En apariencia, la situación política en Taiwán parece totalmente bloqueada e inamovible: el presidente Chen Shui-bian, acusado de consentir la corrupción en su entorno más inmediato, se niega a dimitir, tal como le exige tanto la oposición, mayoritaria en el Parlamento, como el movimiento cívico de Shih Ming-teh, y todas las energías parecen consumirse en […]
En apariencia, la situación política en Taiwán parece totalmente bloqueada e inamovible: el presidente Chen Shui-bian, acusado de consentir la corrupción en su entorno más inmediato, se niega a dimitir, tal como le exige tanto la oposición, mayoritaria en el Parlamento, como el movimiento cívico de Shih Ming-teh, y todas las energías parecen consumirse en dicho contencioso sin salida aparente. Sin embargo, un auténtico hervidero recorre a todas las fuerzas políticas.
Con altibajos, el movimiento de Shih Ming-teh sigue marcando, en buena medida, la agenda de los partidos. La presentación de una nueva moción de censura en el Yuan legislativo, esta vez contra el gobierno (la primera fue presentada y desestimada en junio) ya ha cosechado su primer éxito: un grupo de seis diputados del PDP (Partido Democrático Progresista) se han desvinculado de la posición oficial. El fracaso de la moción está asegurado, ya que la oposición está muy lejos de conseguir los dos tercios de votos necesarios, pero Shih ha anunciado que promoverá la destitución de todos aquellos diputados que no la secunden. El nerviosismo en el PDP va en aumento y las principales figuras del partido parecen disponerse ya a mantener una encarnizada lucha por la sucesión de Chen, circunstancia que podría adelantarse si se aviene a dimitir pasadas las elecciones municipales parciales (en Taipei y Kaoshiung) a celebrar próximamente.
En el bando de los «azules», tampoco predomina la calma. El PPP (Partido el Pueblo Primero) se está sumando de forma entusiasta a la movilización de Shih, con la esperanza de recuperar un protagonismo que el KMT (Kuomintang) le había usurpado en razón de su entendimiento con China continental y la bajada en intención de voto del PDP. James Soong, líder del PPP, abocado a un acuerdo con el KMT (del que salió a raíz de sus desencuentros con Lien Chan, su anterior líder) aspira a lograr una mejor posición negociadora. Entre los seguidores del movimiento de Shih existe un buen número de partidarios de los «azules» que Soong pretende atraer, provocando un reordenamiento en las filas de la oposición, demostrando más audacia y atrevimiento que el KMT, quien prefiere actuar de forma más «institucional» y «responsable», lo que deriva en numerosas criticas a su líder, el actual alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou. Más que un consciente reparto de papeles entre ambos, James Soong aspira a erosionar y debilitar la figura de Ma, para ganar posiciones en ese lado del escenario político, capitalizando adeptos del movimiento de Shih, quien ha reiterado su negativa a transformar el movimiento cívico que reclama la dimisión de Chen en una fuerza política que compita en las presidenciales del 2008.
El KMT desconfía de los «rojos» (el movimiento de Shih) y nada temería más que su victoria. Su estrategia, que coincide con la del continente, parece consistir en mantener a Chen hasta el final de su mandato, debilitándolo progresivamente. Si bien falta año y medio para la celebración de las próximas elecciones presidenciales y teniendo en cuenta que Chen no puede aspirar a un tercer mandato, su mantenimiento al frente de Taiwán y del PDP facilita una estrategia de desgaste permanente e impide cualquier política de recuperación del PDP, a través de la promoción de líderes alternativos. De producirse la dimisión de Chen, su vicepresidenta, Annette Lu, y otras figuras afines en el PDP, podrían aprovechar la ocasión para hacerse fuertes en el partido y remontar su declive electoral, manteniendo o incluso radicalizando el actual discurso del PDP.
Para el KMT, y para el PCCh (Partido Comunista de China), en el continente, el objetivo ha dejado de ser Chen y su dimisión. El principal foco de atención de ambos se centra en el debilitamiento del PDP, favoreciendo sus contradicciones internas y estimulando a aquellos grupos menos soberanistas para hacerse cargo del partido. Hacer del PDP una fuerza marginal en el mapa político taiwanés constituye el principal criterio de actuación política del KMT y del continente.
Quienes estorban esa estrategia? De una parte, el movimiento de Shih y, de otra, las escaramuzas en el seno de la oposición. Esa alianza de hecho casi conduce, por ejemplo, a la suspensión de las celebraciones del «Doble Diez», la fiesta nacional que conmemora el advenimiento de la República de China, ante las amenazas de nuevas y masivas manifestaciones en la avenida Ketagalan, donde habitualmente se celebra la ceremonia oficial. El Doble Diez tiene un sentido pan-chino y sería la primera vez desde 1949 que se suspendiera, sirviendo en bandeja a Chen una excusa más para reiterar su idea de que Taiwán, de facto, ya no es parte de China.
El KMT se halla entre la espada y la pared. Observa con recelos el movimiento de Shih y desconfía de su aliado, el PPP. Por otra parte, ha aceptado abrir consultas y negociaciones con el gobierno del PDP y su primer ministro, Su Tseng-chang, uno de los principales candidatos a la sucesión de Chen.
En China, inmersa también en una intensa campaña contra la corrupción, se sigue con interés el acontecer político de Taiwán. Recientemente, los servicios de seguridad de Taipei aseguraron que no existe constancia de influencia alguna del PCCh en el movimiento de Shih (sugerida desde algunos sectores por su elección del rojo como color identificativo). China prosigue con su política de acercamiento político a la oposición, y, sobre todo, estimulando los intercambios económicos. En noviembre próximo un nuevo foro agrícola bilateral se reunirá en la isla de Hainan. La elección de la agricultura como motor de ese acercamiento está relacionado con el hecho de que buena parte de los campesinos del sur de Taiwán forman parte de la principal base de apoyo a Chen y el PDP (en buena medida como consecuencia de la dura represión aplicada por el KMT en los años cincuenta del pasado siglo), quien el sábado 30 de septiembre reunió a unas 100.000 personas en Kaoshiung que le reiteraron su fidelidad. Mientras, la justicia de Taipei ha anunciado la inocencia de la esposa de Chen en las denuncias por haber aceptado bonos de compra de los grandes almacenes Sogo.
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-Igadi)