1- El grupo pesquero chino Helishen y la empresa uruguaya Goldenstar (empresa uruguaya cuyos capitales y dirigentes son chinos) invertirán 50 millones de dólares en un proyecto que busca producir harina de pescado, brindar servicios portuarios y logísticos y capturar la anchoita que vive en nuestras costas. Es la inversión extranjera que, junto a otras, […]
1- El grupo pesquero chino Helishen y la empresa uruguaya Goldenstar (empresa uruguaya cuyos capitales y dirigentes son chinos) invertirán 50 millones de dólares en un proyecto que busca producir harina de pescado, brindar servicios portuarios y logísticos y capturar la anchoita que vive en nuestras costas. Es la inversión extranjera que, junto a otras, será el inicio de la industrialización del país.
Algunos escépticos, sin embargo, no ven con buenos ojos esta iniciativa. Resulta que las buenas gentes de Helisen visitaron cinco veces el departamento de Rocha y en el último viaje trajeron al alcalde de Zhoushan (China). Los escépticos, que además de escépticos son pescadores, no encontraron ocasión más propicia que este encuentro chino uruguayo para dar muestra de su falta de tacto, expresada de forma elocuente al aparecerse con carteles discriminatorios que rezaban: «Basta de cuentos chinos».
¿Por qué los escépticos dudan de las buenas intenciones de los inversores extranjeros, el alcalde de Zhoushan y el intendente de Rocha? Porque no le sienten buen olor a este asunto del pescado y prefieren que la anchoita, base de la alimentación de unas cuantas especies, no desaparezca de una vez y para siempre de nuestras costas (1).
Resulta que Goldenstar (la empresa uruguaya cuyos capitales y dirigentes son chinos) y el grupo Helishen (la empresa china cuyos capitales y dirigentes no son uruguayos) no sólo se interesan por la anchoita: realizaron un pedido, aprobado por la Dinara, para pescar merluza negra. Ahora bien, del lado de los pescadores escépticos se encuentra Rodrigo García, un biólogo marino contagiado de escepticismo, quien pregunta «¿Por qué nadie pesca merluza negra? Porque no es viable. La merluza negra se consigue en aguas muy profundas, y si bien se vende a 10.000 dólares la tonelada, las condiciones de pesca conspiran contra la rentabilidad» (2). El biólogo marino tiende a creer que este asunto de la merluza negra es un cuento chino, y que lo que se pretende hacer con los enormes barcos ya habilitados es pescar otras cosas, llevar a cabo actividades non sanctas.
Pero las actividades non sanctas podrían amplificarse. Tras la gira de Tabaré Vázquez por China en octubre del 2016, un directivo de la Shandong Baoma Fishery (otra empresa pesquera china) anunció que pretendían construir una megabase en Puntas de Sayago para todos los pesqueros chinos que operen en el sur del Atlántico. La tal base estaría ubicada en una zona franca y allí se fabricarían barcos, se los repararía y abastecería, se construiría una planta para depósito, congelado y procesamiento y se instalaría otra planta para producir harina de pescado.
Así que, si se lleva a cabo el plan de la Shandong Baoma Fishery, nuestro país se convertirá, según los escépticos, en la guarida desde la cual los chinos repararán y abastecerán sus buques pesqueros antes de salir a depredar por las costas atlánticas de Sudamérica, África y la Antártida.
Mas el interés chino por nuestro pescado, y el de todo el Atlántico sur, no acabaría aquí. Como informa el artículo que venimos siguiendo, se busca trasladar la actividad pesquera del puerto de Montevideo. Por ello se construirá una terminal en Capurro y aquí es donde aparece un grupo de empresas de la ciudad de Qingdao que quiere ser socio de Uruguay en este proyecto.
Veremos si le daremos cabida a estos promotores de la industrialización uruguaya.
2-Luego de ir a China nuestro presidente viajó por Finlandia, ocasión en la que el diario El País publicó un artículo en el que dice: «En el tercer trimestre de 2017 estará pronta la planta de celulosa más grande de Finlandia. Se trata de la fábrica de Botnia (actualmente Metsa Fibre) ubicada en el lago Äänekoski. La inversión total es de 1,2 mil millones de euros, y su producción será similar a la prevista para la segunda planta que UPM pretende instalar en el centro del territorio uruguayo» (3) .
