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El largo peregrinaje de los migrantes africanos en México

Atrapados en la frontera

Fuentes: Nueva Sociedad

La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de eliminar todas las posibilidades de asilo para quienes buscan cruzar la frontera mexicana ha llevado a una verdadera crisis para los migrantes africanos. Muchos de ellos llegaron a México con la esperanza de dirigirse a Estados Unidos, pero han quedado detenidos en un país en el que se han visto y se ven sometidos a atropellos, discriminación y violencia. Los menores de edad son quienes más sufren esta situación.

El primer día del segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos los periódicos publicaron la infame foto de una mujer colombiana cayendo de rodillas de dolor en el momento en el que su cita para solicitar asilo era cancelada abruptamente. Como la orden ejecutiva de Trump detuvo todas las posibilidades de asilo y cerró la popular aplicación CBP One, que permitía a migrantes de todo el mundo concertar sus citas para realizar una solicitud de asilo o reunir a sus familiares, ella y miles de personas más se han quedado en el limbo, creando de hecho «ciudades prisión» en las fronteras del sur y el norte de México.

Durante su primer mandato como presidente, Trump instauró los Protocolos de Protección al Migrante (conocidos popularmente como «Permanecer en México»), que obligan a la mayoría de los solicitantes de asilo que llegan a la frontera de Estados Unidos a través de territorio mexicano a permanecer en México mientras se examina su caso. Además, impuso una normativa llamada Título 42, que permitía al gobierno estadounidense expulsar a los migrantes sin una evaluación de asilo sobre la base de una laguna jurídica establecida en los tiempos de la pandemia de covid-19. El presidente Biden eliminó el MPP en 2022 y el Título 42 en 2023. En una crítica a estas políticas, el periodista Isaín Mandujano señala que «México se queda haciendo el trabajo sucio de Estados Unidos» y enfatiza que los migrantes que esperan en México, tanto en la frontera norte como en la sur, son vulnerables a la violencia de los cárteles y al femicidio o la agresión sexual hacia las mujeres. La política de «permanecer en México» se ha restablecido con Trump, a pesar de que la nueva presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, haya señalado que «México no aceptará recibir a migrantes que soliciten asilo en Estados Unidos», pero que el país proporcionará asistencia humanitaria, lo que sin duda pondrá a prueba a la patrulla fronteriza y a los servicios militares mexicanos.

Como investigadora estadounidense especializada en estudios africanos que trabaja en México, nunca pensé que mi campo de estudios se acercaría tanto a mi actual hogar. Mi trabajo de campo siempre me llevó a Senegal y la región del Sahel, o a relacionarme con migrantes senegaleses en Italia y España. Sin embargo, en 2022 recibí una llamada de un centro de de migrantes menores de edad ubicado en Ciudad de México. La persona que se comunicó conmigo me solicitaba ayuda para interpretar a un joven migrante senegalés que solo hablaba el idioma wolof. Había viajado a México con la esperanza de probar suerte en la frontera con Estados Unidos. El joven había estado viajando con un grupo de personas de Senegal a través de Marruecos y El Salvador, cuando fue detenido en el aeropuerto de Ciudad de México por las autoridades migratorias. Luego fue enviado al centro de migrantes menores de edad, pero se negó a comer o cooperar con las autoridades del establecimiento. Estaba confundido y frustrado por la razón de su detención. Las autoridades consideraron que, tanto él como un niño de Gambia de 13 años y un niño de Mauritania que acababa de cumplir 17, corrían el riesgo de ser víctimas de los traficantes en su camino hacia la frontera con Estados Unidos. Todos se enfrentaban a las mismas opciones: ser devueltos a casa, la posibilidad de solicitar asilo en México o reunirse con un familiar registrándose a través de la aplicación CBP One y esperando su cita en el centro de detención. Ninguno de ellos quería la primera ni la segunda opción. Localizamos al padre y a un tío del niño senegalés en Estados Unidos. Sin embargo, no pudieron llegar a la frontera hasta que su hermano mayor salió de Senegal y realizó el mismo viaje a través de El Salvador para ayudar a sacarlo del centro en Ciudad de Mexico.

El chico mauritano llegó a México de una manera muy diferente. Decidió emigrar porque su madre había muerto recientemente, su padre era anciano y no podía trabajar, y muchos de sus primos ya habían emigrado a Estados Unidos. Esperaba unirse a ellos. Me dijo que fue en avión desde la capital mauritana, Nuakchot, a Marruecos, donde voló a Turquía, Colombia, luego a El Salvador y de ahí a Nicaragua. Desde Nicaragua viajó en autobús, en barco y a pie a través de Honduras, pasando nuevamente por El Salvador y luego por Guatemala hasta llegar a México. Fue detenido en Ciudad de México y llevado al centro. Regresar a Mauritania no era una opción. Como tenía primos en Estados Unidos, el centro trabajó con las autoridades migratorias para encontrar una forma de trasladarlo a un centro de detención al otro lado de la frontera a la espera de la autorización para reunirse con su primo. Después de un año en México, donde aprendió español, fue trasladado y ahora se ha establecido en Columbus, Ohio.

