Apenas ocho meses han alcanzado para afirmar con toda crudeza que la derecha autóctona y el imperialismo yanqui tienen en el gobierno encuentrista el defensor más fiel de sus intereses. Primero fue el decreto antipopular del 20 de mayo, luego la carta al FMI el 8 de junio, después la aprobación de la UNITAS, posteriormente […]
Apenas ocho meses han alcanzado para afirmar con toda crudeza que la derecha autóctona y el imperialismo yanqui tienen en el gobierno encuentrista el defensor más fiel de sus intereses.
Primero fue el decreto antipopular del 20 de mayo, luego la carta al FMI el 8 de junio, después la aprobación de la UNITAS, posteriormente la firma en Mar del Plata del Tratado de Inversiones con EEUU y por último la violenta represión en Ciudad Vieja con cuatro militantes procesados.
El día cuatro de noviembre de 2005 quedará grabado en la historia como el día en que el gobierno autoproclamado «progresista», mediante los representantes del socialdemócrata Partido Socialista del Uruguay remacharon definitivamente las cadenas de su absoluta dependencia con los dictámenes del amo imperial y de la más rancia oligarquía criolla.
Por un lado el presidente «socialista» Vázquez (hacemos referencia a dicha expresión solamente para identificarlo con el Partido Socialista) y el canciller Gargano (también «socialista») firmaron en la IV Cumbre de las Américas el «Tratado de Protección de las Inversiones de EEUU en Uruguay» (así debería llamarse de hecho, porque su denominación oficial de Tratado de Promoción y Protección de Inversiones Recíprocas entre EEUU y Uruguay es una flagrante mentira) con los representantes del más asesino imperio que haya conocido la humanidad. Lo que representa la más vil subyugación por parte de la cúpula gobernante uruguaya hacia los dictámenes de la Casa Blanca. Más allá de que nuestro benemérito presidente cumplió con su más ferviente deseo de estrechar las ensangrentadas manos de Bush, momentos antes de la foto que estampaba al máximo representante del imperio junto con buena parte de la cúpula de lacayos latinoamericanos.
En ese sentido el imperialismo se dio el gusto de cumplir, mediante la herramienta de la Cumbre de las Américas, con la lenta pero segura imposición del ALCA. ¿Y quién hizo de ejemplo de sometimiento esta vez? Uruguay. Igual que cuando Jorge Batlle Ibáñez rompió relaciones con Cuba siendo ejemplo de alcahueterismo con los yanquis.
Una nueva demostración de la disposición de nuestro presidente de obedecer obsecuentemente los mandatos de Bush. Antes había sido la visita a Uribe en Colombia, apoyándolo en su lucha contra los movimientos guerrilleros.
Pero la fenomenal capacidad de claudicación de los «Socialistas» no para allí. Y no queremos con esto incluir a buena parte de las bases del PS, que han demostrado su disconformidad con las decisiones de la cúpula gobernante.
Es así que ese mismo cuatro de noviembre se plantearon en Montevideo tres movilizaciones de rechazo a la presencia de Bush en Latinoamérica y a la firma del tratado de inversiones con los yanquis.
La primera era una concentración en la Plaza Matriz, a las 15 horas, convocada por la Coordinadora ALCArajo. Donde estaba previsto realizar una marcha recorriendo el viejo casco de la ciudad, donde se concentran las casas matrices de los bancos nacionales e internacionales, donde está la sede del FMI y la Bolsa de Valores de Montevideo.
La segunda era convocada por la FEUU, el PIT-CNT y FENESU; la que planteaba una concentración en la plaza libertad a las 19 horas con posterior marcha a la Universidad, donde habría un espectáculo artístico y una oratoria.
La tercera era convocada por la Coordinadora de Lucha Antiimperialista en la que se coincidía en la marcha de plaza libertad a la Universidad, pero además se convocaba a marchar hasta la Embajada de EEUU.
Represión progresista: primeros cuatro presos políticos
En la movilización planteada en Ciudad Vieja, donde concurrieron más de trescientas personas, fue donde surgieron los incidentes que terminaron con una feroz represión cívico-policial.
La firma por parte de Gargano del Tratado de Inversiones con los yanquis, provocó en algunos manifestantes una tremenda indignación y furia que se expresó en grafiteadas, cánticos y rotura de vidrios de la Bolsa de Valores, el CitiBank, el BankBoston y el Banco Comercial.
Posteriormente se desató una violenta represión por parte de la policía, con la participación de algunos civiles, transformándose prácticamente en una cacería de manifestantes, sin mediar distinción de sexo, edad o aspecto.
Una vez más, y en el mismo día, un «socialista» daba la nota. Esta vez el Ministro del Interior José Díaz, quien en la reunión de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) en 1967 levantó su mano apoyando la lucha armada revolucionaria en América Latina. Ahora, casi cuarenta años después, no demostró empacho en levantarle la mano a su propio pueblo.
Más allá de acusaciones individuales y de responsabilidades personales, el gobierno y el sistema jurídico-político-institucional demostraron que no dudarán en reprimir a aquellos que nos opongamos al sistema de explotación capitalista o que cuestionemos las políticas económicas dictadas por el imperio.
Cuatro compañeros fueron enjuiciados y condenados por «sedición». Cuatro compañeros cuyo delito es ser de izquierda, anticapitalistas, antioligárquicos y antiimperialistas. Cuatro compañeros cuyo delito es ser militantes sindicales, sociales y estudiantiles.
Estos cuatro compañeros fueron procesados por manifestarse públicamente en contra del imperialismo y del capitalismo. Fue un juicio político, realizado por un juez de extrema derecha, como lo es Fernández Lecchini. Por lo tanto los cuatro son presos políticos. Los primeros presos políticos de un gobierno neoliberal de izquierda.
¡¡LIBERAR YA A FIORELLA, LILIAN, IGNACIO Y CLAUDIO!!
¡¡LIBERAR YA A LOS PRESOS POR LUCHAR!!
Artículo publicado en el periódico del Frente Revolucionario por una Alternativa Socialista (FRAS) Construyendo N° 14 de Noviembre/Diciembre de 2005