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Al bienestar no se llega vía Washington

Fuentes: PVP-567

El FA, se ha dicho, ha venido para cumplir su programa. De acuerdo. Hacerlo, se agrega, requiere más de un período de gobierno. Analicemos ese pensamiento. Sin sentirme presionado por las reglas de juego, siempre equívocas, de la democracia capitalista, diría que la circunstancia de haber sido elegido por el pueblo para asumir las tareas […]

El FA, se ha dicho, ha venido para cumplir su programa. De acuerdo. Hacerlo, se agrega, requiere más de un período de gobierno. Analicemos ese pensamiento.

Sin sentirme presionado por las reglas de juego, siempre equívocas, de la democracia capitalista, diría que la circunstancia de haber sido elegido por el pueblo para asumir las tareas de gobierno ha puesto al FA ante un desafío actual e inmediato: gobernar de acuerdo a su programa y persuadir a los uruguayos que se está haciendo todo lo posible para llevar la justicia social a la mayoría de nuestro pueblo. Eso ahora. Y dentro de los plazos constitucionales. Lo demás nos será dado por añadidura.

Aquí y ahora

Si nuestras propuestas, por ser valientes y acertadas, convencen, casi que podría decirse que el respaldo popular estaría asegurado y que, en última instancia, no importa quién gobierne después del FA: los niveles de descentralización, participación política y conciencia ciudadana alcanzados harían que cualquier partido democrático que gobierne sea impulsado a realizar su gestión con el sentido de justicia y la transparencia política de la impronta frenteamplista.

Exhibir resultados puede demorar. Lo que debe hacerse evidente desde ahora es el apego a nuestra identidad, el mostrar los lineamientos y estilos de trabajo nuevos, propios de una fuerza política que nunca hasta ahora había gobernado. Mostrar lo nuevo y lo distinto, lo de izquierda. Por eso no me parecen atinadas las alabanzas al gobierno sobre la base de que ‘asegura continuidades’ con tal o cual aspecto de las políticas de los partidos tradicionales.

Viene al caso una reflexión reciente de Fidel Castro, expuesta en un extenso reportaje realizado por Ignacio Ramonet. Castro insiste acerca de la necesidad de revisar los errores, de reconocer las carencias, de realizar autocríticas. El imperialismo norteamericano no podrá derrotar a esta revolución, ha dicho en un discurso reciente. «Pero podrán derrotarla ustedes si no corrigen sus errores» (…)

¿Un tratado de libre comercio con los EE.UU.?

El debate público acerca de la inserción internacional del país, acelerado por los pronunciamientos realizados en Washington, han generado confusión dentro y fuera de filas. Dentro del FA todavía se está discutiendo un pronunciamiento orgánico de la fuerza política sobre el tema, habiéndose ya avanzado considerablemente en la redacción de un documento nada proclive a un TLC que ha recibido el apoyo de prácticamente todas las fuerzas que componen el FA.

El documento sobre inserción internacional del país, que fue inicialmente abordado por el Plenario Nacional del 25 de marzo pasado, incorporaba una serie de conceptos y advertencias. La nueva redacción ahonda en esa línea que ayuda a situarse con firmeza ante un eventual tratado como el que ahora se impulsa. El asunto está a consideración de la Mesa Política y la última palabra la tiene el Plenario Nacional.

En ese sentido no parecen adecuadas las propuestas de discutir el tema evitando toda referencia al contexto, sin antecedentes ni caracterizaciones. Sugerencias sopladas en off desde la delegación gubernamental en Washington, del tipo de ‘ahora o nunca, Uruguay no puede perder esta oportunidad’ de suscribir un tratado con los Estados Unidos, no indican una forma adecuada de abordar de lo que, en caso de resolverse, constituiría un viraje político de fondo sobre un rasgo que ha sido cardinal en la identidad política del FA.

Se trataría, se dice, de un tratado de libre comercio, como el que el país ha suscrito con Méjico. No es así. Ningún convenio o tratado con los EE.UU. puede perder de vista los antecedentes de ese país en la materia. En esa y en otras.

