El control de los salarios es la base, tanto del esplendor como del declive, de los gobiernos progresistas de Uruguay. El Frente Amplio incorporó a los sindicatos, junto a las organizaciones empresariales y delegados del gobierno, en instituciones tripartitas encargadas de fijar los salarios y asegurar la paz laboral. El gobierno progresista no se limita […]
El control de los salarios es la base, tanto del esplendor como del declive, de los gobiernos progresistas de Uruguay.
El Frente Amplio incorporó a los sindicatos, junto a las organizaciones empresariales y delegados del gobierno, en instituciones tripartitas encargadas de fijar los salarios y asegurar la paz laboral.
El gobierno progresista no se limita a actuar como mediador de la negociación colectiva. Ante todo, se pone por encima como mando y determina tanto el monto como los plazos de los ajustes de salarios. Estas pautas generales no son objeto de discusión. Son definidas por el Ministerio de Economía y los Consejos de Salarios negocian su implementación, según las condiciones particulares de cada rama de actividad.
Por medio de estas instituciones, el Frente Amplio trata de manejar los salarios en función de la ganancia de las empresas y el control de la inflación.
Mientras la economía crecía aceleradamente, a impulso de la demanda externa, los gobiernos progresistas promovieron una mejora de los salarios. Lo hicieron manteniendo siempre los aumentos salariales por debajo del incremento del producto, de tal modo que no afectaran la ganancia y las empresas no subieran los precios.
Desde que la demanda externa y el crecimiento económico declinan, por el contrario, el gobierno progresista dirige una rebaja de los salarios. Impone ajustes salariales menores que los aumentos de precios con el fin de disminuir los costos de las empresas, elevar los márgenes de ganancia y detener la inflación.
En conclusión, el Frente Amplio califica su papel político como partido de gobierno por la gestión de los salarios dentro del capital. Durante el ciclo de crecimiento, una ideología de participación en los beneficios favoreció la adhesión de los trabajadores al gobierno. Ahora, en cambio, el control de los salarios acentúa los conflictos y la hegemonía progresista se descompone con la autonomización de los trabajadores.
Luis Ibarra, Universidad de la República.
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