Casi al fin de su mandato en la Casa Blanca, y después de destruir el Medio Oriente y cuanto rincón oscuro existe en el planeta tierra, el mandatario George W. Bush parece dispuesto a llevar más desolación, miseria y muerte a Latinoamérica, cuando esa región apuesta hoy por el progreso. El Tsunami Bush se acercará […]
Casi al fin de su mandato en la Casa Blanca, y después de destruir el Medio Oriente y cuanto rincón oscuro existe en el planeta tierra, el mandatario George W. Bush parece dispuesto a llevar más desolación, miseria y muerte a Latinoamérica, cuando esa región apuesta hoy por el progreso.
El Tsunami Bush se acercará a América Latina el próximo viernes, cuando inicie su anunciada gira en Brasil, que lo llevará además a Uruguay, Colombia, Guatemala y México, con el propósito de intentar revertir el escenario esperanzador que se vive actualmente en esa zona, llamada despectivamente el «traspatio» de Estados Unidos.
Como sus antecesores, Bush llevará consigo un saco de dinero, unos 1 470 millones de dólares que ha pedido al Congreso norteamericano, para repartirlo «caritativamente» entre aquellos que se sometan a sus designios, y no le recuerden los estragos que con sus guerras y dominio imperial ha causado en este mundo.
En realidad el jefe de régimen de Washington llegará con mucho retraso a su «traspatio», y poco podrá hacer para conseguir cambiar el interesante panorama que vive en estos momentos Latinoamérica, decidida definitivamente a transformar su futuro.
Los pronósticos indican que El Tsunami Bush, bastante debilitado en los últimos tiempos pero destructor al fin, tendrá que enfrentarse a olas humanas que desde ya lo aguardan, y no precisamente para darle la bienvenida, sino para protestar por su presencia en la región.
Añaden que el actual inquilino de la Casa Blanca recorrerá América Latina en medio de su peor crisis de popularidad en Estados Unidos, desvencijado por el fracaso del Tratado de Libre Comercio de las Américas (ALCA), además de por su derrota en Irak, y desacreditado ante la comunidad internacional por su agresiva política exterior.
A su vez, lleva consigo a Latinoamérica el fantasma de las horrendas torturas cometidas por los soldados norteamericanos en las cárceles de Irak y Guantánamo, las prisiones clandestinas que mantiene Washington en Europa, y los vuelos secretos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por el denominado Viejo Continente.
A todo ese haber se su suma que pocos apuestan hoy por Bush, cuando solo resta poco más de un año para que se celebren en Estados Unidos elecciones presidenciales, y el actual inquilino de la Casa Blanca tenga que abandonar el trono.
Sin embargo, como todo fenómeno consecuencia del calentamiento global que sufre el planeta tierra, no es desacertado que, ante el nuevo embate del Tsunami Bush, América Latina mantenga la alerta roja.