La presencia de tropas españolas en Afganistán es uno de los puntos más importantes de divergencia de la izquierda alternativa con la política exterior del Gobierno Zapatero. El libro del Profesor Marc W. Herold ( Afganistán como espacio vacío: el perfecto estado neocolonial del Siglo XXI, Editorial Foca, Madrid 2007) es una ayuda inestimable para […]
La presencia de tropas españolas en Afganistán es uno de los puntos más importantes de divergencia de la izquierda alternativa con la política exterior del Gobierno Zapatero. El libro del Profesor Marc W. Herold ( Afganistán como espacio vacío: el perfecto estado neocolonial del Siglo XXI, Editorial Foca, Madrid 2007) es una ayuda inestimable para defender con todo tipo de argumentos la retirada inmediata de esas tropas -y de todas las de la OTAN- de un escenario bélico que se ha convertido en un frente más de la guerra de ocupación de EE UU en Oriente Próximo.
La tesis del Profesor Herold de que Afganistán es gestionado como un «espacio vacío», al menor coste posible, por las tropas de ocupación de la OTAN puede tener varías lecturas. Pero en todas ellas esta la terrible asimetría de los efectos de la globalización armada que representa el complejo cívico-militar de ocupación -incluido el presunto gobierno central de Karzai- por una parte, y las vidas corrientes y anónimas de la mayoría de la población rural de Afganistán, sumidos en una economía de supervivencia en la que el cultivo de las amapolas de opio es cada vez más importante. Esa asimetría se desarrolla en dos planos tan distintos de la realidad, que pueden llegar a tocarse -normalmente en la forma de bombardeos aéreos indiscriminados- pero casi nunca a conectar. La prueba mas evidente es que las tropas de la OTAN no han encontrado a Bin Laden o los principales miembros de Al Qaeda, para cuya captura ocuparon y destruyeron todo el país. Tampoco parecen ver las llanuras llenas de amapolas rojas que han convertido a Afganistán en el mayor exportador de opio del mundo.
En los debates en España, el PSOE ha reconocido que falta una estrategia de construcción civil y solo hay sobre el terreno una lógica militar. El libro del Profesor Herold demuestra sin lugar a dudas que no es así. EE UU y la OTAN están aplicando una estrategia militar y civil de ocupación que tiene sus antecedentes en la estrategia contrainsurgente de la guerra de Vietnam. Pero es un fracaso en Afganistán.
Esa estrategia intenta aplicar «desde arriba» no solo el control punitivo de los bombardeos, sino también la construcción de un estado central, a partir del control del Gobierno Karzai de la ayuda internacional, que paulatinamente amplíe su área de influencia desde Kabul con sus propias fuerzas de seguridad. Esta es la posición declarada del comandante de la OTAN, el general Dan McNeill, que considera que los actuales 35.000 efectivos bajo su mando no son suficientes frente a los entre 6.000 y 20.000 insurgentes, y ha pedido en la conferencia de Noordwijk, en Holanda, más tropas europeas.
El fracaso esta garantizado -los datos de NN UU sobre el terreno no ofrecen dudas- porque la sociedad rural afgana no es capaz de generar el tipo de relaciones económicas y sociales que sustenten ese estado centralizado. La prueba más flagrante es que las ONGs que participan en la estrategia civico-militar a través de los PRT ven rápidamente imposibilitada su acción humanitaria y acaban cayendo en la «guerra por los corazones» de las fuerzas de ocupación.
Otra estrategia es posible, a condición de una retirada de las tropas de ocupación. La de una reconstrucción desde las regiones, sin intentar ni la centralización gubernamental que exige una fuerte presión fiscal o el control del comercio exterior (cuando no del narcotráfico) y con la colaboración de los países fronterizos, que en la practica ejercen su influencia sobre los señores de la guerra de cada una de las regiones del país. Es a través del compromiso de los países de la región, y no el «desde arriba» de la OTAN, que se puede y se debe hacer un esfuerzo por la paz y el desarrollo de la población afgana.
Conviene recordarlo cuando la nieve da por terminada la «ofensiva de primavera» de este año. O, si se prefiere la «contraofensiva». Porque aunque lo que la OTAN predecía era la acción militar de los talibanes, en realidad de lo que han servido estas predicciones es de excusa para una operación preventiva militar de la OTAN que ha costado, desde el mes de enero del 2007, 6.000 victimas, un incremento del 50% en relación con el 2006. De ellos 200 soldados de la OTAN, unos 3.000 talibanes según estas fuentes y no hace falta investigar demasiado el carácter de los restantes 1.800 afganos muertos. A pesar de ello, las operaciones militares de los diferentes grupos insurgentes afganos ha crecido un 20% y han hecho su aparición por primera vez los terroristas suicidas.
Pocos libros en castellano tan útiles y completos para esa tarea -que debe empezar por comprender la situación real de Afganistán y no tan solo la imagen virtual que transmiten las fuerzas de ocupación-, que el del Profesor Herold.
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