El Mercosur (Mercado Común del Sur), también integrado por Brasil y Paraguay, tampoco ha mostrado disposición a tomar medidas para prevenir choques similares en el futuro. Sin embargo, es posible que esta dinámica esté a punto de alterarse, tras el cruce de comunicados de la semana pasada entre Buenos Aires y Montevideo respecto de una […]
El Mercosur (Mercado Común del Sur), también integrado por Brasil y Paraguay, tampoco ha mostrado disposición a tomar medidas para prevenir choques similares en el futuro.
Sin embargo, es posible que esta dinámica esté a punto de alterarse, tras el cruce de comunicados de la semana pasada entre Buenos Aires y Montevideo respecto de una convocatoria del Consejo Mercado Común, máximo cuerpo político del bloque, para tratar el asunto.
Argentina se resiste a dar participación a los otros socios del bloque e insiste en que éste es un asunto bilateral desatado a partir del incumplimiento uruguayo del Estatuto del Río Uruguay, al autorizar a las compañías Botnia, de Finlandia, y ENCE, de España a construir las fábricas en la margen oriental de ese curso de agua.
Uruguay pidió el 7 de abril a Argentina –que ejerce la presidencia rotativa del bloque– esa reunión para tratar su denuncia contra el bloqueo de pasos internacionales por vecinos argentinos contrarios a las plantas, una medida violatoria del derecho a la libre circulación de bienes y personas consagrado en el Mercosur.
La semana pasada, en una reunión técnica del Grupo Mercado Común en Buenos Aires, Uruguay se quejó de que Argentina no había dado trámite a su solicitud.
«Las delegaciones de Brasil y Paraguay apoyaron el pedido de Uruguay de convocar a una Reunión Extraordinaria del Consejo del Mercado Común», informó el viernes el Ministerio de Relaciones Exteriores uruguayo en un comunicado.
De inmediato, la cancillería argentina lo desmintió.
«De la reunión realizada no se desprende el respaldo atribuido a Brasil y Paraguay en apoyo de la solicitud uruguaya de convocar una reunión extraordinaria para tratar supuestos impedimentos a la libre circulación», dijo una declaración despachada por el Palacio San Martín.
Montevideo replicó publicando el acta de dicha reunión, en la que consta que la delegación de Paraguay «expresó su apoyo» a la reunión extraordinaria y que «el gobierno brasileño evalúa positivamente la solicitud uruguaya en la medida en que ofrece una oportunidad para el desarrollo del diálogo y la búsqueda de soluciones». Fin de la guerra de comunicados.
Si el Mercosur sigue jugando un papel irrelevante en el conflicto «se perderá la oportunidad de fortalecer al bloque en este plano y de aumentar el compromiso de los Estados con la integración», dijo a IPS el economista Marcel Vaillant, profesor de la estatal Universidad de la República de Uruguay y consultor económico de la Secretaría del Mercosur.
Pero esta crisis «no debe ser interpretada como un problema terminal del acuerdo de integración», añadió Vaillant, quien efectuó sus comentarios a título personal. «El acuerdo podrá seguir teniendo un papel en los niveles que es operativo y funciona, que son muchos», sostuvo.
«Existe el síndrome de establecer juicios globales cada vez que el bloque enfrenta un problema específico, del tipo ‘el Mercosur no funciona, el Mercosur no existe, el Mercosur está debilitado'», ejemplificó.
«El Mercosur así como está no sirve», dijo el miércoles el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, en referencia a varios problemas, como el funcionamiento comercial y los planes de integración energética delineados por los miembros «grandes», Argentina y Brasil, sin consultar a los «chicos», Paraguay y Brasil.
Vaillant subrayó que los espacios institucionales y políticos del Mercosur ya se han puesto en marcha. Ahora se requiere la «construcción de un consenso imprescindible entre los cuatro Estados partes» para que la reunión extraordinaria del Consejo Mercado Común «tenga lugar», acotó.
En la construcción de ese consenso puede jugar un papel importante la reunión que mantendrán este martes los mandatarios Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil.
