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Reflexiones del secretario general de del Partido Comunista de la Federación Rusa

Debates entorno a las posibles vías de la llegada del partido al poder

Fuentes: Pravda-info

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín

El X Congreso del PCFR subrayó, que la revolución socialista en Rusia es imprescindible e inevitable. Por cierto que en este punto también se pudo ver la esencia de nuestro desacuerdo con los escisionistas, ya que en ninguno de sus documentos ni de sus lamentos lacrimógenos, podíamos encontrar una sola palabra sobre el socialismo o la revolución socialista. Lejos de eso, pretendían que el partido asumiese el sin sentido de la lucha por el socialismo. Uno de los divisionistas, L.Ivanchenko escribe en su recelosa y amanerada nota del 22 de diciembre de 2003: «no puedo dejar de mencionar una argumentación que cobra cada día más fuerza: a los comunistas nunca se les permitirá llegar al poder y restablecer los principios socialistas».

Nosotros consideramos, que la vía pacifica de transformación revolucionaria, con el aprovechamiento de las instituciones parlamentarias, es posible. Por eso adquiere un enorme significado teórico y practico la cuestión de cómo nos imaginamos la «tecnología» de la llegada del Partido Comunista al poder. Es una pregunta inevitable que surge en todos los foros comunistas. A los sectarios también les dio tiempo a especular con ella, sin ofrecer ningún proyecto propio ni resolución, pero exigiéndoselo a los demás.

De lo que no cabe duda es que esta es una cuestión actual y que exige un detallado análisis.

Enseguida surge un tema que requiere nuestra atención. A menudo al hablar de las prioridades de trabajo del partido, la gente traza la línea divisoria entre la actividad parlamentaria y la actividad del trabajo en la calle. No es raro escuchar, que al partido le convendría reducir drásticamente su trabajo parlamentario y electoralista, y reorientar su actividad, volcándose en el trabajo entre la gente, en la calle.

Otro de los divisionarios, G.Kostin, en su nota «Conflicto en el PCFR. Lógica y esencia» escribe: «Se ha instaurado en el país una absurda imitación de democracia, elecciones para todo, y el PCFR no deja pasar ni una sola campaña electoral, gastando en ellas todos sus recursos, aunque entiende perfectamente que nunca llegará al poder con la ayuda de las elecciones».

Considero que esta interpretación no se ajusta a la realidad

Parémonos a analizar para que necesitan los comunistas las elecciones y como podemos tomar el poder en las condiciones actualmente existentes.

Todos nos hacemos perfecto cargo, de que vencer así, sin más, en las elecciones al parlamento, y más aún en las presidenciales, contando únicamente con que los ciudadanos rusos depositen en las urnas nuestras papeletas, no es realista. Incluso si se diese el caso de que la mayoría diese su voto por el PCFR, el poder encontraría la manera de impedir la llegada del partido a la dirección del país.

Se pondría en marcha toda la maquinaria de falsificación (siguiendo métodos ya conocidos), provocando situaciones de excepción, que alargasen hasta el infinito o que impidiesen directamente el traspaso de poder. Se encontrarían decenas de métodos, para ignorar la voluntad del pueblo.

Por eso apostar únicamente por la vía electoral sería ingenuo. La victoria electoral solo sería imaginable, si en el país se diese lo que en el marxismo se llama «situación revolucionaria».

En segundo lugar, esa victoria electoral debería forzosamente de ir acompañada de la presión de la calle sobre el poder, en forma de movilizaciones masivas de apoyo al Partido Comunista, seguidas por millones de personas. Algo que no es nada fácil.

Hoy día, en las acciones de protesta que hemos organizado, en las celebraciones del 1 de mayo y del 7 de noviembre (aniversario del triunfo de la revolución de octubre. N de la T.) nos las apañamos para sacar a la calle del orden del millón de personas. Es una fuerza considerable. Pero para presionar al poder, cuando hablamos de la posibilidad de victoria electoral del Partido Comunista, es claramente insuficiente. Se hace imprescindible aumentar enormemente nuestra capacidad de convocatoria. Para lograrlo es imprescindible elevar nuestro poder organizativo. La pregunta es ¿cómo?

En las condiciones actuales tenemos dos caminos. En primer lugar el arraigo progresivo del PCFR en el tejido social, en la vida diaria del pueblo. Necesitamos que los comunistas sepan en cada momento cuales son las reivindicaciones y las necesidades de la gente, que vengan a nosotros con sus problemas y sus penas. Necesitamos que no haya ni una organización social donde los comunistas no jueguen un papel destacado. Solo este trabajo nos permitiría crear la infraestructura necesaria para una rápida movilización de la gente cuando las circunstancias extraordinarias así lo requieran. Solo así los comunistas podrían aprender a cooperar con la gente, organizarles, conducir esa energía para la resolución de problemas concretos. Solo sobre la base de esta imbricación del partido en la sociedad civil, en el proceso de autoorganización desde la base, podremos educar a ese destacamento que tanto necesitamos de dirigentes enérgicos, con iniciativa, que no tengan miedo del trabajo «negro» con la gente en las situaciones más desfavorables.

El segundo camino es la participación en las elecciones y la actividad parlamentaria. Una actividad que no puede reducirse a la acción legislativa rutinaria, por muy importante que esta sea. Es más que evidente, que mientras el partido se encuentre en minoría en la Duma, cualquiera de sus iniciativas legislativas se van a ver irremediablemente bloqueadas. Y lo que es más frecuente: cortadas de raíz desde un principio. Por eso nuestro trabajo parlamentario en la coyuntura actual, esta dirigida ante todo a sacar el máximo provecho posible a nuestras intervenciones desde la tribuna, para dar a conocer nuestras propuestas, iniciativas, ideas, declaraciones de protesta. Debemos hacer llegar al pueblo nuestras posiciones y abrirles los ojos ante el curso nefasto que lleva a cabo el gobierno.

