Los números de la pandemia del coronavirus en Brasil son cada vez más estruendosos. El total de muertos supera los 182 mil, el de infectados se acerca a seis millones 900 mil.
Los números de la pandemia del coronavirus en Brasil son cada vez más estruendosos. El total de muertos supera los 182 mil, el de infectados se acerca a seis millones 900 mil.
Marielle Franco es gigante, no sólo por lo que representó en vida, también por la movilización social, física y digital, que desató su asesinato.
La transformación del PT pasa por una nueva dirección. Lo que no es posible sin una división de su corriente mayoritaria y el triunfo de una «revolución interna».
La política en Brasil volvió a su cauce tradicional en las elecciones municipales de noviembre, al descartar los candidatos antisistema que ganaron fuerza en comicios anteriores, pero exacerbó una fragmentación que agrava las dificultades de gobernanza.
A pesar de los magros resultados del PT en las recientes elecciones municipales, la izquierda comienza a posicionarse en el escenario político por medio de nuevos partidos y nuevos liderazgos.
En un almacén del ministerio de Salud en Sao Paulo están casi siete millones de testeos de coronavirus sin distribuir a provincias y municipios. A fines de enero tendrán su validez agotada. O sea, serán pura basura.
Las elecciones municipales de 2020 fueron atípicas. En primer lugar, porque se produjeron en medio de una pandemia que ya ha matado a más de 173.000 brasileños y ha causado una grave crisis económica y social. Segundo, porque tuvieron lugar bajo el gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, que hace meses amenazó con dar un golpe.
Los resultados electorales en Brasil muestran cambios en la izquierda. El Partido de los Trabajadores (PT) pierde su hegemonía y emergen nuevas formaciones más jóvenes y menos burocratizadas, pero más pequeñas. También recuperan lugar algunos partidos clásicos del centroizquierda. Por el momento estas fuerzas no logran llenar el vacío que deja la crisis del PT.
Sin un partido propio, Bolsonaro se enfrenta a una recuperación de los partidos tradicionales, a cierto agotamiento de su retórica antiizquierdista como el eje de su discurso y a la propia desorganización de sus fuerzas. Nada asegura que su destino sea el de su aliado Donald Trump y su base conservadora sigue ahí, pero los resultados son una fuerte señal de alerta para el presidente brasileño.
Se puede decir que el eje de la política nacional ha cambiado en esta elección que acaba de terminar. De la derecha al extremismo de centro-derecha, del lulismo a la pluralidad del campo de centro-izquierda, del eterno mando masculino a las novedades femeninas.