M.H.: Mónica, venís siguiendo de muy cerca la situación que se está viviendo en Haití, como parte del Comité uruguayo por el retiro de las tropas de ocupación de tu país. Me gustaría que compartieras con nuestros oyentes las últimas novedades que tenés de la situación política que se está viviendo en ese país. M.R.: […]
M.H.: Mónica, venís siguiendo de muy cerca la situación que se está viviendo en Haití, como parte del Comité uruguayo por el retiro de las tropas de ocupación de tu país. Me gustaría que compartieras con nuestros oyentes las últimas novedades que tenés de la situación política que se está viviendo en ese país.
M.R.: En Haití en las últimas horas, en los últimos días hemos vivido, y digo «hemos vivido» porque es una lucha que sentimos como propia, porque hace años que venimos trabajando con los compañeros haitianos y ha sido un triunfo popular extraordinario, en el contexto actual latinoamericano, que no es justamente de avance sino de retrocesos populares; marca un hito que va a ser muy importante para la historia de Haití pero creo que también para la historia de América Latina.
Los medios de comunicación no están tomando el tema, apenas hay algún titular muy recortado de donde no se puede entender qué es lo que realmente está pasando en Haití. Primero hay que decir que no podemos referirnos a la crisis política electoral que está sufriendo Haití en este momento como el comienzo de la historia. Tenemos que saber que el gobierno que organiza estas elecciones, el de Michelle Martelly, es fuertemente cuestionado desde el comienzo de su mandato, porque él mismo sale de un enorme fraude electoral también organizado por EE.UU. y operado por la OEA en el año 2010.
Para los haitianos no es noticia que el gobierno es ilegítimo, que ha actuado durante los cinco años de mandato, que termina el próximo 7 de febrero, desoyendo a todos los códigos de funcionamiento que se venían sosteniendo aún bajo la ocupación de la Minustah, cierto funcionamiento democrático, respeto de la Constitución, de la institucionalidad. Antes de esto hubieron elecciones con proscripción del partido mayoritario y popular del ex presidente Aristide, pero manteniendo algunas formas que eran válvulas de escape para la sociedad haitiana que está bastante politizada.
Lo que sucede a partir de la irrupción de Martelly en el año 2010 es que comienza a gobernar por fuera de todos esos códigos y no lleva adelante los mandatos de la Constitución, de la organización de elecciones. Se salteó 4 elecciones por lo que fueron terminando sus mandatos diputados, senadores y alcaldes y los fue sustituyendo por personas elegidas por él, todas de un staff neoduvalierista.
Este hombre, que lejos de ser un político, en realidad es un mafioso, ha admitido públicamente que tiene un carnet de tonton macoute, formó parte de las tropas que le dieron el golpe a Aristide en 1991 donde hubo una fuerte represión contra el campo popular. De manera que este hombre, además de ser un corrupto, de haber asumido en el momento trágico del terremoto donde lo que se precisaba era un gobierno con características muy distintas, no hizo otra cosa que administrar la corrupción para enriquecerse personalmente, enriquecer a los Clinton, a otra serie de personajes y que toda la poca ayuda que llegó para la gente afectada en la tragedia que dejó 300.000 muertos y la destrucción de buena parte de la infraestructura haitiana, fuera utilizada en función de las multinacionales y para el bolsillo de determinados gobernantes.
Esto no era ningún secreto para la población haitiana, aunque este hombre no organizó ninguna elección, hizo cuatro festivales de carnaval, porque él es cantante y moralmente cuestionable desde cualquier punto de vista.
Tenemos que entender entonces que para el pueblo haitiano, este hombre no organizó ninguna elección, que estaba gobernando con persecuciones políticas a la oposición, con presos políticos, con asesinatos políticos, que utilizó a la Minustah para reprimir al movimiento social, bajó los salarios y este año aumentó los impuestos.
En el momento en el que llegamos a esta elección, organizada por este gobernante completamente deslegitimizado para el pueblo haitiano y apoyado por la Minustah, la OEA y la ONU, el grupo que se llama asimismo «amigos de Haití», compuesto por EE.UU. Francia y Canadá, al que se agrega Brasil, que son los enemigos del pueblo haitiano, eso que llaman Comunidad Internacional y que el pueblo reconoce de aquella manera. Yo estuve ahí y como soy fotógrafa andaba con la cámara en la mano por la calle y me insultaban «ustedes son los de la comunidad internacional». Entonces, ya con la experiencia del fraude anterior, era imposible que un gobierno con estas características organizara unas elecciones limpias, ya antes de empezar la previsión decía que iba a ser mucho más fraudulenta que la primera.
