En entrevista telefónica desde New York, el escritor Roberto Quesada (Honduras, 1962) habla de la migración, » los otros exiliados», analiza las noticias que lee sobre Tegucigalpa y comparte las gestiones diplomáticas que realiza como Consejero de la Misión Honduras ante Naciones Unidas: » Me encontraba mirando TeleSUR, estaban pasando la balacera en el aeropuerto […]
En entrevista telefónica desde New York, el escritor Roberto Quesada (Honduras, 1962) habla de la migración, » los otros exiliados», analiza las noticias que lee sobre Tegucigalpa y comparte las gestiones diplomáticas que realiza como Consejero de la Misión Honduras ante Naciones Unidas: » Me encontraba mirando TeleSUR, estaban pasando la balacera en el aeropuerto Toncontín, y en CNN estaba Roberto Flores, ex embajador en Washington que traicionó al Presidente Zelaya, diciendo que todo era paz en Honduras y que no había golpe. Me indigné tanto que primero lo llamé a él para desmentirlo y ponerlo en su sitio. Y luego opté por llamar a varios colegas periodistas y a los candidatos Elvin Santos y Pepe Lobo»
Autor de El desertor (1985); Los barcos (1988); El humano y la diosa (1996); Big Banana (1999) y Nunca entres por Miami (2002). La novela Los barcos, fue traducida al inglés por Hardie St. Martin, quien tradujo las memorias de Neruda Confieso que he vivido (1974) y la edición en español de Big Banana está en el catálogo de Seix Barral (2000). En su faceta periodística, Roberto Quesada fundó los periódicos El Centroamericano (Nueva York) y Nosotros los latinos (Nueva York). Ha colaborado para Cambio 16 (España); La Vanguardia, (España); Rebelión (publicación virtual española); El Diario (Nueva York) y en la actualidad es columnista en diario Tiempo, de Honduras.
Afirma a los lectores de TeleSUR: «S e ha revertido la desinformación, pero también ha ayudado mucho la incapacidad lingüística y de raciocinio de los golpistas, como cuando uno de esos señores se refirió al presidente Barack Obama como: ‘Ese negrito que no sabe nada de nada’. Basta con escuchar esto para darse cuenta que lo que se le hizo a Honduras fue un atraco. Por todo ello no entiendo la terquedad de los golpistas de tratar de convencer al mundo de que no fue golpe de Estado»
MC .- Escribió decenas de páginas sobre la migración latinoamericana a Estados Unidos, usted vivió en San Francisco y New York, donde conoció a todo tipo de migrantes: los exiliados chilenos y los espaldas mojadas de México, háblenos de la migración desde su experiencia y observación cotidiana…
RQ.- Sigo viviendo en Nueva York, o, mejor dicho, entre Nueva York y Honduras. He escrito mucho sobre los inmigrantes, y pienso continuar haciéndolo ya que es un tema inagotable y de mucha, o quizá permanente, actualidad. Sí, tengo amistades chilenas que vivieron la brutalidad del pinochetismo, que huyeron o fueron expulsados de Chile a raíz del golpe de Estado contra Allende. Conozco a Vítor Toro y Aires Nieves, una pareja de activistas pro derechos humanos en Nueva York, que sufrieron en carne viva la tortura fascista-pinochetista. A ella la violaron muchas veces los militares golpistas. Conocí a otro que me contaba todo tipo de torturas físicas y sicológicas, como llevarlos al paredón amarrados de los ojos, disparar cerca de ellos y hacerles creer que ya estaban muertos. Los soldados riéndose y hablando: «Mira cómo quedó éste, ya va camino al infierno». En realidad he escuchado de muchos exiliados chilenos relatos horrorosos.
«Claro, los otros exiliados, los económicos, pues tienen otras historias, no por ello menos dolorosas o de sufrimiento, ya sea en el largo y peligroso viaje o en las dificultades de sobrevivir en otras tierras en condiciones de anonimato total, como si no existieran. Y de hecho, sin papeles es como que no existan».
MC .- El personaje protagónico de la novela Big Banana (1999), « Eduardo Lin» se enamora de New York y trabaja de todo un poco antes de cumplir su sueño americano, entre el lúdico frenesí conoce a Casagrande, un chileno exiliado. Usted solicitó visa para ir a los EE.UU., pero Casagrande se vio obligado a emigrar, ¿qué aprendió de los exiliados latinoamericanos?, ¿qué representa Casagrande?
