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Corea del Norte y la fórmula de la paz

Fuentes: Rebelión

Como un acontecimiento, verdaderamente histórico, gratificante y esperanzador debe ser considerado el nuevo rumbo que ha tomado la situación en la península coreana. En lugar de tambores de guerra se anuncia la pipa de la paz. Y enorme es el mérito en ello de los dos personajes centrales: el mandatario de Corea del Sur y […]

Como un acontecimiento, verdaderamente histórico, gratificante y esperanzador debe ser considerado el nuevo rumbo que ha tomado la situación en la península coreana. En lugar de tambores de guerra se anuncia la pipa de la paz. Y enorme es el mérito en ello de los dos personajes centrales: el mandatario de Corea del Sur y el líder norcoreano.

Pero hace apenas unas cuantas semanas esta nueva situación parecía de imposible realización. Y por eso cabe preguntarse cuál ha sido el factor determinante en el giro de 180 grados que se ha dado en el estado de cosas prevaleciente en las últimas siete décadas.

Ese factor determinante ha sido, sin duda, la capacidad adquirida recientemente por Corea del Norte para elevar, hasta hacerlo impagable, el costo de una agresión militar proveniente de Estados Unidos y de sus aliados-vasallos, incluida hasta hace breve tiempo, la propia Corea del Sur.

Dicho más precisamente, la nueva situación se debe a que Corea del Norte tiene ahora armas atómicas de las que hasta hace muy poco tiempo carecía. Y que una vez en posesión de esa capacidad nuclear, se encuentra en condiciones de defenderse por sí misma de una agresión atómica. Digamos que Norcorea posee ahora una formidable capacidad disuasoria frente a eventuales planes y actos agresivos de los países imperialistas.

Podría decirse que la nueva situación en la península coreana se debe esencialmente a la adopción por cuenta de Pyonyang de la formula clásica «si vis pacem, para bellum»: si quieres la paz, prepárate para la guerra.

Es cierto que Corea del Norte ha ofrecido como parte de los acuerdos de paz en ciernes desmantelar sus laboratorios e instalaciones de investigación nuclear. Pero no ha ofrecido ni podría ni debería hacerlo deshacerse de sus armas atómicas. Dicho de otro modo, busca la paz pero no renuncia a su capacidad de defensa nuclear.

Fortalecer la defensa para estar en condiciones de repeler una agresión es la fórmula probada históricamente para preservar independencia y soberanía. Este fue el caso emblemático de la Unión Soviética frente a la agresión de la Alemania nazi. Y fue asimismo el caso de Vietnam ante los poderosos invasores francés y yanqui.

Sin el componente atómico, es lo mismo que ha hecho Cuba desde 1959: preparar la defensa, fortalecerla permanentemente, no descuidarla ni por un momento. Y es lo que en condiciones parecidas hacen ahora mismo Irán y Venezuela: empeñarse en crear y acrecentar su capacidad disuasiva frente a la conducta siempre hostil y amenazante de Estados Unidos.

Y si esa clásica fórmula disuasiva, universal y milenaria, es pertinente en épocas de menor violencia relativa, es claro que acrecienta su pertinencia y necesidad en momentos en que se ha visto reforzado el feroz e irresponsable halconismo de Estados Unidos con la llegada a la cúspide del poder en Washington de los John Bolton y los Mike Pompeo.

Frente a la nueva situación en la península coreana, los feroces, interesados e irracionales críticos del programa nuclear de Corea del Norte, al que calificaban como un peligro para la paz, tal vez ahora entiendan que el asunto era exactamente al contrario. Que ese programa nuclear ha sido la llave para construir la paz.

Blog del autor: www.economiaypoliticahoy.wordpress.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.