
Estas afirmaciones constituyen una grave distorsión de la verdad histórica y una afrenta a la memoria de las víctimas del terrorismo de Estado. Justificar el golpe es también justificar crímenes atroces como la «Caravana de la Muerte», donde más de 100 dirigentes y miembros del gobierno del presidente Salvador Allende fueron sacados de las cárceles, brutalmente torturados y ejecutados. Es justificar la masacre de los 70 campesinos de Paine, los 15 campesinos de Lonquén, y los asesinatos en Santa Bárbara, Laja, Chihuío, entre tantos otros. Muchos de ellos fueron arrancados de sus hogares, padres junto a sus hijos, ejecutados y hechos desaparecer, sin que sus cuerpos fueran jamás entregados a sus familias.