RQ.- Casagrande es un personaje al que le tengo mucho cariño. Lo inspiré en el cantautor y fotógrafo chileno Alejandro Stuart, quien ha retornado a vivir a Santiago. Alejandro me hablaba mucho de su exilio en Cuernavaca, en San Francisco y su sueño de regresar a Chile, el cual, por cierto, se le cumplió. Y con Casagrande se aprende mucho, porque tal como el personaje, así es Alejandro: a pesar de las vicisitudes, de la nostalgia, de las carencias, Casagrande siempre le encuentra el lado amable a la vida, el lado positivo. El es un experto en sobrevivencia en grandes urbes.
«Tal como en Big Banana, Alejandro nunca dejó Chile, lo anduvo en todas partes. Así como ando yo a Honduras. Tanto así que se prometió volver y allá está. Con Casagrande aprendí lo que realmente significa la palabra solidaridad».
MC .- ¿Durante qué períodos regresó a Honduras?, ¿a qué se dedicó después de tantos años fuera del país?
RQ.- En realidad yo regreso a cada rato. Pero sí estuve un año cuando escribí Big Banana. Fuera del país me he dedicado a escribir mis libros, naturalmente, y a ejercer el periodismo para la sobrevivencia. Por supuesto, también a promover el lado bueno de Honduras, mi país, que sí lo tiene y muy grande, por cierto. Aparte de las zonas turísticas entre playas y montañas, tiene ciudades coloniales bellísimas, también la Ciudad de Copán, que es una de las más grandes e importantes ciudades mayas. Y así existen muchas cosas hermosas por descubrir en Honduras.
MC.- Desde el principio condenó el golpe de Estado, usted es una figura pública, sus libros los editan en traducciones del español al inglés y viceversa, ¿rondó el miedo de vivir fuera del país, esta vez, en calidad de exiliado?
RQ.- Aquí hay una confusión, cuando en Italia se publica la antología de cuentos: Voces inmigrantes (voces del exilio), se incluye un cuento mío. Pero la antología no se refiere solamente al exilio forzado sino a escritores que ya sea por voluntad propia o circunstancial vivimos fuera de nuestros países de origen. Por ahora, por no estar de acuerdo con el golpe, algunas amistades ya me escriben como «escritor en el exilio», pero la verdad no es esa porque el auténtico, legítimo, gobierno es del presidente Manuel Zelaya. Por tanto cualquier acción de los golpistas, es nula.
MC .- En el periódico Tiempo de Honduras escribió de forma suspicaz: « Ahora, a través de paga, amenazas y chantaje quieren hacerle creer al mundo que las ‘manifestaciones’ a favor de los golpistas son reales. La verdad es otra» y enumeró las razones. En la opinión pública internacional hubo consenso para calificar de golpistas a las huestes de Micheletti, además se le dio amplia cobertura a los discursos del Presidente Zelaya en la ONU y OEA; ¿se revirtió la desinformación?, ¿cómo afrontará la prensa golpista la pérdida de credibilidad?
RQ.- Claro, creo que toda persona sensata tiene que estar contra este y cualquier otro golpe de Estado. La historia de América Latina está manchada de sangre producida por los golpes de Estado. Y se ha repetido este golpe de Estado con las mismas características que los anteriores en Latinoamérica, a diferencia de que a los golpistas le fallaron los cálculos en cuanto a los avances tecnológicos. Puede decirse que Internet, los teléfonos celulares, las camaritas de mano, han jugado un papel fundamental en que se revirtiera la desinformación que los golpistas intentaron vender al mundo. Claro que se ha revertido, pero también ha ayudado mucho la incapacidad lingüística y de raciocinio de los golpistas, como cuando uno de esos señores se refirió al presidente Barack Obama como: «Ese negrito que no sabe nada de nada». Basta con escuchar esto para darse cuenta que lo que se le hizo a Honduras fue un atraco. Por todo ello no entiendo la terquedad de los golpistas de tratar de convencer al mundo de que no fue golpe de Estado (imagínense si eso es por las buenas, qué tal por las malas). Alguien tiene que obsequiarles un vídeo, ya que tenían Ley mordaza en todo el país, para que vean como el mundo en las Naciones Unidas ovacionó de pie al presidente Zelaya.