Se sabe que la maquinaria diplomática de Brasil se ha puesto lentamente en marcha, en parte para atender reclamos internos, pues el bloqueo argentino de puentes uruguayos afecta también al comercio brasileño.
Pero en el acta divulgada el viernes por Uruguay figura también una posición de la delegación argentina, según la cual «las razones de la solicitud uruguaya no son autónomas, sino derivadas, a su vez, de un diferendo bilateral relativo a cuestiones ambientales ajenas al Mercosur».
Aunque Argentina se refería al Estatuto del Río Uruguay, cabe preguntarse si la potencial contaminación de ese curso de agua por la industria de la celulosa es, o debe seguir siendo, «ajena» a un bloque regional elegido por los grandes fabricantes de papel del mundo para albergar extensos monocultivos de pinos y eucaliptos, materia prima de plantas industriales que se instalarán estratégicamente cercanas.
«La gestión común de recursos compartidos es un tema muy caro a los procesos de integración. El Mercosur es un proceso muy ambicioso que alentó desde un principio la posibilidad de niveles de integración profunda que sin duda abarcan este aspecto», dijo Vaillant.
«Ya existen antecedentes en los que los cuatro países han avanzado en esta dirección», por ejemplo la «decisión sobre el Acuífero Guaraní, o los avances en términos de la integración energética, y la política sanitaria respecto del control de la fiebre aftosa», añadió.
«Estos temas tan distintos tienen puntos de contacto en la medida en que están asociados al desarrollo de bienes públicos regionales, que sólo pueden ser provistos a través de políticas regionales desde ámbitos regionales comunes. Y para que éstos se desarrollen se requiere de un compromiso político intenso y duradero», estimó.
El actual es «un caso importante que debería servir de base para resolver en general este tipo de problemas que seguramente se presentarán con mayor frecuencia en el futuro. Conflictos entre los actores nacionales de hoy o entre otros, ubicado cada uno en la misma posición o en la contraria. Enfocar el problema de esta forma permite adoptar una perspectiva diferente, y los que se perciben como costos en el presente pueden ser beneficios mañana», indicó Vaillant.
Para el argentino Alberto Cimadamore, experto en asuntos del Mercosur, el factor principal que abona la crisis es el «déficit institucional» del bloque.
«Los conflictos ambientales pueden aparecer en cualquier proceso de integración, por eso lo importante sería tener un protocolo y un tribunal capaz de hacer cumplir lo pactado de manera de evitar el choque directo entre los países», señaló este economista e historiador miembro del agrupación académica independiente Plan Fénix.
En el conflicto actual, «el margen de acción de los presidentes es escaso» y están «en un callejón sin salida» por falta de instituciones adecuadas a las que recurrir dentro del bloque.
«La integración, como cualquier proceso de ampliación de mercados, produce costos y beneficios», puntualizó.
«Un diseño institucional debe ser apto para solucionar las externalidades negativas que van a surgir en materia comercial, financiera o ambiental», añadió Cimadamore, pero lamentó que ese diseño «no esté en la cabeza de los tomadores de decisión del Mercosur», sobre todo porque «cada país tira para maximizar sus beneficios y minimizar sus costos», opinó.
Para Vaillant hay que imaginar nuevas situaciones de este tipo a consecuencia de la propia dinámica de integración.
«Si los países de la región son exitosos en integrarse, entonces seguramente mayor será la posibilidad de que sean capaces de atraer inversiones de terceros. Los espacios de las fronteras internas en los procesos de integración siempre son lugares geográficos de una intensa dinámica, en la medida en que concentran decisiones de localización que buscan sacar provecho de la nueva geografía de la integración económica», sostuvo.
«Estas crisis de crecimiento son en parte resultado del propio proceso», opinó. Esto entraña «la idea de que este tipo de conflictos son más fáciles de resolver entre países que se están integrando», pero si éste no fuera el caso «su capacidad para la recepción de inversiones sería menor», por lo cual «todos los países pierden» si no se logra una solución.
*Con aporte de Marcela Valente (Argentina).