«El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad» (Juan Pablo II) Ya se le olvidó a Barack Obama que cuando el 11 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas (World Trader Center) fueron derribadas por un acto terrorista, el mundo […]
«El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad» (Juan Pablo II)
Ya se le olvidó a Barack Obama que cuando el 11 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas (World Trader Center) fueron derribadas por un acto terrorista, el mundo entero nos solidarizamos con Estados Unidos (no nos importó si nos simpatizaba o no quien gobernaba en ese momento), y de inmediato condenamos, y aún hoy condenamos, semejante acto de barbarie. En lo personal escribí en medios europeos y latinoamericanos repudiando ese acto antihumano.
Desde el 28 de junio del 2009, el pueblo hondureño ha sido víctima de un acto terrorista prolongado, el golpe de Estado-militar que derrumbó su torre democrática. El mundo entero ha condenado ese acto, incluido Estados Unidos, pero con ambigüedad.
Un acto de terror, como los citados, no se puede cubrir con malabares políticos o económicos. ¿O es que Estados Unidos aceptaría y engavetaría en el olvido la voladura de las Torres Gemelas por un pago a daños materiales, o aceptaría que el mundo entero votara en las Naciones Unidas y con la evidencia del mal que Estados Unidos ha hecho en otras épocas al mundo justificáramos la masacre del World Trader Center? Por supuesto que es absurdo, así como es de absurdo que Estados Unidos haya anunciado que reconocerá las elecciones en Honduras, que se están realizando bajo Estado de terror. Y esto más, ya se anuncia que Washington está cabildeando para que otros países también las reconozcan.
Después de lo ocurrido con las Torres Gemelas, Estados Unidos se ha convertido en el abanderado de la lucha mundial antiterrorista, entonces, ¿cómo es posible que el flamante Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, contradiciendo esa política, reconozca unas elecciones efectuadas por los mismos que mantienen a Honduras en el terror desde hace cinco meses? Es tan terrorista el que perpetra el acto como el que lo respalda. En el caso de las Torres Gemelas, ¿podría exonerarse del acto a bin Laden porque en ese momento no estaba en Estados Unidos si no en una montaña, quién sabe dónde?
América Latina está en la obligación de presentar moción para que en los organismos internacionales, regionales y donde sea, los golpes de Estado se tipifiquen como actos terroristas, pues no son más que eso. No importa la ideología del gobernante, como es el caso de Álvaro Uribe de Colombia, que ya se está postulando para una nueva reelección (no sé cuántas van ya), no obstante, igualmente sería condenable que se le asestara un golpe de Estado-militar, interno, externo, o combinado como ha sido el caso de Honduras.
Quizá Roberto Micheletti sólo recibe órdenes de Estados Unidos (aseguran que de Vásquez Velásquez también) y las cumple. También puede ser que Micheletti dicte al pueblo hondureño lo que le dicta Estados Unidos, ¿será esa la función primordial de un dictador? Esto se deduce de la más reciente declaración en radio y televisión que hiciera el gobernante de facto de Honduras, Roberto Micheletti, en la que anunció que en plena celebración de elecciones fraudulentas tomaba vacaciones de ocho días para ir a reflexionar (¿riflexionar?)
Más tardó Micheletti en balbucear esa «retirada» que Estados Unidos en felicitarlo por tan acertada decisión: «Celebramos que vaya a tomar un permiso de ausencia y esperamos su pronta implementación. Esto dará algo de respiro para que el proceso en Honduras avance», apuntó el vocero del Departamento de Estado, Robert Wood.
No sabemos si es cinismo extremo de Estados Unidos o la prepotencia imperial hace subestimar a todos los demás y creen a ciencia cierta que el pueblo hondureño es una bola de idiotas sin la capacidad mínima de pensamiento, sin ninguna dignidad y sin ninguna aspiración más en la vida que agachar la cabeza para que el que quiera le ponga la bota en la nuca.
Es cuestión de sentido común, de lógica elemental, al anunciar Roberto Micheletti que se retira el 25 de noviembre, pues automáticamente quien asume el mando de la presidencia de facto es el general Romeo Vásquez Velásquez, pues ambos son los cabecillas del golpe de Estado-militar. Ante la ausencia del ejecutor del golpe de Estado (Micheletti), lo releva de inmediato el ejecutor del Golpe militar (Romeo Vásquez Velásquez). Por eso se insiste, solo separados por un guión, en llamársele golpe de Estado-militar.
Así que las elecciones dentro del gobierno de facto, se llevarán a cabo directamente bajo el mando de la bota militar (con o sin Micheletti), al asumir Romeo Vásquez Velásquez la presidencia de la República, puesto que Micheletti representa todo lo civil de facto: Poder Ejecutivo, Corte Suprema y Congreso Nacional. Ante la ausencia de Micheletti, quien gobierna directamente es el general Romeo Vásquez Velásquez. Es en este ambiente en que se darán las elecciones, que de cualquier manera son ilegales.