No puedo asegurarlo, pero apostaría a que si la producción de esta gran planta finlandesa será similar a la producción de la planta uruguaya, y habida cuenta que se invirtieron en dicha planta 1.400 millones de dólares, me figuro que en la planta de Uruguay los finlandeses invertirán una cifra similar a 1.400 millones de dólares, aunque acá anunciaron con bombos y platillos que serían 4.000 millones de dólares. Entre 4.000 y 1.400 millones hay una buena diferencia. Nosotros invertiremos para UPM, esto es, en arreglar carreteras dañadas por los camiones que cargan eucaliptus, en reparar las vías férreas para transportar la celulosa y en hacer un dragado en el puerto, sus buenos 1.000 millones de dólares que engrosarán la deuda externa.
Al lector, acaso, se le ocurran una cantidad de ideas acerca de cómo invertir esos 1.000 millones que dedicaremos a la mayor gloria de UPM, como subsidiar a los más de 1.000 pequeños productores que pierden sus tierras cada año, o destinarlos al instituto de colonización, o a la educación pública, o a innovación y desarrollo.
Nuestra inversión de 1.000 millones dejará un beneficio dudoso, pues las plantaciones de eucaliptus contratan menos gente por hectárea que la ganadería extensiva, demandan exageradas dosis de agua y contribuyen al aumento del precio de la tierra y a la extensión del latifundio. Además, las pasteras arrojan toneladas de desechos diarios a nuestros ríos, generan una casi nula industria asociada, son exoneradas de varios impuestos desde que se instalan en zonas francas y reciben gratuitamente el agua que utilizan.
A la hora de pensar en la gente desplazada en el campo y en el agua que entregamos gratis (¿cuánto paga el lector de tarifa de OSE?) para que nos la devuelvan llena de fósforo y porquería, uno se pregunta si amén de los dudosos 4.000 millones, las publicitadas ventajas de la celulosa no son otra cosa que un cuento chino.
3- Se nos dice desde el gobierno que la inversión extranjera dará trabajo y será la promotora de nuestra industria y por eso la atraemos con exoneraciones impositivas ¿Se ha estudiado qué rubros son imprescindibles y cuáles serían perjudiciales para una eventual industrialización? ¿Existe un plan de industrialización nacional? En tanto un silencio cósmico se presenta en escena a modo de respuesta a estas dos ELEMENTALES preguntas, la inversión extranjera ha logrado apoderarse de un porcentaje desconocido de nuestras tierras, que oscila entre un 25 y un 40%. Además, e n el 2011 el 87% del procesamiento del arroz estaba en manos de brasileros. Los 10 frigoríficos más grandes concentraban el 70% de la faena y al menos 8 de ellos eran propiedad de extranjeros. Los extranjeros concentran la virtual totalidad del procesamiento de la madera. En la soja, de la que sólo industrializamos un 5% (contra un 52 y un 71% que industrializan Brasil y Argentina) cinco empresas extranjeras concentran el 77% de las exportaciones. En manos de extranjeros se encuentran la cerveza, las gaseosas y los grandes supermercados.
Los extranjeros se adueñan de los principales rubros de nuestra economía, pero no vemos que sus inversiones estimulen otras inversiones; más bien son un apropiamiento de algo ya existente o en su defecto construcciones de megabases para esquilmar la fauna acuática o grandes plantas para exportar celulosa con la que otros harán papel, dejándonos poco trabajo y tierras empobrecidas. Las ventajas de la inversión extranjera dejada a su libre albedrío, no son otra cosa que publicidad inventada por la inversión extranjera para que la dejen ganar dinero a toneladas, o dicho con otras palabras, son cuentos chinos (4).
Estas inversiones extranjeras no dinamizan nuestra economía y en cambio dinamizan la fuga de capitales. La idea es que una economía agrícola y ultra primaria como la nuestra debería invertir la renta agraria en otros rubros que vayan generando cierto desarrollo, tal cual hizo Corea, mas, si la renta agraria se fuga, entramos a un círculo vicioso de primarización.
