble templanza y solidez argumental y moral de la lucha de los militantes Tupas la que produjo otra desgracia de este lado del Plata. Según palabras del asesino general Albano Harguindeguy -uno de los estrategas del genocidio- ‘no se puede pensar en mantener detenidos a los guerrilleros en la Argentina, porque nos va a pasar como en Uruguay donde los jefes guerrilleros detenidos  convencen a los carceleros de sus ideas. Lo peor es que si los juzgamos y condenamos a veinte o treinta años de prisión, después cuando esos dirigentes salgan en libertad serán diputados, senadores o ministros. No eso no lo podemos permitir para el futuro argentino…’ Palabras más, palabras menos, expresadas por la gran sabiduría oligárquica de Albano Harguindeguy, quien hacía honor a su prosapia de aristocracia con ‘olor a bosta de vaca’. Él retomaba la vieja máxima mitrista expresada por Sarmiento con su brutalidad habitual: ‘el mejor montonero es el montonero muerto’. Este pensamiento unido a la acción irracional y suicida de las fuerzas guerrilleras principales durante el Tercer gobierno Peronista, hizo que la Argentina tuviera 30.000 desaparecidos. Treinta mil dirigentes que, a no dudarlo, de estar vivos hoy, pudieran haber ayudado a escribir otro presente para nuestra gloriosa nación, hoy sumida en la ignominia del retorno al coloniaje.

No hay otra experiencia en la historia americana -si se prescinde de San Martín y de Belgrano- que los fundadores y jefes naturales de la organización revolucionaria prefirieran volver abajo al trabajo de base luego de escapar del penal de Punta Carretas en su célebre fuga. Ese desprecio por el poder personal y al mismo tiempo, el mostrar el camino del proyecto revolucionario colectivo, solo puede ser rastreado en las actitudes de los próceres fundantes de nuestra Patria Americana, en particular en los dos ya nombrados, en Artigas, en Moreno y en Dorrego. Fue esa actitud sin igual de Sendic, de Marenales, del Ñato Fernández Huidobro, del Pepe Mugica la que -pese a su debilidad momentánea- hizo inmortal a Tupamaros y lo llevó finalmente a la victoria. El pueblo supo que podía confiar en esos hombres, que ellos eran el pueblo hecho política y que más temprano que tarde llegaría con ellos al triunfo para construir un nuevo país. Ese momento ha llegado y honra la militancia sin par de los patriotas uruguayos todos, pero en particular de los héroes resistentes y combatientes del MLN-Tupamaros. Como el Cid Campeador, Sendic sigue ganando batallas desde la enorme estatura de su dignidad americana y popular, unido a la conducta inclaudicable de sus compañeros. El triunfo del Frente Amplio uruguayo, conducido hoy por los gloriosos Tupamaros, agrega un nuevo elemento a esta nueva hora americana donde la idea de la unidad continental vuelve a sonar fuerte en otra oleada antiimperialista diferente de la de los ’70, pero continuadora de la marcha iniciada hace ya tanto tiempo por el inmortal Inca José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru.

Sendic

«La descentralización está en el centro del pensamiento de Sendic, se puede rastrear en sus iniciales y juveniles prevenciones contra el concepto leninista de organización y que en el mano a mano, lejos de la frase elaborada, se resumía en: «Hay que dejar a la gente hacer» una fórmula que reiteraba sin cesar. En este aspecto Sendic también se apartaba del clásico esquema de la fórmula guerrillera. Así como no advertía una oposición frontal entre guerrilla rural y guerrilla urbana, y no concebía un antagonismo entre lucha armada y lucha de masas, tampoco adhería al principio totalizador del centralismo inherente a la jefatura guerrillera. La propuesta de centralismo estratégico y autonomía táctica se tradujo inmediatamente después del simposio de setiembre de 1968 en la creación de siete columnas. La columna era ‘concebida como unidad orgánica político militar que reúne en sí misma las posibilidades (todas) de autonomía (servicios, grupos de acción, agitadores, infraestructura, periferia, etc).’ Cada columna debe estar en condiciones de ‘mantener la lucha en nombre del MLN, aun cuando el resto de la organización haya sido destruida. Y contar con los medios internos como para reconstruir lo destruido.(.)

