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Tras la elección de la ciudad rusa de Sochi para los JJOO de invierno de 2014

¿Cuál es ahora nuestra ciudad héroe?

Fuentes: Pravda

Traducido del ruso por Josafat S. Comín

Una ola de entusiasmo recorre todas las cadenas rusas de televisión y radio: El Comité Olímpico Internacional ha elegido Sochi como sede donde se celebrarán los JJ.OO. de invierno de 2014.

Ciertamente hay motivos para alegrarse. Especialmente, después de la última década y media, que como es sabido no ha traído demasiadas alegrías a la mayoría de los rusos. Pero ahora, aprovechando la ocasión que se les presenta, los ideólogos y los criados del poder, han decidido exprimir al máximo un hecho consumado, para crear en el país una atmósfera de euforia desatada.

Nos ha tocado escuchar y leer de todo en relación con esto. Parece que no hubiera habido en la historia de nuestro deporte, y en general en la historia de nuestro país, acontecimiento más importante. El presidente del Comité parlamentario para asuntos internacionales, K. Kosachiov, ha llegado a declarar que se trata de algo fantástico sin precedentes en la historia del deporte, en cuanto a respaldo gubernamental.

¿Qué podemos decir? Ha perdido la cabeza el hombre. No podemos explicar de otro modo esta oda irresistible en honor de «Vladimir Vladimirovich Putin»: «¿Han oído ustedes, en cuantos idiomas ha defendido el derecho de Sochi a organizar las olimpiadas?»

Por cierto, que cuando dicen que se van a celebrar precisamente en Rusia, hacen hincapié en subrayar que va a ser «la primera vez en la historia de nuestro país». Las de invierno sí. Pero por lo que sea, se esfuerzan en silenciar que en 1980 en Moscú, entonces capital de la Unión Soviética, también hubo unos Juegos Olímpicos. Aunque nadie recuerda entonces que hiciesen falta tantos y tan prolongados esfuerzos de promoción por conseguir que se celebrasen en nuestro país.

Está claro que nuestro actual gobierno lo necesita a toda costa. El país se cohesiona a menudo en torno a una gran alegría o una gran desgracia. Lo vimos con Beslán y «Nord-Ost» (1). Ahora es el turno de Sochi. El propio Kosachiov ha declarado radiante: «¿Puede que sea esta nuestra idea nacional?»

No hace mucho escuché lo mismo con motivo de la inauguración del «año de la lengua rusa».

En una palabra: «Putin es un héroe y Sochi una ciudad victoriosa, una ciudad héroe (2)». Con esas mismas palabras nos lo están diciendo. Lo he oído varias veces; en concreto en radio «Mayak».

¿Qué ha ocurrido de excepcional? ¿Dónde está la victoria? ¿Dónde el heroísmo de esta ciudad balneario, para que se la equipare con Leningrado o Stalingrado?

Otra cosa sería si hubiésemos conseguido ya la mayoría de las medallas. Pero estamos tan lejos de lograrlo… Y nuestro deporte, -incluidas las modalidades invernales- no atraviesa precisamente su mejor momento. Cuando menos está muy, muy lejos, del nivel que había en la Unión Soviética, y que se echó a perder de modo criminal, en la época post-soviética.

Pero a falta de verdaderos éxitos en el presente, necesitan crear la apariencia de los mismos. Por eso nos presentan como una victoria grandiosa del país, lo que no es sino el resultado de los ardides diplomáticos, financieros, y de otra índole, que rodean al deporte.

Es una exigencia del momento que vivimos. Se acercan las elecciones. No es casualidad que el 5 de julio, en todos los programas informátivos, hayan colado como segunda noticia del día, tras la elección de sede olímpica desde Guatemala, la referencia a la entrevista concedida por Dmitri Medvedev al diario «Vedomost», donde el primer vice primer ministro declara:»Putin anunciará en septiembre el apellido de su sucesor».

Qué ganas tienen de que el electorado vea en ellos «héroes victoriosos».

Notas:

En referencia al musical que se presentaba en el teatro Dubrovka de Moscú, cuando el 23 de octubre de 2002, 40 terroristas chechenos tomaron como rehenes a todos los espectadores. Como resultado de la operación para su liberación, además de los terroristas, resultaron muertos entre 140 y 174 rehenes (según las fuentes).

El título de «ciudad-héroe» fue concedido en la época soviética a doce ciudades de Rusia, Ucrania y Bielorrusia tras la Gran Guerra Patria, por su contribución en la derrota de la Alemania nazi.