
Chile realizó todas las “reformas” ordenadas por la doxa neoliberal: privatizó el agua, la energía, la Educación, la Salud, la Previsión, concesionó el resto, destruyó la Legislación del Trabajo, o sea la protección social de los trabajadores, facilitó la inversión nacional y extranjera, le vendió las joyas de la familia al peor postor, redujo o simplemente eliminó los impuestos del riquerío y de las grandes corporaciones… para aterrizar donde todo esto aterriza: en la generalización de la corruptela.