Así tuvimos dos elecciones, una el 9 de agosto que fue parlamentaria y local para elegir representantes locales y municipales, y tuvimos una primera elección presidencial el 25 de octubre. Las dos fueron ostentosamente fraudulentas, en la primera hubo mucha violencia, pero los reportes internacionales no explicitan de dónde venía. En la prensa haitiana se maneja con absoluta claridad que la violencia vino del partido del gobierno, de los paramilitares que actuaron ametrallando filas de votantes, prendiendo fuego las urnas, llenando urnas completas de votos, desechando las que estaban, y todo tipo de falsificación de actas.
La segunda elección fue menos violenta pero utilizaron también estos métodos de falsificación de actas, fueron un millón trescientas mil personas a votar, mientras que hay once millones de habitantes en condiciones de hacerlo. Habían dado novecientos mil permisos a los representantes de los partidos para ir a fiscalizar la elección, pero esas personas podían votar en cualquier circunscripción, no solamente en el lugar donde ellos estuvieran inscriptos, de manera que se comprobó que estas personas votaron una gran cantidad de veces en distintos lugares, la tinta que debía permanecer durante dos o tres días en las papeletas a la media hora se borraba, votaron los muertos, pasó de todo.
Esta última semana en Haití vivimos una insurrección popular
M.H.: Hay un editorial del New York Times, el más importante periódico del mundo que es lapidario respecto de esta situación que estás comentando. La llamada Comunidad internacional y en particular los EE.UU. y el Partido Demócrata, ya que Bill Clinton es el Virrey de Haití, contra viento y marea quieren llevar adelante esta segunda vuelta presidencial que hasta el día de hoy no se ha podido concretar, entre otras cosas producto de una importante movilización popular que se ha dado en la última semana. En las fotos se ven mareas humanas que se manifiestan. ¿Qué salida ves respecto de la situación que se está viviendo en este momento? Mañana inclusive hay una reunión de la CELAC, donde uno de los temas centrales junto con el acuerdo del gobierno colombiano y las FARC es precisamente la situación haitiana.
M.R.: Primero decir que hace dos años que hay un flujo de movilización de masas en Haití que ha ido creciendo en el 2015, que además fue la conmemoración del centenario de la invasión americana que tuvo una resistencia armada, donde se fue haciendo un trabajo de memoria muy importante de la izquierda.
Lo que vivimos esta última semana, que fue una insurrección popular, uno nunca sabe cuál es la gota que va a rebalsar el vaso, fue la última semana cuando se empieza a hacer el despliegue, la oposición llama a una semana de rebelión para impedir el balotaje presidencial, incluso dijeron que iban a utilizar todos los métodos que tengan a su alcance para impedirlo y efectivamente en el medio de la semana fueron renunciando todos los integrantes del Consejo Electoral, hubo oposición del Senado recién electo, del partido oficial, de la Iglesia católica, todos se oponían porque veían que venía un baño de sangre. Eso tuvo una ruptura el viernes 22 que fue el día de la irrupción, que fue el de la mayor movilización de las últimas décadas en Haití.
El viernes 22 de enero a las 14:00, en medio de la marea humana que se encaminaba desde diferentes puntos de la ciudad hacia la sede del Concejo Electoral Provisorio, su presidente decreta la suspensión por tiempo indeterminado del balotaje del 24 de enero.
Las masas recibieron con euforia la noticia, pero lejos de abandonar la calle, empezaron a exigir ese mismo día la renuncia de Martelly y su gobierno, y las consignas y cánticos seguían redoblando la apuesta. «No hay más gobierno, el gobierno somos nosotros», la palabra «revolución» también empezó a resonar.
Martelly anunció que hablaría a la nación, citó a los periodistas, pero la gente se encaminó hacia el Palacio de Gobierno y Martelly no pudo siquiera hablar. Renuncia el sexto miembro de la Comisión Electoral de los 9 que eran. El aislamiento de Martelly era absoluto, solo respaldado por las potencias extranjeras: la OEA , la ONU y su MINUSTAH.
En estas últimas horas el pueblo haitiano ha aprendido lo que no ha aprendido en muchos años, un aprendizaje político de su poder, nosotros lo hemos vivido en nuestros respectivos pueblos, del poder que tiene y que pudo desplegar y que efectivamente así como el pueblo y la dirección de esa oposición tuvo la determinación de impedir el balotaje, lo que hay que ver es que el imperialismo tuvo la determinación de que se hiciera, hasta el último minuto y fue el Departamento de Estado en persona diez veces en esos últimos diez días a decirle a Martelly que la haga igual, sin importar si no queda ni un solo integrante del Comité Electoral y aunque fuera un plebiscito donde solo corría el candidato oficial porque el otro se retiró afirmando que todo el proceso era fraudulento.