Contra la opinión de algunos, en el sentido de que quienes habían brindado información en la tortura eran objetivamente traidores, Sendic opinaba que «el que cantó es objetivamente flojo. Lo que tenemos que averiguar es porque es flojo y porque aflojó, y apoyarlo para que se afirme.» La represión adquiere un ritmo de vértigo pero Sendic se les escapa.

El Bebe no tiene hada madrina, ni estrella buena, ni amuleto de la suerte. A veces esquiva el zarpazo por segundos, a veces toma decisiones arbitrarias, aparentemente irracionales y por supuesto inconsultas, que lo colocan siempre unos metros por delante de la represión(..)

Buena parte de su ‘suerte’ debe adjudicarse a sus propios criterios de funcionamiento y otra buena parte, a su costumbre de alternar el uso de la estructura del MLN con su propia e intransferible red de apoyo. «Raúl solía buscar su propia red para dormir y ‘recular’. El mantenía contactos con una serie de mujeres ancianas o de edad madura. Tenía una gran capacidad para reclutar gente mayor de los partidos tradicionales. Había un viejito que decía ser gente de Aparicio (Saravia) que vivía por Peñarol y para quien era un honor tener a Sendic en su casa», cuenta Graciela Jorge. «Se movía por fuera. Lograba adhesiones incondicionales de gente que provenía de los partidos tradicionales, porque tenía una forma muy atractiva de plantear la idea de que él Sendic, no concebía separarse de un blanco o un colorado por cuestiones electorales».(..)

Zabalza sabe que Sendic pernocta a veces en un apartamento de la calle Colonia, donde vive una enfermera(..) y sólo Bentín conoce la casa de Yenny Itté, hermana de Xenia(..) Sendic se ha quedado a dormir a pesar de que Yenny comparte su casa con otras estudiantes universitarias. «Lo conocí cuando tenía veintiún años. En 1970 cuando quedé embarazada, pasamos a vivir juntos, primero en la calle Santa Rosa y después en un local de Colonia Nicolich. Estaba con él el día que leyó en el diario el aviso fúnebre anunciando la muerte de su madre», cuenta Yenny. «No nos veíamos todos los días pero pasamos juntos el día que cumplió 45 años; le hice una torta en forma de estrella de cinco puntas». Yenny hacía de correo: «Me daba contactos en cualquier lugar, el Cerro, camino Maldonado, el centro, la costa, conocía Montevideo al dedillo. Al principio los contactos eran un pretexto para verme. Cuando pasaba una ‘chanchita’ (camioneta de la policía..) me abrazaba, como cobertura y yo le decía ‘mirá que ya pasó el peligro.(..)

El Bebe tenía sus propias tatuceras (cuevas en la tierra. AJL) en Montevideo, a veces dormíamos en la playa en verano, pero en tatuceras. Yo daba cobertura en los locales, hice un esfuerzo por mantenerme legal, pero él igual, vivía unos dos meses en un local y después se los dejaba a otros compañeros.» (..) En el patio de recreo (del penal. AJL) Sendic debía hacer sociabilidad con los llamados presos comunes, que querían conversar con el ‘caudillo’, siempre accedía a los ‘trillos’ (caminatas alrededor de las canchas) y se lo veía caminando con su tranco desgarbado, las manos a la espalda, mirando hacia abajo y escuchando; conversaba particularmente con viejos presos del interior, gente humilde de campo que soportaba largas condenas por ‘duelos criollos’ o represalias en ‘cuestiones de honor’ y que los diferenciaba de los delincuentes profesionales. También jugaba al fútbol, en un equipo, el Cristóbal Colón de la divisional C de la liga de la cárcel. «Jugaba de defensa y tenía la costumbre de despejar, en el área chica, de taquito. La hinchada aullaba.» (1)

Raúl Sendic murió en París el 28 de abril de 1989.

1.- Sendic – Samuel Blixen -Ediciones Trilce -Montevideo
* Autor de Kronos. Una Historia de las luchas y las Organizaciones Revolucioanrias de los años Setenta. Tomo I. El Cielo Por Asalto.