» No sé que hará la prensa golpista pues el descrédito dentro y fuera del país ha sido grande. Es difícil subsanar este tipo de cosas, creo que ahora la gente estará escuchando o leyendo las noticias y a la vez cuestionando si será verdadero o falso. Lo positivo de esto es que ya la gente no se tragará las noticias como se las daban antes sino que han disparado su capacidad de analizar, de dudar»
MC .- ¿Cuál es la situación jurídica de los más de 800 detenidos en las cárceles hondureñas ante la falta de garantías individuales?
RQ.- Hay muchos organismos, auténticos defensores de los derechos humanos, que dentro de todo el desastre que ha producido el golpe, están pendientes denunciando y exigiendo la liberación de estos compatriotas. Pero es un asunto preocupante porque el otrora defensor de los derechos humanos, Ramón Custodio, quien debería ser el Ombudsman se ha convertido en el «Obús-man» (el obús es una pieza de artillería que permite, a diferencia del cañón normal, atacar mediante un tiro curvo o indirecto), así en estás circunstancias pues la ciudadanía está expuesta a que se le violen todos sus derechos.
MC .- ¿Quién investigará el asesinato de 3 manifestantes antigolpistas?
RQ.- El presidente Zelaya se reunió con Patricia Mejía, presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Washington. Ella le informó la situación de la violación a los Derechos Humanos que se están cometiendo en Honduras. Ella envió un mensaje claro a las autoridades de facto para que estén al tanto que la justicia internacional «está vigilante, y deja constancia diaria de las denuncias recibidas». Entonces es de suponer que a parte de organismos hondureños participarán las instancias internacionales.
MC .- Gracias a su prestigio de periodista logró conversar con dos candidatos presidenciales, ¿qué sensación le dejaron ambos diálogos?, ¿por fin condenaron el golpe de Estado?
RQ.- En realidad yo no buscaba que condenaran el golpe sino que por ser candidatos y posiblemente alguno de ellos será presidente, digo posiblemente porque después del golpe puede que surja una nueva fuerza política desde los llamados partidos pequeños, hacerles entender que de persistir lo del golpe van a dejar al país en funestas condiciones económicas. Algo que ninguno querría heredar. Me encontraba mirando las noticias, en TeleSUR en vivo estaban pasando la balacera en el aeropuerto Toncontín, y en CNN estaba Roberto Flores Bermúdez, ex embajador en Washington que traicionó al Presidente Zelaya, diciendo que todo era paz en Honduras y que no había golpe. Me indigné tanto que primero lo llamé a él para desmentirlo y ponerlo en su sitio. Y luego opté por llamar a varios colegas periodistas y a los candidatos Elvin Santos y Pepe Lobo, con la idea de hacerles entender que debemos evitar a toda costa el derramamiento de sangre. Pepe Lobo me ha prometido usar toda la influencia que tenga para detener la barbarie y que el Presidente Zelaya sea restituido. Ambos candidatos dijeron que pondrían sus buenos oficios en busca de una salida no sangrienta. Esperamos que así sea, aunque ya hubo sangre, pero no hay duda que puede haber mucho más.
MC .- ¿Buscará al candidato del Partido de Unificación Democrática?, ¿qué opción tiene la izquierda en las próximas elecciones?
RQ.- El golpe de Estado se da por un miedo horroroso de los golpistas a que haya reformas, digo reformas no revolución. Tanto fue el pavor que decidieron arriesgarlo todo con el golpe de Estado. ¿Entiendes la magnitud ultraconservadora que tiene Honduras? Así que la palabra «izquierda» en Honduras es una muy mala palabra. Y así han «educado» al pueblo a que le tema a esa palabra, por tanto nadie se presenta con ella. Por eso no se puede hablar de opciones de izquierda, aunque sí puede derivarse del golpe un mayor apoyo a los candidatos progresistas o reformistas. De allí la importancia, una de tantas, de una nueva Constituyente, para limpiarla de vicios del pasado y que en realidad los partidos y candidatos vayan a contiendas electorales en igualdad de condiciones jurídicas.