La determinación del pueblo superó a la determinación del Imperio, hubo represión, heridos, no sabemos todavía si algún muerto, pero sí muchos heridos por balas de goma. El pueblo utilizó en su insurrección los métodos de los que ahora habla la Comunidad Internacional condenando la violencia, pero hicieron lo que tenían que hacer, quemaron centros electorales, hicieron barricadas con fuego, cortaron carreteras en los lugares donde sabían que iban a bajar los helicópteros de la Minustah con material electoral, movieron igual que hacen los indígenas de Bolivia piedras gigantescas y les fue imposible bajar.
M.H.: ¿Cuáles son las perspectivas en lo inmediato?
M.R.: El hecho de que se lograra abortar la elección dos días antes y de la manera en que se dio, redobló la fuerza de la resistencia. Sin embargo, las alianzas de la oposición son tan amplias que tienen cierta fragilidad.
Han aparecido públicamente dos propuestas respecto a la forma de proceder para instalar el gobierno de transición.
Las organizaciones sociales y partidos, organizaciones de izquierda unidos en la Iniciativa de un Movimiento Patriótico Democrático Popular, minoritario en términos numéricos en el marco de la oposición, tienen un buen impacto a nivel de sus ideas y propuestas. El MPDP fue quien primero difundió un documento de cómo encarar la nueva fase de la formación del gobierno provisional y las principales tareas que éste debería encarar.
El «G8″ es el bloque de los 8 presidenciables de la oposición que se fueron abroquelando en el correr de los días a partir de la primera jornada electoral del 9 de agosto 2015 que catalogaron de » FRAUDE MASIVO». De agosto a diciembre este Grupo de los 8 junto al partido Fanmi Lavalas, fueron los convocantes a la gran ola de movilizaciones que culminaron en el 22 de enero triunfales.
El MPDP se mueve inmerso dentro de la gran correntada popular, junto al G8, también son convocantes de las grandes movilizaciones y, en particular, fueron quienes impulsaron a lo largo de 2015 creativas movilizaciones y actividades recordando los grandes hitos de la resistencia contra la invasión norteamericana de 1915 a 1934, reivindicando a los líderes y mártires de entonces.
La rápida iniciativa del Partido Racin Kamp Pep La (Partido raíces en el campo del pueblo), partido de izquierda que integra el MPDP, en sacar a la calle primero que nadie una propuesta de salida a la crisis política y el gobierno de transición, me pareció impactante.
Sus propuestas son más profundas y plantea objetivos de urgencia, como el ocuparse de la emergencia de la hambruna, pero también objetivos de mediano y largo plazo, a 30 años, de las medidas a tomar en el plano económico y organizacional del Estado, dándole una proyección realista, con los pies bien en la tierra, que se perciben como no improvisadas y apuntando a la base de los problemas más serios a solucionar en el plano de la soberanía y la autodeterminación, en el plano político, social y económico, como un programita de gobierno en un lenguaje sencillo y comprensible a nivel popular.
El mismo 22 de enero sale a la luz el planteo del MPDP que apoya el movimiento de desobediencia civil y de rebelión general con miras al establecimiento de un gobierno de transición que debe servir de base para la búsqueda de soluciones a la crisis coyuntural y estructural del país.
Exigen un gobierno de transición democrática popular para permitir al pueblo haitiano recuperar su libertad y soberanía y luchar contra la miseria en que está sumido el país. Insisten con fuerza en que este gobierno debe tener como brújula el interés nacional y el de la mayoría de la población. Descartan igual que el G8 que este nuevo gobierno no puede ser el resultado de la injerencia de potencia extranjera alguna, ni del gobierno Martelly-Paul, considerado como antinacional y antipopular además de corrupto.
El G8 presentó el lunes 25 su propuesta con bases interesantes, como la participación de varias organizaciones sociales prestigiosas del país en la elección de los miembros de la investigación de los ilícitos cometidos en los dos fraudes electorales. La propuesta del G8 de cómo integrar el gobierno quedó abierta a críticas y aportes de todas las fuerzas y sectores comprendidos en la crisis. En esa negociación se está.
La salida está abierta, fuertemente amenazada de muchos lados, pero con un salto en calidad muy importante, inimaginable hasta el viernes 22, desde el punto de vista del crecimiento de la conciencia, el aprendizaje de las masas, la organización, los métodos de lucha, de autodefensa y su confianza en el poder popular como alternativa a la dominación extranjera.
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