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Esta figurilla de barro que ven en la imagen es un siurell mallorquín. Se lo regalaron a mi padre cuando yo apenas tenía 10 años. El mito de los siurells decía que con su pequeña flauta mágica, eran capaces de ahuyentar los vientos que venían del mar. Para nosotros, su magia estaba en su pequeña célula solar, que era capaz de transformar fotones en electricidad y mover así el motor que empujaba al caballo.