Ayer resaltábamos la directa implicancia entre los hechos de violencia generados en Perú y la imposición del Tratado de Libre Comercio entre ese país y Estados Unidos, interpretación avalada por los propias demandas de los indígenas en pie de lucha y del propio canciller peruano, quien aseguró que el Gobierno no derogará los decretos que […]
Ayer resaltábamos la directa implicancia entre los hechos de violencia generados en Perú y la imposición del Tratado de Libre Comercio entre ese país y Estados Unidos, interpretación avalada por los propias demandas de los indígenas en pie de lucha y del propio canciller peruano, quien aseguró que el Gobierno no derogará los decretos que los indígenas exigían abolir y que desataron las protestas. El funcionario declaró que estos decretos «apuntan al desarrollo sostenible» y formaron parte de la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, lo que los convierte en «vitales para el país».
Así que el tema TLC parece ser la explicación más simple para entender por qué se disparó la conflictividad en Perú.
Sin embargo el gobierno de Alan García ha optado por una estrategia diferente e inteligente: internacionalizar el conflicto. Tal como lo hizo con mucho éxito durante la campaña que lo llevó a la presidencia en 2006, García intenta incriminar a Venezuela y Bolivia en los nefastos hechos que derivaron en la muerte de decenas de peruanos.
Un legislador del partido gobernante habló el lunes sobre la intención de bolivianizar Perú: «Yo no diré si hay o no presencia activa de un tercer país, pero el proceso es muy parecido al que llevó a Morales a la Presidencia de Bolivia, el propiciar un ambiente de anarquía», manifestó Mauricio Mulder.
El ejecutivo peruano por su parte, lanzó el lunes un spot televisivo que pudo verse, tanto en Perú como en los informativos de los canales bolivianos (que se encuentran en permanente campaña de ataque al gobierno de Evo Morales y que por tal motivo se están haciendo una fiesta con los dichos del gobierno neoliberal peruano).
En el mencionado spot, sin acusar directamente con nombre y apellido a Venezuela, aparecen militares con boinas rojas como las de Chávez mientras se hace alusión a una conspiración internacional que intentaría evitar que el Perú mejore su economía mediante la explotación del petróleo de la Amazonía indígena.
Otro congresista peruano acusó a Evo Morales de «incentivar la rebelión» mediante una carta que el mandatario boliviano envió hace algunas semanas a una cumbre de pueblos originarios realizada en Puno (Perú).
Esto generó la reacción del gobierno boliviano, primero del vocero de la presidencia, Iván Canelas, en la tarde del lunes, y posteriormente (en la mañana del martes) del propio vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera.
Canelas dio una conferencia de prensa en la que aclaró que esa carta había sido en respuesta a una invitación de los pueblos indígenas que organizaron una reunión internacional a más de 2 mil kilómetros del lugar de los fatídicos hechos. Además en la carta no había ninguna referencia al conflicto de la Amazonía, que por cierto lleva casi dos meses.
Y pese a lo absurdo de la acusación, el señalamiento del legislador peruano por el tema de la carta, fue portada el martes de los dos principales periódicos de oposición de La Paz. La Razón tituló: «En Perú vinculan una carta de Evo con la violencia en Bagua», mientras La Prensa fue algo más responsable para señalar que «Perú se apoya en carta de Evo a indígenas para denunciar la injerencia».
La intención política de ambos medios es clara, sugerir la vinculación de Evo Morales -a quien pretenden derrocar- con los hechos violentos acaecidos en un tercer país.
De otro modo hubieran titulado que «el gobierno desmiente la versión peruana sobre injerencia» o cualquier cosa que se le parezca.
Seguramente alarmado ante estos titulares, el vicepresidente García Linera se sintió movilizado para salir a aclarar algunos puntos, por lo que citó a la prensa en horas de la mañana del martes.
«Lo que provoca los conflictos la violencia la muerte y las sublevaciones no son cartas ni documentos, son los problemas internos de cada sociedad, son las injusticias, los abusos y las discriminaciones», aclaró el Vicepresidente.
«Es un gran error el querer exponer problemas internos dirigiendo la mirada a documentos, a libros, a cartas o a programas. Ningún pueblo se rebela leyendo un documento. Los pueblos se rebelan porque sufren, porque se sienten humillados, porque se sienten discriminados, porque se sienten arrebatados de sus riquezas, de sus recursos de sus derechos», insistió en clara referencia a los motivos que despertaron las protestas en Perú.
Como vemos, este conflicto tiene derivaciones gravísimas dentro de la sociedad peruana, que el próximo jueves se movilizará para condenar la masacre, pero también trasciende sus fronteras y por lo menos en el caso de Bolivia, afecta profundamente unas relaciones bilaterales que ya venían muy golpeadas por otros hechos.