Al mismo tiempo la actividad electoralista, por definición, no solo es capaz, sino que deberá adquirir un significado político-social.

Por ejemplo, durante las elecciones generales el partido crea sus cuarteles electorales, de arriba abajo. Pero ¿quién ha dicho que esta vertical de mando, con todo su potencial, con toda su experiencia de trabajo en condiciones extremas, sistemas de comunicación, etc. pueda ser utilizada únicamente en época de campaña electoral? Al fin y al cabo, es una estructura operativa, que si está bien diseñada, está en condiciones de dirigir todas las campañas políticas y acciones globales, capaces en su caso de movilizar a millones de personas, para apoyar a un Partido Comunista que salga vencedor en las elecciones. Esta vertical de mando solo la podemos crear a través de nuestra participación en las campaña electorales. Las elecciones tanto en el plano jurídico, como en el económico, político, y psicológico, nos ofrecen una oportunidad inmejorable de pulir el trabajo de ese sistema de dirección excepcional.

Sigamos. En época de campaña esos mismos cuarteles electorales forman a su vez equipos de recogida de firmas, de activistas de la agitación, de materiales de propaganda, brigadas móviles etc. Todos ellos cuadros de excepcional valor. Son camaradas que conocen perfectamente el territorio en el que desarrollan su actividad. Personas que han adquirido una enorme experiencia en el trato diario con la gente. Una vez más esta experiencia es muy aprovechable más allá de la época de campaña. Estos cuadros están llamados a convertirse en la columna vertebral del partido, para cualquier actuación política decidida que podamos llevar a cabo en un futuro. Solo contando con la experiencia y el saber de estos compañeros, el partido estará en condiciones de arrastrar tras de si a esa misma calle, de levantar ese millonario apoyo de la población, que necesitamos. Teniendo cuadros como estos, el problema de la lucha por el poder es resoluble. Si el partido carece de esta gente, todas las acciones de protesta que podamos plantear, quedarán en papel mojado y nuestra influencia sobre el régimen gobernante, que intenta impedir la llegada de lo comunistas al poder, será técnicamente inviable. Estos cuadros se seleccionan a través de la participación en la lucha electoral.

Analicemos otro aspecto: En cada región, al inicio de la campaña electoral, el partido reúne cerca de cien mil firmas de apoyo. O lo que es lo mismo, entra en contacto directo con esa masa de población y se sirve de su respaldo en un momento de vital importancia. Por consiguiente, en las generales ya de facto se forma una capa de entre siete y diez millones de simpatizantes conscientes de los comunistas. Esto no solo representa un enorme potencial para las acciones de protesta. Esta es además una de reserva colosal de cuadros. Es nuestra segunda red para el trabajo de agitación y propaganda, que es capaz de actuar, no desde fuera, sino desde dentro de la población, valiéndose de las relaciones familiares, de amistad o trabajo.

Finalmente, el trabajo en campaña electoral obliga a nuestras organizaciones partidistas a crear comandos de especialistas: analistas, periodistas, sociólogos, sicólogos, propagandistas, editores de panfletos y octavillas etc. Todo esto sumado conforma el tallo, alrededor del cual, en el momento decisivo puedan cristalizar las fuerzas intelectuales, que necesitará el partido en la hora de la lucha por el poder. Condiciones más favorables para su creación, que las que ofrece la participación en las campañas electorales, no vemos.

Podríamos seguir trayendo ejemplos, pero creo que la idea ha quedado clara. El trabajo electoral y parlamentario y la actividad social del partido, su lucha por ganar la calle, son conceptos indivisibles. Intentar aquí separa uno de otro, o sacrificar uno en nombre del otro, carece de sentido y es extremadamente perjudicial. El debate en torno a que es lo más importante, si el trabajo parlamentario o el extraparlamentario, es como discutir que es lo más importante en un cartucho: la pólvora o la bala.

En conjunto, hoy vemos como el más probable de los métodos de llegada al poder, el siguiente algoritmo: En el país se produce una nueva y aguda crisis, económica, social o política. Se produce una situación revolucionaria. Ocurre esto en época electoral o se convocan elecciones anticipadas. Lo más probable, que se convocasen al mismo tiempo las parlamentarias y las presidenciales. El partido Comunista vence en ellas en lucha con otras fuerzas políticas. Al mismo tiempo se materializa el apoyo de millones de personas, utilizando el mecanismo de movilización y dirección aprendido durante nuestra participación en todo tipo de campañas y movilizaciones.

Se crea de esta manera una masa, social y políticamente crítica, que sirva no solo para las manifestaciones pacíficas de apoyo al PCFR, sino también como presión sicológica sobre el gobierno. Una presión capaz de evitar que la «élite gobernante» pueda caer en la tentación de falsificar los resultados de las elecciones, o de obviarlos.

Simultanamente, la tribuna parlamentaria sirve a los comunistas para la propaganda pública de sus ideas y organizar un proceso de negociación con el poder.

Así pues, estos son los tres elementos complementarios de lucha del PCFR por el poder, de manera pacífica: La actividad electoral, el arraigo en el tejido social y la utilización de la tribuna parlamentaria. Los tres deben confluir en el momento necesario, asegurando al partido su hegemonía social y política, o lo que es lo mismo, la victoria.

Reflexiones de G.Ziuganov (Secretario General del PCFR), extraídas del artículo «Mirar hacia delante».