Luego de la caída y salida de la Dictadura Cívico Militar Fascista, entre los años 1984-1985, fruto de la lucha popular que confluye desde dos vertientes principales una la de los movimientos y partidos políticos de la izquierda -movimientos sociales- y otra desde los partidos políticos tradicionales de la burguesía liberal a partir del Plebiscito […]
Luego de la caída y salida de la Dictadura Cívico Militar Fascista, entre los años 1984-1985, fruto de la lucha popular que confluye desde dos vertientes principales una la de los movimientos y partidos políticos de la izquierda -movimientos sociales- y otra desde los partidos políticos tradicionales de la burguesía liberal a partir del Plebiscito planteado por la Dictadura en 1980; se genera en la sociedad uruguaya toda una «recomposición institucional en lo que hace a la recuperación de la Democracia, el Estado y los actores de la sociedad en el terreno económico, social y político.»
Esta recomposición, sobre todo la dada en el Frente Amplio -herramienta política de la izquierda uruguaya- que fue la que sufrió los principales embates de la represión dictatorial con miles de perseguidos, torturados, encarcelados, desaparecidos, muertos, exiliados -en su principal línea de cuadros dirigentes, intermedios y de base; es en la actual situación de la referida fuerza -en gestión de gobierno desde hace 3 periodos- necesaria para analizar el proceso por el cual, nos parece, que dicha fuerza de izquierda y revolucionaria ha «mudado en ser socialdemócrata y moderada, con claros perfiles de aceptación del sistema capitalista y con una aptitud política, fundamentalmente desde el gobierno, que no propone ni planifica ninguna reforma o cambio que sea superadora «del orden establecido» en lo nacional, piloteado y monitoreado por organismos del mismo «orden establecido» en lo internacional.»
Lo Continental
Marcelo Colussi, desde un artículo publicado en Rebelión (11-01-2016), titulado «Izquierda en Latinoamérica, una agenda pendiente», reproduce un planteo de Claudio Katz, muy esclarecedor del tema que estamos tratando, que expresa lo siguiente:
«El gran problema estratégico radica en que muchos pensadores consideran que la izquierda debe centrarse en la construcción de un modelo de capitalismo posliberal. Esta idea obstruye los procesos de radicalización. Supone que ser de izquierda es ser posliberal, que ser de izquierda es bregar por un capitalismo organizado, humano, productivo. Esta idea socava a la izquierda desde hace varios años, porque ser de izquierda es luchar contra el capitalismo. Me parece que es el abecé. Ser socialista es bregar por un mundo comunista.»
Si unimos esto, a la proverbial consideración del presidente del segundo gobierno del FA, José Mujica: «… éramos unos nabos, no sabíamos que la gallina de los huevos de oro, era el capitalismo …», podemos ver que la miseria de la filosofía de la izquierda uruguaya, toca a nuestras puertas.
Yendo a cuestiones más importantes que plantea Marcelo Colussi, en la etapa de entronización del modelo neoliberal en Latinoamérica, reproducimos lo siguiente:
«Las fuerzas políticas de cuño marxista que, en más de alguna ocasión, veían la revolución socialista como algo cercano, en la década de los 70 del pasado siglo, involucionaron. Muchos partidos comunistas se transformaron en socialdemócratas. Buena parte de la izquierda revolucionaria se convirtió en una izquierda no confrontativa con el sistema, amansándose, pasando a planteos posibilistas y electorales. Lo que algunas décadas atrás se denostaba implacablemente (lucha electoral, por ejemplo) pasó a ser, en mucha gente de izquierda, el único camino posible. El saco y la corbata, o el maquillaje y los tacones, vinieron a reemplazar la boina guerrillera. Pero no solo en términos de indumentaria, obviamente, el retroceso se dio en ámbitos más profundos. Si los años 80 pudieron ser llamados la «década perdida», los 90 marcan un nuevo auge, una recomposición, un nuevo despertar de procesos populares. Ahora bien, debe quedar claro que los parámetros de las luchas de años atrás variaron sustancialmente. Para el siglo XXI, tener trabajo es ya un éxito. Y dadas las condiciones generales que impuso el neoliberalismo con su hiper explotación, la vida pasó a ser, en muy buena medida, casi en exclusividad una dura y cotidiana lucha por la pura sobrevivencia. La precarización se hizo evidente en todos los aspectos y en todos los sectores socio-económicos. Por allí se dijo que hoy un trabajador -obrero industrial o productor intelectual- trabaja tanto como en la Edad Media europea.
Nuevos problemas aparecieron en la escena, como la delincuencia urbana generalizada, el consumo de drogas ilegales y el narcotráfico. Estos elementos fueron marcando la dinámica actual. La lucha de clases pareció salir de escena. Pero, obviamente no salió! ¡Ahí está, siempre presente, aunque invisibilizada a través del monumental bombardeo mediático al que se somete a la población. Protestar es cosa del pasado, parece ser la consigna. Eso es lo que el discurso de la derecha, omnímodo, incuestionable, intenta presentar como versión oficial de las cosas. De la mano de eso, se muestra maquilladamente, un supuesto paraíso donde los países desarrollaron su paraíso neoliberal.»
Lo Nacional
Podemos ver, desde la izquierda uruguaya, que varios de los aspectos que surgen del análisis global de Colussi, no necesariamente se ensamblan con aspectos generales de la historia que en las últimas décadas recorrió el Uruguay, aunque en muchos de los mismos, nos podemos reflejar como en un espejo.
