Montevideo, 5 de enero de 2006 El país productivo con justicia social no puede seguir esperando Este fin de año, nuestro Campamento, ha cumplido nueve meses de digna batalla contra la injusticia, la desidia gubernamental y las falsas promesas. De igual manera, este gobierno «progresista», sólo progresó en sus planes de ajuste vinculados a las […]
Montevideo, 5 de enero de 2006
El país productivo con justicia social no puede seguir esperando
Este fin de año, nuestro Campamento, ha cumplido nueve meses de digna batalla contra la injusticia, la desidia gubernamental y las falsas promesas. De igual manera, este gobierno «progresista», sólo progresó en sus planes de ajuste vinculados a las recetas fondomonetaristas y la obediencia ciega a los organismos internacionales de «crédito» que, de manera consecuente y firme, avanzan en sus viejas políticas confiscatorias de las riquezas nacionales y de los trabajadores de la ciudad y del campo. Por ello sostenemos que los remates, en su inmensa mayoría, son un despojo y lo que es peor, significan la condena a un drama social de incalculables consecuencias, para estas y las futuras generaciones. Nuestro Movimiento no responde a organización política alguna y lejos está de especulaciones coyunturales de tranco corto; responde si, como no podría ser de otra manera, al mandato imperativo de los pequeños productores que, producto de las políticas aberrantes de gobiernos anteriores, se han endeudado de manera terminal; este gobierno, al cual muchos de nuestros integrantes apostaron con esperanza, avanza en la dirección que significa nuestra muerte civil y, por ende, un golpe brutal al país productivo que todos anhelamos, merecemos, reclamamos y que, en octubre de 2004, los hoy gobernantes, prometieron, solicitando nuestro voto.
En vísperas de este fin de año, se apersonó en nuestro Campamento el Dr. General de Seguridad Inspector Mayor Raúl Guarino; en esa instancia transmitió la ordenanza del Ministerio del Interior y el gobierno en la dirección de liberar la calzada que circunvala el palacio de las leyes y desarmar nuestro campamento, que se ha convertido en símbolo de la dignidad de nuestra gente. Indudablemente, para el gobierno «progresista», era muy importante cerrar el año sin la presencia de nuestros fierros, nuestro campamento y nuestros animales. El gobierno sabe (y tal vez le molesta) que nuestra trinchera es la de muchos orientales que han acudido a ella para plantar bandera y hacer sentir su voz soberana. Así llegó la marcha del agua, así se expresaron los fogones Artiguistas, contra las plantas de celulosa; de igual modo, innumerables compañeros de todo pelo pero de una sola entereza y principios, han estado con su apoyo, su palabra y su empeño. Al gobierno le incomoda. Liquidado el trámite que nos impone el Tratado con el imperio, el gobierno ya no está dispuesto al alboroto de la gente de pata en el suelo y dignidad en alto que, como nosotros, se ha expresado a lo largo del año por el trabajo y la justicia ancladas en la soberanía nacional.
El gobierno esperaba convencernos; no lo ha logrado. Le dijimos que el campamento era de los productores y no de algunos dirigentes; que la negociación se debe dar en las órbitas de decisión más altas y que nuestros reclamos tienen vigencia y justeza. El penúltimo día hábil del año, el Ministro del Interior, el Dr. Díaz, junto con el Inspector Bernal y el Jefe Guarino, recibieron a una delegación de MADUR, Movimiento Agropecuario del Uruguay. A los planteos de las autoridades le respondimos con la certeza de nuestra verdad y la evidencia de nuestra razón. Dejamos claro que no estamos dispuestos a levantar el campamento sí no hay soluciones, para lo cual solicitamos, en primera instancia, ser recibidos por el Sr. Presidente Dr. Tabaré Vázquez y el Ministro de Ganadería José Mujica, a quienes MADUR presentará su plataforma. Frente a nuestra convicción el Ministro Dr. Díaz se ofreció y comprometió a establecer un vinculo para ese diálogo al más alto nivel.
Esperamos esa instancia sin expectativas desmedidas y con la firmeza de siempre; no estamos dispuestos a dejarnos engañar, a levantar nuestras medidas de lucha, sin soluciones, ni a permitir que se nos amedrente con las fuerzas del orden. A quienes tienen el deber de cumplir órdenes, le decimos que las cumplan, ellos no son nuestros enemigos. Sí lo son aquellos «quienes se oponen a la pública felicidad». Nosotros estaremos a la altura de la justicia de nuestros derechos y reclamos. Tenemos nuestra firme conciencia anclada en la justeza de los mismos y en la impostergable sustentabilidad y existencia de nuestra fuente de trabajo, nuestra familia y nuestra razón de ser. No amenazamos pero no nos van a correr con el poncho; nos manejamos con responsabilidad y dignidad. Que no nos crean sumisos y que no piensen que nos ahogamos en coyunturas; nuestra pelea es por la producción de nuestros campos, por la soberanía alimentaria, por el derecho a la tierra, por la vigencia del país productivo y contra quienes escamotean el futuro de bienestar del pueblo.
Nuestros hermanos latinoamericanos están en lucha. En lucha por trabajo, salario, salud, vivienda y educación; en la Patria Grande, vemos la dignidad de los campesinos bolivianos reclamando su hora, la lucha consecuente del «Movimiento Campesino» que saben y comprenden que sólo su lucha resolverá sus males. América se levanta contra el opresor del norte y contra los «peores americanos» que hacen mandados y pretenden curar con paños tibios y promesas ya desmerecidas, el cáncer de la apropiación de la tierra por los financistas que especulan con el hambre de los pueblos. Artigas, en su tiempo histórico, policía de la campaña, viendo el estado miserable de la misma y el oprobio en que vivía su gente, supo tomar partido por los más infelices a la hora de actuar y a la hora de rebolear el sable lo hizo contra el tirano, el oligarca, el invasor, no contra su pueblo; a su lado tuvo al indio, al gaucho, al negro, al mestizo, a la mujer y al pobre que tenían enhiesta la capacidad de lucha y esperanza en un futuro mejor; y legó a los orientales el principio que nos rige: «que los más infelices sean los más privilegiados».
Cada uno sabe donde le aprieta el zapato. MADUR sabe con qué cuenta, con quien está, quiénes lo apoyan y que la batalla es larga. El gobierno tiene la palabra, nosotros la razón y la dignidad de la justa lucha. Nada debemos esperar sino de nosotros mismos. Con nuestro padre Artigas decimos: «un lance funesto puede arrancarme la vida, jamás envilecerme».
SECRETARIADO EJECUTIVO NACIONAL DE MADUR
Movimiento Agropecuario del Uruguay 5 de enero de 2006
Enviado por Movimiento Revolucionario Oriental