4- Los pesqueros chinos no tienen buena fama y en cuanto a permitir que vengan a estos mares a perpetrar hazañas, tampoco Uruguay tiene buena fama. Brasil y Argentina son más estrictos y miran con resquemor nuestra aquiescencia con respecto a actividades perjudiciales para la fauna marina del atlántico sur. Esto nos lleva a un cuento chino de larga data que se llama Independencia del Uruguay, que festejaremos este 25 de agosto, aunque esa fecha nada tenga que ver con la independencia del Uruguay. El 25 de agosto se declaró la unión de esta provincia «con las demás provincias argentinas, a que siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce» ¿Por qué festejamos como día de independencia de un Estado el día en que una provincia se reincorpora a otro Estado? Porque el verdadero día de la independencia expone una verdad tristísima, infestejable. Por eso hubo que hacer un cuento chino por el cual declararíamos nuestra independencia un día que no tiene nada que ver.
La segregación de la Banda Oriental de su país, la Argentina, y la constitución de este pequeño Estado, respondió a un doble interés: el de Brasil por debilitar a su competidor, Argentina, y el de Inglaterra por debilitar a los dos gigantes sudamericanos: «Se trata de crear una colonia británica disfrazada» le escribiría el norteamericano John Murray Forbes a su gobierno. Son las ventajas que obtienen los Estados poderosos de los Estados pequeños, como instalar bases de operaciones para depredar la pesca o lograr mayores facilidades para plantar eucaliptus sin demasiados controles (5).
La gran pregunta es si por ser pequeños estamos obligados a dar estas ventajas que nos empequeñecen todavía más (un 25 o un 40% de la tierra en manos de extranjeros es propio de suicidas) o si tenemos la posibilidad de utilizar el ahorro interno, seleccionar la inversión extranjera, invertir algo más de un 0,3% del PBI en innovación y desarrollo (6), subsidiar a los pequeños productores rurales y elaborar un plan de industrialización. Es posible, pues otros ya lo han hecho y les ha ido bastante bien, aunque antes de hacer nada y como primera medida, dejaron de atender y reproducir como loros descerebrados, unos ruinosos cuentos chinos.
Notas:
(1) Según calcula la FAO, para el 2050 ya no habrá ningún pez nadando en los mares.
(2) Incógnita: Uruguay en las redes chinas, por Paula Barquet http://www.elpais.com.uy/que-
(3) Descartan impacto ambiental de la segunda planta de UPM, por Pablo Fernández http://www.elpais.com.uy/
(4) Véase la conferencia de Chomsky en Montevideo, donde afirma que las izquierdas en América latina no sólo habían continuado la primarización de nuestra economía, sino que incluso la habían llevado a niveles de exageración. «… si se compara a América Latina con el sudeste asiático, la conclusión es «bastante sorprendente» . América Latina tiene en comparación «enormes ventajas» : cuenta con abundancia de recursos y no tiene externalidades que afecten la producción, pero sus políticas apuntan «al bienestar de un grupo muy pequeño y muy rico de su población» y a favorecer a los inversores, que «no tienen ninguna responsabilidad, no pagan ningún impuesto, sólo se enriquecen» . En cambio, la inversión en Asia es dirigida y controlada para canalizarla en sectores estratégicos para el desarrollo, y se prohibió la exportación de capital, afirmó Chomsky. «Las diferencias son sorprendentes. En 1950, Corea del Sur estaba al nivel de un país pobre de África, y hoy es un poder industrial. En América Latina eso no pasó» » https://ladiaria.com.uy/
(5) Véase «Forestación, territorio y ambiente» de Pierre Gautreau, donde se detallan los controles que el estado de Río Grande do Sul lleva a cabo con las forestaciones.
(6) En promedio, América Latina invierte un 0,8% de su PBI en innovación y desarrollo; África, un 0,5. En el top de inversión se encuentran Israel, con un 4,21%; República de Corea, con un 4,15%; y Japón, con un 3,47%. Las dos primeras, tiempo atrás, pequeñas economías agrícolas.
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