En lo Programático el Frente Amplio recoge el substrato de la construcción que hizo la izquierda uruguaya combinada con la lucha emancipadora del Movimiento Obrero y Popular, desde un acervo acumulado que viene desde las primeras décadas del siglo XX y que se convierte en síntesis proactiva y creativa a partir de la discusión y análisis del Congreso del Pueblo de los 60, que va a parir la CNT unificando a todas las corrientes del movimiento sindical, y poner en el centro de la escena económica, social y política, un Programa de Soluciones para la grave crisis que vivía el Uruguay en ese entonces (y que se extiende a nuestros días) … con un claro sello de clase trabajadora y sectores medios, opuestos y en lucha contra una oligarquía criolla y un imperialismo, que abatían los intereses de una nación independiente y desarrollada.
Por ello es que la Plataforma Programática y Programa de Soluciones, que el FA plantea a la población uruguaya en las elecciones nacionales de 1971, los temas fundamentales planteados pasan por una Reforma Agraria, Nacionalización o Estatización de la Banca, del Comercio Exterior, extensión y ayuda del Estado en materia crediticia y de ayuda técnica a pequeños y medianos productores de la ciudad y del campo, poner a las instituciones y organismos del Estado en mejores condiciones de proveer a los sectores populares de «bienes y servicios» -Vivienda, Salud y Educación- profundas reformas que nos llevasen a ser un «país productivo» cuyos recursos y riquezas proveyesen al pueblo de una mejor calidad de vida que extirpase la pobreza y la indigencia y no que clásicamente siguiera sirviendo a los intereses económicos y sociales de «300 familias», que ligadas al capital internacional, se adueñaron históricamente de Uruguay.
En los años de la pos dictadura, con el advenimiento nuevamente de los partidos tradicionales a los gobiernos nacionales y con mayorías parlamentarias construidas «entre ambos», tan así que en lugar de Blancos y Colorados se comienza a hablar de un poder político de los «Rosados», muchos sectores políticos del FA comienzan a hablar de un fuerte «revisionismo» a las bases programáticas, políticas y organizativas. Cuando sus propuestas de «cambios necesarios» para ganar futuras elecciones no prosperan, comienzan veladas amenazas de «retiros con armas y bagajes». Luego, en el tiempo las amenazas dejan de serlo y los retiros se producen, algunos analistas dicen que hay un período en que las «puertas de entrada y salida» del FA, se convierten en «puertas vaivén», salen sectores del Partido Demócrata Cristiano (PDC), del Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP) con Hugo Batalla a la cabeza que termina vergonzosamente en la fórmula presidencial del Partido Colorado con Sanguinetti como presidente y el famoso «Hugo» en la vice-presidencia. Estos agrupamientos «salen y regresan». En lo electoral, pese a a los anuncios de los renunciantes, el FA sigue creciendo.
Con la crisis y caída de la URSS, y el efecto dominó de desaparición del llamado «campo socialista», los revisionistas frenteamplistas quedan en inmejorables condiciones de vaciar el Programa de Transformaciones, y yo diría de identidad socialista revolucionaria, del Frente Amplio, cuestión que procesan en forma victoriosa, de Congreso en Congreso.
El objetivo de quienes planteaban modificar bases programáticas y organizativas de la fuerza política, más allá del discurso argumental, era ganar elecciones pareciéndose a lo que hacían clásicamente los diversos sectores de la burguesía liberal enfundada en los partidos tradicionales, sin programa y con su clásica y envolvente demagogia populista. Como hacia la «interna frenteamplista» era difícil que esto fuese de recibo, con diversos tecnócratas devenidos en políticos, cargaron el programa con diversos incisos de lenguaje «sociológico y politológico» solo apto y entendible para «analistas de sistema» carente de cualquier objetivo «transformador» en otro ámbito que no sea el «capitalismo organizado, humano y productivo». Y la palabra «progresismo» sustituyendo al otrora llamado «socialismo», devenido hoy para renovadores y revisionistas en una suerte de «sustantivo satánico».
Se hace difícil concluir una temática tan compleja como la que quisimos abordar, pero si al lector lo convoca a búsquedas y lecturas, a hurgar en lo que nos pasó, nos pasa y a raíz de ello, nos pasará… nos damos por conformes. La Humanidad integrada por diversas naciones y pueblos que las habitan, vive momentos de su propia historia, donde le parece que su hoja de ruta está marcada con cierta nitidez porque sabios hombres y mujeres la conducen desde una gobernanza que alumbra caminos. Pero también hay épocas donde mucha oscuridad se cierne sobre los caminos, porque oportunistas de diversa laya, se han apoderado de los timones y aprisionado el pensamiento y acción de los pueblos, para confinarlo en los reducidos ámbitos del egoísmo y la codicia. La Humanidad no merece ser explotada y expoliada como hasta el momento lo es. Pero entre méritos y deméritos, todos acusan y recusan y como decía Artigas «…es muy veleidosa la probidad de los hombres y aún no aparecen las seguridades del contrato…», si, necesitamos la garantía y el surgimiento de «una nueva y buena gente», que seguro estoy habita en nosotros pero que aún no vemos por la oscuridad que reina, pero que cuando la dinamicemos e impulsemos, comenzará a alumbrar los caminos por donde transitar hacia un futuro cierto.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.