Con la idea del «retiro» de Micheletti, como continuidad del fraude, es convocar al Congreso nacional para que vote por la no restitución del presidente Zelaya y allí mismo relevarlo por un tercero, quizá por el tristemente célebre presidente de facto del Congreso, para que realice el traspaso de mando el 27 de enero del 2010. ¡Qué genios!
Supongamos que a raíz de las reformas en salud, educación, inmigración, etc., a Barack Obama el pentágono lo saca a las cinco de la mañana: pistola en la sien, rodeado de ametralladoras y tanques fuera de su casa. Lo expulsan. En las protestas mueren unos cuantos estadounidenses. Los ejecutores del hecho terrorista convocan a nuevas elecciones, y todos felices y en paz y de Obama nadie más se acuerda. Esto no podría suceder ni en la peor película de Hollywood.
Basta con recordar la paliza que en 1992 la policía de Los Ángeles propinó al afroamericano Rodney King, que fue grabada y posteriormente cuando un jurado compuesto casi completamente por blancos absolvió a los cuatro agentes de policía, esto desembocó en lo que se conoce como el disturbio de Los Ángeles, en donde ardieron cientos de edificios, hubo heridos, saqueos y alarma nacional. ¿Podrían imaginarse si esto sucedió por un ciudadano común que pasaría por el presidente de Estados Unidos?
No quisiera comentar sobre el fraude electoral en Honduras porque es un insulto a la inteligencia hablar de elecciones dentro la caótica situación política hondureña, el fraude es todo lo que se haga mientras no se regrese a la constitucionalidad. Por ejemplo, ya se dice en medios golpistas de que de los hondureños residentes en Estados Unidos se obtendrá un millón de votos, si no fuera por lo grave de la situación se tomaría como un chiste que arrancaría las carcajadas de cualquiera, en comicios pasados efectuados en Estados Unidos, éstas fueron las cifras (El Heraldo, Honduras, 26.08.09): Las ciudades con mayor afluencia de electores fueron Miami, con 1.170; Los Ángeles, 678; New York, 676; Houston, 519; Nueva Orleans 99 y Washington 399). Así que el hecho de estimar desde ya un millón es parte del colosal fraude.
La salida es no reconocer esas elecciones, revertir el golpe de Estado-militar y convocar unas nuevas elecciones con transparencia, en donde la participación hondureña esté en igualdad de condiciones y no como ahora, que se votará con tinta sangre y con la bota militar. El embajador de Estados Unidos en Honduras, Hugo Llorens, lo sabe muy bien. Y sabe también que el Canal 36, Cholusat Sur, lleva ya tres días censurado y otros medios están bajo amenaza.
A cinco meses del golpe de Estado-militar, el pasado 19 de noviembre, el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, afirmó en su rueda de prensa diaria que para EE.UU. «ha sido y sigue siendo una preocupación que haya habido una serie de violaciones de los derechos humanos desde el golpe y hemos instado constantemente al régimen a respetar los derechos de los ciudadanos hondureños.»
¡Vaya descubrimiento! Cantidad de representantes de los Derechos Humanos, tanto hondureños como de otras nacionalidades, entre ellos la CIDH, han viajado a Washington con pruebas fehacientes de los horrores con que intentan someter al pueblo hondureño, y continúan haciéndolo, desde el golpe de Estado-militar. Igualmente lo atestigua la congresista demócrata de Estado Unidos, Janice Schakowsky, quien dijo el día 12 que constató una marcada violación de los derechos humanos en Honduras tras el golpe de Estado perpetrado el pasado 28 de junio. Si Washington realmente impulsara la democracia en Honduras, debería mencionar las cosas por su nombre: casi una treintena de muertes confirmadas; violación de los derechos humanos a más de cuatro mil hondureños (datos de hace dos meses); mujeres violadas por la policía; sicariato; asalto a casas para propinar palizas y asesinar a dirigentes populares e intimidación; compra reciente de armas represivas; terrorismo mediático, y aún así Estados Unidos manda mensajes a los golpistas terroristas de que reconocerá los resultados de las elecciones efectuadas en condiciones tan deplorables.
Esto sólo nos lleva a pensar: la Administración Obama es cómplice o, efectivamente, unos pocos republicanos son los que verdaderamente gobiernan en Estados Unidos.
Así que alerta América Latina, lo dicho por Obama en Trinidad y Tobago, de una nueva etapa de relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, pueden ser sólo palabras que se perdieron en las brisas marinas de las islas caribeñas.
Roberto Quesada, a quien el prestigioso escritor norteamericano Kurt Vonnegut calificó de «claro, vivaz y muy talentoso escritor», nació en Honduras, en 1962. Es autor, entre otros, de Big Banana (1999), su tercera novela, también ha tenido una magnífica acogida en Estados Unidos, igual que su edición en español (Seix Barral, 2000). Su obra ha recibido comentarios favorables de importantes publicaciones literarias, entre otras The New York Times Book Review y Babelia (El País, España). Otros títulos: El desertor, Los barcos, Nunca entres por Miami, La novela del milenio pasado, El humano y la diosa.
Fuente: www.hondurasusaresistencia.com
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