La situación en Honduras después del golpe fascista socapado por el gobierno estadounidense, en contra de un gobierno elegido democráticamente por la voluntad popular, ha dejado de ser solamente un problema de los hondureños. Los pueblos del mundo apoyan la lucha que viene sosteniendo la resistencia en condiciones desiguales frente a la arremetida de la […]
La situación en Honduras después del golpe fascista socapado por el gobierno estadounidense, en contra de un gobierno elegido democráticamente por la voluntad popular, ha dejado de ser solamente un problema de los hondureños. Los pueblos del mundo apoyan la lucha que viene sosteniendo la resistencia en condiciones desiguales frente a la arremetida de la violencia fascista del usurpador del poder Micheletti como títere de la burguesía parasitaria hondureña, que usando los guardianes de sus intereses de clase, un ejército cuyos mandos militares han sido domesticados en la Escuela de las Américas, como dóciles instrumentos al servicio de la política de intervención estadounidense en nuestro continente, continúan ultrajando al pueblo hondureño.
Este golpe fascista puso en evidencia una vez más que quien manda en EEUU es el aparato tecnológico militar del Pentágono, sostén del poder imperial, no importando de quién sea el partido gobernante, pues quien esté en contra de ese poder militar, estará en contra de la política intervencionista del imperio. Las dos cúpulas partidarias, que cada cuatro años u ocho se turnan el gobierno, son parte de ese poder y si alguien intentare hacer lo que no le conviene a sus intereses, la respuesta hay que encontrarla en presidentes que murieron por «causas naturales» y lo que le sucedió al asesinado presidente Kennedy, a Luther King y tantos otros más.
El golpe fascista en Honduras fue una advertencia de dicho poder a las veleidades que en plena campaña el Sr. Obama comenzó a dibujar con la palabra «cambios», cerrar Guantánamo, retirar las tropas intervencionistas de Iraq y Afganistán y algunos otros etcéteras, sobre todo la palabra «cambios» no esta registrada en ninguna conexión cerebral de los gorilas del Pentágono.
Todavía es temprano para especular lo que vendrá. Si el presidente Obama insiste por la mañana en sus discursos «bonitos» sobre el respeto a la autodeterminación de los pueblos y países del orbe y por la tarde amenaza a Irán, en coro sincronizado con Francia, Inglaterra, Rusia y otros más, siempre estarán jugando a ser los dueños y amos del universo en su vieja práctica de negociar entre ellos la repartija de influencias en el mundo.
Todos nos preguntamos si los organismos, ONU, OEA, GRUPO DE RIO, UNASUR, se pronuncian al respecto, a excepción del ALBA (que tiene una posición diáfana), por qué los fascistas se ríen de todas las resoluciones, verán que los pronunciamientos pusilánime de estos organismos es el mismo: «rechazamos el golpe», «rápidamente se debe volver al hilo constitucional con la vuelta del presidente Zelaya «, pero donde se pone más énfasis es en la trampa mortal para el pueblo que lucha en las calles en Honduras y es el clamor de urgencia del imperio «poner en vigencia el acuerdo de Costa Rica ya», ésa es la madre del cordero y eso es lo que exactamente quieren los estadounidenses.
Ellos cocinaron ese posible acuerdo con su funcionario el presidente Arias, por lo que firmar ese acuerdo sería una traición a los muertos, heridos, torturados, detenidos; la firma de ese llamado acuerdo, posterga indefinidamente las aspiraciones de los Hondureños por cambiar «pacíficamente» las estructuras caducas de un sistema feudal anclado en siglos pasados que beneficia a ciertas familias que tienen al país como su hacienda personal.
La cuestión principal ahora ya no es solamente que «vuelva Mel», ya ha corrido mucha sangre y su retorno al gobierno para que avale solamente unas elecciones fraudulentas o para decir que se restituye el hilo constitucional, hoy eso es muy poco para el sacrificio que hace el pueblo hondureño, y estoy seguro de que un «acuerdo» así, los que luchan en las calles no lo aceptaran.
El Presidente Zelaya debe ser consciente de que cualquier negociación obligatoriamente debe pasar por el Frente de Resistencia que encabeza las movilizaciones junto a delegados nominados en asambleas en las calles, para que sean ellos los que decidan qué quieren o no acordar, pero fundamentalmente dicho acuerdo si lo hubiere, quizá todo se puede negociar, menos la convocatoria a una Asamblea Constituyente. No hacerlo así es divorciarse por siempre de un pueblo que está a la altura de su coraje por la defensa de sus intereses y de su país. Todos somos hondureños unidos en esta lucha.
José Justiniano Lijerón. Ex Dirigente de la Central Obrera Boliviana
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.