Europea (UE), a lo largo de su existencia, ha revelado comportamientos y políticas que aún arrastran la sombra de su pasado colonial. Esta tendencia se manifiesta no solo en la política exterior de sus Estados miembros, sino también en la forma en que estos países interactúan con naciones de América Latina que han roto con las cadenas de la colonialidad del poder y han emprendido procesos auténticamente revolucionarios, como en el caso de Nicaragua.