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Desastre nuclear y una guerrita para taparla

Fuentes: Revista "El 9 nou"

Traducido para Rebelión por el autor

Es manifiesto que la industria de la energía nuclear vive una amenaza en sus proyectos de beneficios futuros toda vez el accidente nuclear de Fukushima en Japón muestra, por si falta les hacía a los optimistas, que la humanidad es capaz de ponerse en peligro de extinción sin necesidad de bicho depredador.

Que Francia sea el país cuyas empresas relacionadas con la energía de fisión nuclear pueda sufrir más por sus programas recientes de inversiones con la intención de vender sus reactores, coincide con que su Presidente, el ciudadano republicano francés Sarkozy, haya encabezado en exclusiva inicialmente el ataque a la soberanía de Libia, a la que se ha añadido el Gobierno Español, siempre tan combativo poniendo por delante las vidas de soldados y no las de asesores y ministros.

Para aquellos que están al frente del poder, la vida y la muerte (de los otros) es cosa muy relativa y como tal debe tratarse, y un accidente nuclear que deje 300.000 muertos es de cuantía inferior al de Chernobil del que se calcularon 400.000 muertos; luego quedan los daños colaterales y los retardados (par de palabras que no se transforman en número). Ahora bien, el hundimiento de la industria nuclear es harina de otro costal y no se puede permitir, pues toca el bolsillo de inversores muy poderosos, e incluso pueden poner en cuestión la elección de un presidente como el francés, comprometido en la venta de reactores nucleares de tecnología desarrollada por empresas francesas. Añadamos que la producción eléctrica de origen nuclear del otro lado de los Pirineos es comparativamente muy superior a la japonesa, por ejemplo (76,20% en 2008 en Francia, frente al 20,90% en Japón, según se recoge en Atlaséco 2010. Le nouvel Observateur). Sólo falta que ahora la gente se ponga a pensar que Ascó está más cerca de Barcelona, que Fukushima de Tokio.

Una guerra localizada como la de Libia viene bien para distraer la atención. Si de paso se puede silenciar a Gadaffi y poner un Gobierno títere con algún ex-ministro traidor en la frente que garantice el control del petróleo del país, tanto mejor. Y mientras, a ver si se limitan las consecuencias del accidente de Fukushima y se pueden desarrollar los planes de venta de reactores de la empresa francesa Areva entre otros. A los ciudadanos les corresponde decidir si quieren vivir bajo el riesgo permanente de la energía nuclear o adoptar una forma de vida menos dilapidador de energía.

Fernando Jaén. Profesor Titular del Departamento de Economía y Empresa. Universidad de Vic.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.