Tampoco parece un buen estilo usar la muletilla según la cual cualquier referencia que intente ver más allá de lo inmediato, es «ponerse una etiqueta» o realizar un tratamiento «ideologizado». Y con estas palabrejas pretender descalificar cualquier abordaje más o menos crítico siendo que una característica del pensamiento único hoy preponderante es, justamente, su propensión a desideologizar el análisis de la realidad, a partir del desconocimiento de datos fundamentales acerca de cómo funcionan y han funcionado históricamente la economía y la sociedad reguladas por la ideología del capitalismo hegemónico.

Nuestra inserción sudamericana: MERCOSUR más Venezuela

Los aspectos vinculados al comercio, la cuestión de las barreras arancelarias y no arancelarias, las exigencias y requisitos impuestos por los EE.UU. han tenido un amplio tratamiento en el mundo actual. No somos el primer partido de izquierda que se enfrenta a la problemática de las imposiciones desmesuradas, de corte imperialista, que los países desarrollados imponen a los países dependientes en todos los terrenos de la economía.

Imposiciones destinadas, justamente, a mantener y profundizar la brecha que separa la riqueza creciente de los países centrales frente a la pobreza, cada vez más aguda, de los productores de materias primas.

La tendencia más profunda y constante en la evolución de las economías capitalistas más avanzadas es a la concentración industrial, financiera y en los servicios. Al mismo tiempo, a través de los organismos internacionales que regulan el comercio y las finanzas mundiales, las grandes potencias se aseguran la subsistencia de condiciones favorables a su desarrollo y enriquecimiento en perjuicio de las economías más atrasadas.

Las propuestas de integración regional en las que Uruguay está comprometido, básicamente el MERCOSUR, parecían situarse, justamente, en un terreno que abriría la posibilidad de un espacio regional favorable a nuestro desarrollo más o menos independiente, creando mejores condiciones desde las cuales relacionarnos con el resto los protagonistas de la economía mundial.

En bien cierto que el proyecto MERCOSUR ha tenido limitaciones. Es cierto también que, hasta hace muy poco tiempo, en los gobiernos de los países que lo componen prevalecían las concepciones neoliberales. Pero esa situación ha ido cambiando, nuevos gobiernos y nuevas orientaciones abren camino para corregir errores.

La presencia de Venezuela, cuyos beneficios no nos pasan desapercibidos en muchos terrenos concretos a los uruguayos, tiende a configurar otra situación. En ese marco, no parece sensato avanzar en una senda de acuerdos con los EE.UU. que ponga en cuestión nuestra participación en el proyecto de integración regional más propicio para nuestros intereses y al de los demás pueblos hermanos de nuestra América Latina.

El mentidero económico

El falseamiento de los datos, el engaño y la mentira son moneda corriente en las relaciones comerciales de los países débiles con las grandes transnacionales y los países más poderosos. Esto a tal punto es así que existe en el campo internacional una organización que se dedica a analizar los índices de esa falsificación, el llamado I.D.R. (Índice del Doble Rasero) una sardónica denominación que mide los niveles de hipocresía oficial prevaleciente en los estados más ricos del planeta. Uno de los primeros entre los más mentirosos suele ser… justamente el gobierno de los EE.UU.

Por lo demás, en el análisis como partido de gobierno no debiéramos perder de vista lo que ha sido la manera cómo, desde sus orígenes, la izquierda se ha situado con relación a estas realidades. Una nota de Chifflet en Brecha recuerda a propósito de este punto lo que fue el pensamiento de Carlos Quijano. Lo mismo se podría decir de Arismendi, Trías, Real de Azúa, Arturo Ardao, entre otros.

Finalmente, un examen de las reacciones provocadas por la nacionalización de los hidrocarburos resuelta por el gobierno de Evo Morales arroja una luz fría e implacable sobre la naturaleza depredadora y corrupta del capitalismo contemporáneo. En la labor de las multinacionales del petróleo en Bolivia no hay maldad, ilegalidad ni expoliación que se haya dejado de hacer. Un diccionario completito de chanchullos contra el patrimonio económico del pueblo del altiplano.