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Desde los 90, cuando la inseguridad irrumpió como un problema social, la clase política ha establecido un pacto con la policía, por el cual le concede una amplia autonomía a cambio de evitar noticias negativas. Para disimular esta no-gestión, algunos políticos caen en la comisarización: se ponen –literalmente– la gorra. Pero este contubernio se encuentra en crisis, sostiene en esta nota Marcelo Saín, que explica las causas por las que el esquema cruje y repasa su experiencia como ministro de Seguridad de Santa Fe.
Entre 1983 y 1992, en Argentina se establecieron las bases institucionales de la defensa nacional y la seguridad interior y, en ese marco, se excluyó a las Fuerzas Armadas del ámbito de la seguridad interna, salvo en situaciones excepcionalísimas. No obstante, durante la última década se emprendió una serie de iniciativas que implicaron la militarización […]