El homenaje tributado el domingo al Gral. Seregni además de su significación simbólica y su impacto emotivo, permitió aproximarse a una dimensión no siempre visible de lo que somos como fuerza política. Historiando, a través de un muy bien logrado video, la vida de Líber Seregni, vimos al FA en su perspectiva, en el trazo […]
El homenaje tributado el domingo al Gral. Seregni además de su significación simbólica y su impacto emotivo, permitió aproximarse a una dimensión no siempre visible de lo que somos como fuerza política.
Historiando, a través de un muy bien logrado video, la vida de Líber Seregni, vimos al FA en su perspectiva, en el trazo largo de su batallar por un cambio de sentido popular, democrático, antiimperialista.
Ganar el apoyo popular
El pasado y el presente de esa batalla. Una confrontación antaño dura y sangrienta, hoy situada en el campo de la acción política. En ese sentido, hemos hablado de la conquista del gobierno no como punto de llegada sino como una «ampliación del campo de batalla»: mayor conocimiento de la realidad nacional, llevar a actos de gobierno nuestro programa y denunciar los obstáculos que se oponen a esos avances sociales.
Este campo de batalla no es obviamente militar: lo que está en juego es alcanzar la supremacía de nuestras ideas y nuestros valores. No es una confrontación medible en términos de encuesta de opinión o de marketing.
Ganar apoyo en cantidad y en calidad. ¿Qué quiere decir esto?
Formular ideas, valoraciones políticas, convocatorias que además de convencer entusiasmen. O indignen, que por eso esto es una lucha. Y que además de eso, favorezcan la organización popular.
Entusiasma, por ejemplo, que se haya roto finalmente el tabú y el secreto sobre los desaparecidos. Que surja una grieta en el búnker que ha protegido la impunidad de algunos militares. Y que avancen las investigaciones y el papel del P. Judicial en esa búsqueda de la verdad y la justicia.
Como en la viña del Señor
Por supuesto que la jurisdicción del P. Judicial no es un territorio mágico, ni sus funcionarios son extraterrestres que han permanecido al margen de las presiones y de las intimidaciones de toda laya desarrolladas sobre la sociedad toda desde la cúpula del poder político militar, hegemónico durante tantos años.
A menudo se escuchan declaraciones de magistrados que parecen no haber asumido a cabalidad la enorme responsabilidad que cabe a un Juez en la afirmación de las instituciones republicanas y democráticas, empezando por las específicas que la Constitución y la ley les asignan a los magistrados.
La era de las presiones políticas sobre los jueces se terminó. Y si alguna recidiva de ese padecimiento apareciera habría de denunciarla y corregirla de inmediato, caiga quien caiga.
Dirigirse al ciudadano
Con este gobierno, la comunicación y la movilización política están llamadas a jugar un papel esencial. Y en esos terrenos no siempre se ha estado a la altura de todo lo que el gobierno está haciendo. Y de todo lo que se ha encontrado desecho. Eso supone otra concepción de la comunicación, con más amplitud, brío y claridad de ideas y otra atención a la movilización política, cultural y social tanto del FA como fuerza política, como de las organizaciones sociales.
Indignar y entusiasmar no es moldear y recortar el mensaje de la izquierda a lo que algunos medios han puesto como padrón ideológico. Es decir lo nuevo, es poner a la vista lo que está oculto, esa verdad que a veces duele, pero que el mal evitar suele, como decía el poeta.
Cuando los árboles daban buñuelos
En las crónicas de la colonización América una de las más célebres nace de los relatos de Pizarro sobre las riquezas encontradas en Jauja, al norte de Perú.
Las exageraciones dieron lugar a divertidos relatos donde se describían las riquezas de aquel paraíso. En Jauja estaba prohibido el trabajo y pagaban por dormir. Los árboles tenían el tronco de tocino y de sus ramas colgaban buñuelos. Por los ríos corría leche y en las fuentes se acumulaba la manteca y el requesón.
En Jauja parecida vivieron durante años los Directores blancos y colorados que estuvieron al frente de OSE, UTE, ANCAP y ANTEL.
Sobre el punto resultan precisas y esta precisión les da fuerza, las declaraciones del Ministro de Industria y Energía, Jorge Lepra. O las contundentes denuncias de AEBU sobre los inauditos abusos de los ex directores del BROU.