MC .- ¿Los golpistas intentan comprar conciencias en el país y en el extranjero?, ¿le ofrecieron un trabajo de facto?
RQ.- El golpe fue el domingo y la mañana del lunes tuve la primera llamada. Utilizaron a un amigo mío con el que acabábamos de estar en Nueva York. Le dije que ya él conocía mi postura contra los golpes de Estado, que un gobierno de facto era ilegal, y que él sabía de mi amistad con el presidente Zelaya y no lo iba a traicionar. Por la tarde volvió a llamarme pero ya entonces sabíamos los pormenores del golpe, o mejor dicho ya a nosotros también nos había golpeado el golpe, y les dije que muchas gracias pero que era una locura haber dado golpe de Estado cuando a todo el mundo se le había olvidado que existía esa vía para obtener el poder. Le recordé lo que le había dicho dos días antes en Nueva York: que si daban golpe de estado al presidente Zelaya solamente se fortalecería dentro y fuera del país. Dicho y hecho, eso es lo que ha sucedido.
MC .- Conoce las entrañas del Imperio, ¿cuál es su lectura de la tibia mediación de la Secretaria de Estado Hillary Clinton?, ¿descarta cualquier tipo de respaldo de la base militar norteamericana a los golpistas hondureños?
RQ.- A veces quisiera pensar más románticamente, quisiera ser más idealista y pensar que con el presidente Obama se superará esa nefasta relación entre Estados Unidos y América Latina, que nos convertiremos en socios y podremos caminar juntos hacia el progreso. Eso es ser muy ingenuo, él podrá ser muy bueno como persona pero preside el imperio, y el imperio sabe como presionar a sus presidentes. A veces pienso que lo del golpe de Estado en Honduras puede ser una especie de laboratorio, y dependiendo los resultados de este pequeño gran país, se decidirá las acciones a tomar en otros países que estén pensando mucho en sus libertades. Habrá que ver. En ese caso el golpe de Estado no ha sido a Honduras sino a América Latina con endosado saludo al resto del mundo.
MC .- El Presidente de Venezuela cerró la válvula de petróleo hacia Honduras, el Banco Mundial y el Banco Interamericano suspendieron los créditos, los países de la OEA y la Unión Europea retiraron a sus Embajadores de Tegucigalpa, ¿lo anterior hará recapacitar a los golpistas?, ¿hicieron mal sus cálculos?
RQ.- A estas alturas los golpistas ya deberían de saber que este golpe pertenecía a otra época, que no sólo el pueblo sino también sus propias empresas serán golpeadas con todas estas medidas económicas que el mundo ya ha empezado a aplicarles. Después de todo el pobre está acostumbrado a subsistir con poco, ellos no.
MC .- En Chile, después de la negociación entre los socialistas reciclados y los pinochetistas hubo «Justicia en medida de lo posible». En Honduras ¿el precio de la democracia será una amnistía para los golpistas?, ¿reconciliación a partir de la Ley marcial de obediencia debida?
RQ.- Eso creo que era posible antes del domingo, pero ya con ese muchacho muerto, Isis Obed Murillo, ya esta lucha tiene mártires y eso complica las cosas para una amnistía. En las calles la gente está furiosa, son multitudes que no paran de exigir justicia y que a los culpables les caiga todo el peso de la Ley.
MC .- Después del anuncio de la mediación del Presidente de Costa Rica, ¿cuál es la atmósfera en Honduras?, ¿diminuyó la tensión y la desesperanza?, ¿qué dicen sus colegas periodistas?
RQ.- Hay bastante escepticismo, sobre todo porque Michelleti ha anunciado que no permitirá el regreso del Presidente Manuel Zelaya. Pero estamos como el libro de aquel famoso escritor colombiano Alvaro Cepeda Samudio: «Todos estábamos a la espera».
MC .-Finalmente, ¿qué le diría al Presidente Zelaya?, ¿qué será lo primero que le preguntará cuando regrese al país?
RQ.- Bienvenido a casa, Presidente. Y lo primero que preguntaría es lo que se le pregunta a un guerrero cuando ha andado ausente al frente de la batalla: ¿Qué prefiere, enchiladas o arroz con leche?
http://www.telesurtv.net/noticias/entrev-reportajes/index.php?ckl=324
*Se publica en El Clarín de Chile con autorización del autor y de TeleSUR