Gordon Brown debería aceptar la responsabilidad que tuvo Gran Bretaña en la proliferación de ataques terroristas más que apuntar a Pakistán como al único culpable.
Gordon Brown está poniendo a Pakistán en el punto de la mira. Su afirmación de que el 75% de los complots terroristas se originan allí es parte ahora de una postura occidental que rehúsa aceptar cualquier responsabilidad en el incremento de reclutas por parte de las organizaciones yihadistas. Así como los sucesos del Domingo Sangriento ayudaron al IRA en el reclutamiento de miembros, las guerras en Irak y Afganistán apoyadas por los laboristas juegan un importante papel en la motivación de los musulmanes jóvenes para sacrificar sus vidas. Los atentados de Londres, que Brown mencionó en Pakistán, fueron el resultado directo de la política exterior del laborismo. Existe casi unanimidad sobre ello dentro de la comunidad del servicio de inteligencia británico. Si Gran Bretaña no hubiera participado en la ocupación militar de los dos países, no habrían tenido lugar los ataques ni los viajes de entrenamiento a Pakistán, o a donde fuere
Las agencias estadounidenses de inteligencia están llegando al consenso de que la guerra en Afganistán se ha convertido en un desastre. Algunos de los consejeros de Obama están recomendando una estrategia de retirada. Los halcones de Washington (respaldados por Brown) argumentan que, aunque mala, la situación militar es reversible. Esto puede ser técnicamente cierto, pero requerirá del bombardeo sistemático de todo el sur afgano y parte de Pakistán, de la destrucción de decenas de pueblos y pequeñas ciudades, de que mueran incontables pashtunes [Grupo etnolingüístico de origen iraní, cuya población se localiza en el este y sur afgano y en algunas provincias de Pakistán. N. de la T.], y del envío a la región de al menos 200.000 militares, junto con su equipamiento, y apoyo logístico y aéreo correspondiente. Las consecuencias políticas de tal camino son tan graves que hasta Dick Cheney, lo más parecido al Doctor Strangelove que ha producido Washington, ha sido inusitadamente cauto cuando se le consulta sobre la solución militar al conflicto.
Al-Qaeda, como la CIA lo ha dejado claro recientemente, está en decadencia. No ha vuelto a provocar ningún suceso similar al del 11-S. Su principal líder, Osama Bin Laden, podría estar muerto (este año de elecciones presidenciales en Estados Unidos no ha hecho ninguna de sus habituales apariciones en video) y su segundo en la jerarquía ha recurrido a bravuconadas y amenazas. Ahora Gordon Brown parece haber descubierto la existencia de los Lashkar-e-Tayyaba (Soldados de Medina), cuya existencia viene de antiguo. Éste es uno de los grupos de la Yihad más virulentos creados por la ISI [Inter- Services Intelligence], el servicio de seguridad pakistaní, a mediados de los 90. Su objetivo fue (como señalé en 2001) repetir la exitosa guerra muyaidín contra los rusos en Afganistán mediante la apertura de un nuevo frente en la Cachemira india. No podría existir sin el patronazgo del ejército. Tenía unos 50.000 miembros militantes, soldados de a pie entrenados en campos en la Cachemira controlada por Pakistán, financiado por los saudíes y el gobierno pakistaní. Se reclutan hijos adolescentes de las familias pobres, mientras que los subsidios del Estado a los mártires contribuyen a financiar la organización.
Después del 11-S, Pervez Musharraf los relegó a un segundo plano y el apoyo financiero les fue reducido significativamente, pero no se disolvieron. ¿Estuvieron implicados los Soldados de Medina en el atentado de Bombay? Posiblemente, pero podrían no haber actuado por su propia cuenta. Necesitaban ayuda dentro de la India, un hecho del que la elite india y sus apologistas occidentales se espantan. ¿Por qué debería ser tan sorprendente que algunos de los perpetradores del atentado puedan ser musulmanes indios? Ha existido mucho odio dentro de los estratos más pobres de la comunidad musulmana contra la discriminación sistemática y otros actos de violencia contra ellos, de los cuales el progrom anti-musulmán de 2002 en Gujarat fue sólo el más flagrante.
Agréguese a ello el padecimiento continuo de Cachemira, que durante décadas ha sido tratada como una colonia por parte de las tropas indias, con arrestos al azar, torturas y violaciones diarias. Las condiciones han sido mucho peores que en el Tíbet, pero han despertado poca simpatía en occidente. Ser implacable con el terrorismo, pero no con sus causas, como hemos visto desde el 11-S, no conduce a ninguna parte.
Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO . Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].
Traducción para www.sinpermiso.info : Camila Vollenweider