Este tipo de revelaciones debieran ser más conocidas por la población: permiten aquilatar hasta qué punto los grupos políticos que estaban al frente del país abusaron de su poder, actuando de espaldas a la población. Dando muestras de un profundo desprecio por la ley y por los intereses de la ciudadanía, a cuya salvaguarda estaban obligados.
Los que vivían en Jauja ¿cómo llamaban a los demás?
Retomo la cuestión de la batalla por las palabras, aquí desde otro ángulo. Cuando gobernaban los militares a los civiles nos decían «pichis». Wilson Ferreira dijo un día: «empezaron llamándole pichis a los presos, después a los familiares de los presos y finalmente a todos los que no pertenecían a las Fuerzas Armadas. Cuando un ejército ha llegado a tratar de ese modo a la nación a la que debe defender es porque ha transitado un camino de alejamiento de esa nación extremadamente grave.»
Viaje gratis, calce caro y viva en Jauja, lo paga el contribuyente
Me pregunto: ¿cómo nos llamabas los jerarcas de OSE o del BROU cuando despilfarraban los dineros del pueblo?
¿Dirían «estos zapatos caros, disfrutálos nomás, los paga la bobocracia? Y estos bonos para la gasolina. Y estos viáticos para que no viajes. Y el monumento al caballo. Y las licencias eternas y recompensadas. Dale que va, que todo lo paga, ¿dirían? la «bobocracia.»
Quizá nos llamaran, en vez de pichis, pochos o pachuchos, o algo así. (¿Qué voy a hacer?, tengo esa curiosidad. Quizás algún día aparezcan en las actas de algún juicio).
De alguna manera tendrían que denominar a quien se haría cargo de los gastos de su buena vida, de los millones perdidos con los malos negocios petroleros en Argentina, de los gastos de publicidad manejados en beneficio político de los directores.
En el mismo sentido que las denuncias de Jorge Lepra apuntan las declaraciones de Ernesto Munro sobre la exoneración de aportes al Banco de Previsión Social.
Un modelo de conducción política
A las apreciaciones del Ministro Lepra y del Director Munro, se sumarán las de los nuevos Directores de los Bancos Oficiales y lo que surja como constatación de otros delitos contra el patrimonio que se vayan constatando en los Ministerios.
Dijo bien Jorge Lepra: «estos hechos vergonzosos deben ser conocidos por la población». Entre otras cosas el conocimiento público de estos hechos coloca a las elites de los partidos tradicionales, Batlle, Lacalle y Sanguinetti entre otros, en el sitial de responsabilidad política en la crisis del país en el que están y del que procuran hacer mutis por el foro.
Claro, es mucho más confortable situarse en el plano de la discusión ideológica y filosófica, como pretenden Batlle y Sanguinetti, sosteniendo que este gobierno conduce a un régimen marxista leninista o reviviendo hechos de los años 60. …
Filosofando sobre el marxismo o la violencia siempre se está menos expuesto que si se tratara de defender a sus «pollos» que espumaron a piacere de las ollas repletas del país de Jauja.
Si se analizan con atención estas redes de complicidades y despilfarro, se comprenderá rápidamente las razones por las cuales el Estado de hoy está en bancarrota, con sus brazos atados para una acción social y económica con sentido patriótico y de justicia social.
Una batalla, varios escenarios, suertes varias.
Si pudiéramos verlo desde lejos, veríamos que en el campo de batalla, dividido en varios escenarios donde se pelea, hay zonas donde se ha retrocedido (frente a las presiones económicas externas que nos atan de manos). En otras el retroceso no se divisa en su totalidad. Hay zonas de avances francos y netos. Se han tomado colinas y cercado fortalezas. Y sobre todo se han despejado alamedas y caminos por donde, si nuestra democracia se profundiza, transitará la conciencia, la crítica y la movilización popular.
Hay zonas, claves, donde no hemos ocupado el territorio que nuestros adversarios dejan en su desordenada huída: la comunicación, la información, la movilización cultural y política como propulsores ideológicos y éticos del cambio, ese terreno esencial para el presente y sobre todo para el futuro.