Bugchasing, fisting, chemsex o slamsex… No son simples palabras en inglés. Son algunas de las prácticas sexuales de riesgo que están en alza entre adolescentes y jóvenes y que como explica la educadora social Alicia Bazán Román, “conllevan un peligro físico, psicológico o de cualquier índole para una o más personas dentro de la misma, incluyendo enfermedades, agresiones e incluso la muerte”.
Y es que la población joven, lejos de tener sexo, normaliza dicha violencia influida por la pornografía que consume. “Confunden violencia con disfrutar de las relaciones sexuales. Tanto es así que muchos y muchas no conciben una relación sexual sin violencia, ya sean cachetadas, mordiscos, tirones de pelo o incluso cosas mucho más graves. Haciendo este tipo de cosas piensan que se disfruta más, que es una manera de expresar su excitación durante la relación sexual”.