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El instituto Vavilov, guardián mundial de las plantas perdidas

Fuentes: Agencias

En un ministerio de la época zarista, en pleno centro de San Petersburgo, un instituto vela por una colección de valor inestimable: cientos de miles de variedades de simientes capaces de hacer revivir o redescubrir las plantas olvidadas. El instituto Vavilov, creado hace 100 años, es un guardián de la biodiversidad vegetal. Sobrevivió a los […]

En un ministerio de la época zarista, en pleno centro de San Petersburgo, un instituto vela por una colección de valor inestimable: cientos de miles de variedades de simientes capaces de hacer revivir o redescubrir las plantas olvidadas.

El instituto Vavilov, creado hace 100 años, es un guardián de la biodiversidad vegetal. Sobrevivió a los sobresaltos de la Historia y hubo quien dio la vida por salvar el patrimonio.

«En Europa, casi todas las variedades han desaparecido a causa de la Segunda Guerra Mundial y de la industrialización. Las especies locales que había después de la guerra fueron destruidas por variedades más productivas importadas de Estados Unidos», resume el director del Instituto Vavilov, Nikolai Dziubenko.

«Pero gracias a nuestra colección, el mundo tiene una oportunidad de recuperar especies olvidadas», asegura.

La colección incluye tanto granos europeos como simientes más exóticas como la de una variedad de trigo etíope desaparecido a causa de las guerras civiles en los años 1970.

‘Cazadores de genes’

Este trigo volvió a los campos de Etiopía cuando este país pidió a la Unión Soviética el envío de muestras recogidas por el fundador del instituto, Nikolai Vavilov, durante una expedición realizada en torno a 1930, explica el agrónomo y profesor del centro Igor Loskutov.

Vavilov, un genetista y botánico ruso nacido en 1887, hizo expediciones por el mundo entero, que le permitieron crear un banco con más de 250.000 simientes en 1940, año en que fue detenido, víctima de las purgas estalinistas.

Su colección perduró y en la actualidad cuenta con 345.000 especies vegetales, de las cuales el 80% son únicas en el mundo.

Vavilov dirigió el instituto de 1921 a 1940, efectuando expediciones en 64 países para recoger especies silvestres o sembradas. «Él y sus colaboradores fueron verdaderos cazadores de genes», cuenta Igor Loskutov.

«A Vavilov no le interesaban las plantas exóticas, sino la biodiversidad vegetal, las especies locales. Es lo que otorga importancia científica a nuestra colección», explica.

Hoy la colección del Instituto ocupa tres salas. El primer almacén, de 50 m2, conserva el aspecto de la época. Las simientes se guardan en pequeñas cajas de hierro, a temperatura ambiente.

‘Ideología burguesa’

«No parece muy moderno, pero es muy seguro. La colección conservada aquí no depende de la electricidad ni del equipamiento», afirma Loskutov. Sin embargo los granos no se pueden conservar más de cinco o siete años.

Los otros dos almacenes guardan granos e injertos congelados, que se pueden conservar hasta 50 años. Hay que regenerarlos regularmente y cada año, el 10% se siembra para que las plantas crezcan y se puedan recolectar.

«Contra viento y marea, los científicos del Instituto mantuvieron esta colección hasta nuestra época. Algunos de ellos sacrificaron su vida por ello», añade Igor Loskutov.

El agrónomo muestra los retratos de colaboradores del instituto muertos de hambre durante el bloqueo impuesto por los nazis a Leningrado (antiguo nombre de San Petersburgo) entre 1941 y 1943.

Nikolai Vavilov murió en la cárcel en 1943, tras haber sido acusado de traición y de «ideología burguesa». El instituto lleva su nombre desde 1964.