Camerún fue colonia alemana desde 1884 hasta 1916 cuando pasó a ser controlada militarmente por Francia e Inglaterra. Tras la Segunda Guerra Mundial quedó bajo la protección de la Sociedad de las Naciones, que confió sendos mandatos de administración a los franceses e ingleses. El oeste, que limita con Nigeria, fue entregado a la tutela […]
Camerún fue colonia alemana desde 1884 hasta 1916 cuando pasó a ser controlada militarmente por Francia e Inglaterra. Tras la Segunda Guerra Mundial quedó bajo la protección de la Sociedad de las Naciones, que confió sendos mandatos de administración a los franceses e ingleses. El oeste, que limita con Nigeria, fue entregado a la tutela inglesa; el centro, el sur, el este y el norte, es decir, cuatro quintas partes del territorio y tres cuartas partes de la población, quedaron bajo la tutela francesa. El 1° de enero de 1960 el Camerún francés accede a unapseudoindependencia totalmente controlada por Francia a través de su criatura Hamadou Haidjo. En aquel momento se estaba en plena guerra de represión de los independentistas de la Unión de las Poblaciones de Camerún .
En 1961 la Conferencia de Foumban decidió el futuro del Camerún anglófono. El extremo norte eligió unirse a Nigeria mientras que el sur conformó junto al Camerún francófono un Estado federal. Dicho acuerdo, tambaleante y nunca respetado, pasa por ser el origen de la crisis actual. El 20 de mayo de 1972, a través de un pseudorreferéndumque en realidad era una verdadera anexión, el presidente Ahido proclamó la reunificación de ambos Camerún en un Estado centralizado dominado por los francófonos. Aun cuando el primer ministro fuera tradicionalmente anglófono, fueron los presidentes francófonos Ahidjo y luego Biya quienes monopolizaron todas las palancas del poder, y esta situación se viene repitiendo desde hace cuarenta años.
El irredentismo siempre ha persistido en la población anglófona. El estilo de la dictadura francoafricana provoca la exasperación de los anglófonos que se hallan marginados y excluidos de hecho. En noviembre de 2016 primero los abogados, luego los maestros, los alumnos y los estudiantes del Camerún anglófono se declararon en huelga para protestarcontra una administración en realidad francófona, pero teóricamente bilingüe. El movimiento creció y la población se movilizó para las jornadas de «ciudades muertas» en las dos provincias anglófonas. Biya reaccionó con una represión brutal y el 8 de diciembre ordenó reprimir a los manifestantes con balas reales lo que provocó seis muertos en Bamenda.
El 17 de enero de 2017 se prohibieron el Consorcio de la Sociedad Civil Anglófona y el SCNC (Consejo Nacional del Sur de Camerún). Los líderes anglófonos fueron perseguidos y tres de ellos, el abogado Agbor Balla, el profesor universitario Fontem Neba y el periodista Mancho Bibixy, fueron detenidos y entregados a un tribunal militar bajo la acusación de terrorismo. El 1° de febrero, día en que se iniciaba el proceso, el público en su mayor parte anglófono y los periodistas se apiñaban frente al tribunal de Yaoundé. Solo se autorizó a asistir al juicio a la radio y a la televisión estatal CRTV. Un periodista de la BBC que informaba sobre este tema fue detenido en el SED (Secretaría de Estado de Defensa). El proceso quedó postergado.
Luego de haber negado la importancia de la protesta anglófona el poder pretende establecer el diálogo. Delegó esta tarea en el primer ministro anglófono Philemon Yang. En lenguaje gubernamental camerunés, «diálogo» solo significa adhesión al poder. Durante ese período continuó la caza de activistas: arrestos, torturas, desapariciones, la represión trata de acallar la reivindicación anglófona. En vano. El 17 de enero cortaron internet en las regiones de Buea y Bamenda. Los servidores Camtel, MTN, Orange, Nextel obedecieron instrucciones del gobierno que los amenazaba con juzgarlos por desinformación y difusión de falsas noticias en las redes sociales. La cancelación de la red de internet que duró tres meses paralizó toda la economía del oeste de Camerun, especialmente en el sector bancario, pero no afectó a una revuelta que nada parece detener.
