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El día que no estalló la tercera guerra mundial

Fuentes: Rebelión

Nos ha tocado vivir momentos trepidantes. A principios de septiembre el entonces inminente ataque franco-estadounidense a Siria, nos colocó al borde de una especie de Tercera Guerra Mundial, aunque no quedaba claro si se libraría en Siria, en todo Medio Oriente, o si se extendería a una escala mayor. La cumbre del G20 en San […]

Nos ha tocado vivir momentos trepidantes. A principios de septiembre el entonces inminente ataque franco-estadounidense a Siria, nos colocó al borde de una especie de Tercera Guerra Mundial, aunque no quedaba claro si se libraría en Siria, en todo Medio Oriente, o si se extendería a una escala mayor. La cumbre del G20 en San Petersburgo, Rusia, fue un espacio fundamental de negociación sobre una guerra que finalmente no estalló. Pocas veces triunfa la paz. Vale la pena repasar lo que pasó. El 6 de septiembre, al concluir la cumbre del G20, el Presidente Barak Obama sostuvo una reunión bilateral con el Presidente de Francia, Francois Holland, en la cual informó ambos mandatarios acordaron que el indudable empleo de armas químicas en Siria, había puesto en peligro a Turquía, Jordania y Libano, por lo cual era indispensable una acción militar «adecuada», «limitada» y «proporcional», para minar la capacidad de Bashar Al Asad, para volverlas a usar ese tipo de armas, lo cual, no impediría, continuar las pláticas de Ginebra sobre la transición en ese país.

Minutos más tarde, en la conferencia de cierre de la cumbre del G20, el anfitrión, Vladimir Putin afirmó que una acción franco-estadounidense en Siria desestabilizaría Medio Oriente, dispararía los precios del petróleo y ralentizaría aún más la economía mundial; ayer hablamos en la cena sobre ese tema, dijo, desde las 7 de la noche hasta la 1 de la mañana. Los países a favor de la acción militar fueron: Estados Unidos, Turquía, Canadá, Arabia Saudita y Francia. En contra se manifestaron Rusia, la República Popular China, India, Indonesia, Argentina, Brasil Sudáfrica, e Italia, además del Secretario General de la ONU. La gran sorpresa señaló, fue la «inesperada declaración del Primer Ministro de India cuando afirmó ‘me opongo firmemente a cualquier acción militar'». Por su parte, complementó Putin, «el Presidente de Sudáfrica dijo: ‘las naciones pequeñas se sienten cada vez más vulnerables y desprotegidas. Parece que un país poderoso puede usar la fuerza en cualquier momento y a discreción'». En respuesta a un reportero Putin afirmó; «¿Que si vamos a apoyar a Siria? Si lo haremos. Ya lo estamos haciendo. Estamos suministrando armas y asistencia económica. Espero que podamos ampliar la asistencia humanitaria». Pese a la tensión, el rukavaditi dio cuenta de una reunión informal de 20 minutos, con Barak Obama, durante la cual, dijo, pese a las diferencias: «…nos hemos puesto de acuerdo en algunos escenarios posibles destinados a resolver el conflicto pacíficamente» y anunció una próxima reunión entre los respectivos ministros de Relaciones Exteriores. Cuatro días más tarde Barak Obama afirmó que en la víspera del ataque del 21 de agosto, el ejército sirio alistó armas químicas, mezcló gas sarín, distribuyó máscaras anti-gas a sus soldados, y finalmente, lanzó cohetes contra 11 barrios controlados por la oposición, causando más de 1000 decesos. Si no hacemos nada, aseveró Assad seguirá usando esas armas; sus arsenales amenazan a Jordania, Turquía e Israel y envalentonaran a Irán a construir su arma nuclear. Sin embargo, matizó, he visto algunas señales alentadoras, el Presidente Putin me manifestó su disposición a unirse a la comunidad internacional para presionar a Assad a desmantelar sus arsenales, por ello remató instruí al Secretario John Kerry, a reunirse el jueves con su homologo ruso, y he consultado, abundó, a Francia y Gran Bretaña, para saber si firmarían junto con Rusia y China una resolución de la ONU, exigiendo el cese del empleo de las armas químicas en Siria. El 11 de septiembre de septiembre Vladimir Putin incrementó la presión y publicó en The New York Times, «Llamado a la cautela», donde afirmó que el respeto a la ley obliga a acatar lo establecido en la Carta de las Naciones, en la cual se afirman como únicos motivos para el uso legitimo de la fuerza, la autodefensa o su aprobación en el Consejo de Seguridad, en el cual se establece el derecho de veto. La ley debe cumplirse nos guste o no. Si un país actúa al margen de la legalidad internacional la ONU, abundó Putin, puede derrumbarse como ocurrió con la Liga de las Naciones. Un ataque estadounidense arruinaría los esfuerzos multilaterales por resolver el conflicto palestino-israelí y el problema nuclear con Irán. En la conflagración Siria, señaló, participan Al Qaeda y el Frente Al-Nusra designadas por el Departamento de Estado de EEUU como organizaciones terroristas. El gobierno de Siria, remató, ha manifestado su voluntad de poner sus arsenales químicos bajo control internacional.

El 14 de septiembre Barak Obama dijo que se había abierto una posible solución diplomática en Siria, gracias a la presión militar de Estados Unidos: «Rusia ha indicado una nueva voluntad de unirse a la comunidad internacional para presionar a Siria a renunciar a sus armas químicas.» Ese mismo día el Consejo de Seguridad informó que la República Árabe Siria depositó en la Secretaría General su adhesión a la Convención que prohíbe la producción y empleo de armas químicas y emitió la resolución 2118 (2013) y anunció el inicio del desmantelamiento de los arsenales sirios y la realización de una convención internacional sobre el tema. La negociación realizada en San Petersburgo parece haber iniciado una reconfiguración de Medio Oriente o incluso del poder Global. La diplomacia y la presión internacional lograron abortar una guerra que parecía inminente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.