Las estadísticas sobre el número de ciudadanos africanos que llegan a México y solicitan la entrada en Estados Unidos se han disparado en los últimos 10 años, lo que, como afirma Miriam Jordan, «agrava la crisis en la frontera entre México y Estados Unidos, ya que se unen a legiones de migrantes de América Central y del Sur». A medida que Europa ha ido cerrando sus fronteras, muchos africanos han buscado rutas migratorias nuevas y a menudo peligrosas para entrar en territorio estadounidense, como lo habían hecho los tres chicos del Sahel. Las estadísticas de migración de Estados Unidos muestran que en 2020 el número de migrantes que ingresaron a través de la frontera y que procedían de fuera de México y América Central, a menudo llamados «extracontinentales», que incluyen a africanos, fue del 12 %. En 2023, representaban el 51 %. Entre 2007 y 2018, el número de ciudadanos africanos que viajaron o atravesaron México pasó de 460 a casi 3000. Durante este tiempo, la mayoría de las personas que llegaron del continente provenían de Somalia, Eritrea y la República Democrática del Congo. Lo hacían huyendo del conflicto armado que se desarrollaba en esa región. A partir de 2015, llegaron más personas de Senegal y Guinea Conakry y, en 2019, antes de la pandemia de covid-19, ya había 7065 migrantes africanos en México. En 2021, después de que se reabrieran las fronteras de Costa Rica y Panamá, había 5084 africanos que llegaban a México a través de América Central. Un artículo de AP News muestra que en 2022 había 6672 migrantes africanos en México, cifras que se dispararon a 59.834 en 2023. Las cifras brindadas por el gobierno mexicano a fines del año pasado indicaban que la cantidad de migrantes indocumentados del continente alcanzaba a 46.288 personas.

En la frontera

Durante la primera administración de Donald Trump, México se convirtió en un espacio de procesamiento de migrantes, miedo y despojo de derechos. En 2019, Trump amenazó a México con aranceles y, en respuesta, México suspendió los visados de viaje para los migrantes que entraban a México desde Guatemala para dirigirse luego a la frontera con Estados Unidos. Como resultado, muchos de estos migrantes establecieron comunidades en ciudades fronterizas del sur, como Tapachula, e incluso crearon una Asamblea de Migrantes Africanos que protestó por las violaciones de derechos humanos por parte de la Guardia Nacional. Al igual que en 2019, Trump ha amenazado con imponer aranceles del 25 % a los productos importados de México y, en un esfuerzo por retrasar el impacto económico, la presidenta Sheinbaum acordó enviar 10.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera norte para hacer frente a la violencia de los cárteles, el flujo de fentanilo y la situación de los migrantes. Sin embargo, como señala Santiago Aguirre, director del Centro de Derechos Humanos, al igual que en 2019, poner a la Guardia Nacional a cargo de la vigilancia de la frontera crea problemas de abuso físico y fuerza excesiva, además del hecho de que la sociedad civil está desbordada y los migrantes se quedan sin un organismo de gobierno que desarrolle el monitoreo de los posibles abusos militares. Los investigadores Madeline Ray y René Leyva Flores elaboraron un informe sobre la salud pública de los migrantes africanos indocumentados en México. Allí afirman que estos migrantes se enfrentan a una doble vulnerabilidad debido a las dificultades lingüísticas, la discriminación racial, las rutas peligrosas y la falta de documentación. La ausencia de consulados en la mayoría de los países africanos también es una barrera para que los migrantes tengan acceso a asistencia jurídica.

Hace poco hablé con los trabajadores del centro donde estaban alojados los chicos que conocí. Me informaron de que varios jóvenes migrantes habían visto canceladas sus citas con el CBP One y que el centro no sabía qué hacer con ellos. Ahora que sus opciones se han reducido aún más, el gobierno mexicano tiene un problema potencialmente enorme entre manos. ¿Se está convirtiendo México en un destino involuntario para los migrantes africanos en lugar de ser solo un país de tránsito? ¿Cómo responderán el gobierno y la sociedad mexicana? Como señala el antropólogo Bruno Miranda, en 2021, con solo 2034 migrantes africanos detenidos, la falta de personal y recursos provocó el colapso del sistema de refugiados. Ahora que su número es mucho mayor y sus posibilidades de llegar a suelo estadounidense se han visto truncadas, ¿cuál será su destino? ¿Y qué implicaciones tendrá para la sociedad mexicana?

Nota: La versión original de este artículo, en inglés, se publicó en Africa is a country el 21/02/2025 y está disponible aquíTraducción: Mariano Schuster.

Fuente: https://nuso.org/articulo/migrantes-africanos-en-mexico-atrapados-en-la-frontera-/