La crisis es testimonio de la profundidad y de la gravedad del malestar político que corroe todo Camerún, oprimido por una dictadura tan feroz como corrupta. La rebelión de las provincias anglosajonas ha cumplido ya un año y todavía perdura. El 31 de agosto Biya ordenó la liberación de algunos de los líderes y activistas detenidos y encarcelados arbitrariamente. Aunque fue concedida como una gracia, sin embargo esa liberación parcial no ha logrado apagar el incendio. En efecto, el poder no ha negociado nadaacerca de las reivindicaciones concernientes a la vuelta al federalismo deseada por la mayoría moderada de anglófonos, ni siquiera la independencia exigida por los más radicales de ellos.
La SCNC había anunciado la proclamación de la independencia de Ambazonia el domingo 1° de octubre de 2017. Las autoridades decretaron un toque de queda absoluto para ese fin de semana. Sin embargo, hubo gran cantidad de manifestantes recorriendo las calles y agitando banderas azul y blancas del nuevo Estado. Los numerosos militares y los policías respondieron con tiros mortales. El balance de ese domingo fue muy grave: al menos 17 muertos según Amnistía Internacional y 22 según la REDHAC (Red por los Derechos Humanos de África Central), más de 30 según el SDF (Frente Social Democrático) solo en el noroeste, una de las dos provincias involucradas.
El SDF, el primer partido de la oposición luego de haber conocido su hora de gloria en 1992 al ganar en las urnas la primera elección multipartidaria camerunesa, una victoria que fue inmediatamente confiscada por el poder que falseó los resultados, se hundió inmediatamente en la blandura de una oposición institucional como socio del poder. El movimiento actual no lo debe nada al SDF, que ha permanecido mudo todo el año, aun cuando ahora pareciera querer retomar el tren en marcha. Han surgido nuevas organizaciones y, sobre todo, nuevos líderes.
Biya, que pasa largos períodos de vacaciones en su residencia de Ginebra, no ha tomado en absoluto la medida de la evolución de la situación políticaenCamerún. Seguro de la indulgencia ciega de sus protectores franceses, piensa solucionar como de costumbre el problema mediante la violencia: 300 muertos en 1991 contra las operaciones «ciudades muertas» que pedían la realización de una conferencia nacional, 150 en 2008 contra las manifestaciones que denunciaban la reforma constitucional que instauraba mandatos presidenciales ilimitados, en medio del silencio de los grandes medios franceses.
Pero los tiempos han cambiado, ya no se puede estrangular totalmente la información. En un comunicado publicado la víspera del 1° de octubreel Secretario General de la ONU afirma estar «profundamente preocupado por la situación de Camerún» y llama a «un diálogo verdadero e inclusivo». Al ser preguntado por los sucesos del 1° de octubre el Ministerio de Relaciones Exteriores francés respondió: «Francia sigue atentamente la situación de Camerún y está preocupada por los incidentes acontecidos durante el fin de semana que han provocado muchas víctimas. Llamamos al conjunto de los actoresa la contención y a rechazar la violencia». Estas mínimas reacciones son francamente indecentes, comparadas con las severas condenas pronunciadas contra determinados gobiernos.
Esperamos que Francia pida firmemente a Biya no disparar contra ciudadanos que apoyan reivindicaciones justas y, sobre todo, que no les proporcione los medios para hacerlo a través de asesores y equipamiento, y que, en consecuencia, suspendasu cooperación militar y policial. Esperamos también que la ONU escuche por fin los reclamos de libertad de un pueblo y apoye su causa ante el tirano amenazándolo con sanciones como muy bien ha sabido hacer otras veces. Recordemos que el 17 de diciembre de 1952 durante su Asamblea General esta misma organización permaneció sorda a los reclamos de Ruben Um Nyobé, secretario general de la UPC, que presentó su plan para la descolonización y la reunificación de Camerún. La ONU prefirió confiar a Francia la organización del acceso de ese país a la independencia. Tras la vuelta de Um Nyobé a Camerún se prohibió la UPC, su líder fue perseguido y asesinado en 1958 por el ejército francés, sus partidarios exterminados, lo que inauguró un período, que dura ya sesenta años, de poder arbitrario dictatorial, de terror y de miseria para el pueblo camerunés.
Odile Tobner es una escritora y profesora universitaria francesa. Es la viuda de Alexandre Biyidi Awala, alias Mongo Beti (1932-2001).