El candidato, tantas veces presentado como licenciado Raúl Sendic resultó no ser licenciado. Como el profesor Luis Hierro López resultó no ser profe. Como tanto licenciado en México, resultan no ser licenciados. Como tantos comendadores en Italia resultan no ser comendadores. O algún doctor en Uruguay lo es en proyecto… La inexistencia de un título […]
El candidato, tantas veces presentado como licenciado Raúl Sendic resultó no ser licenciado.
Como el profesor Luis Hierro López resultó no ser profe.
Como tanto licenciado en México, resultan no ser licenciados.
Como tantos comendadores en Italia resultan no ser comendadores.
O algún doctor en Uruguay lo es en proyecto…
La inexistencia de un título expresamente admitido y hasta entonces proclamado es, como muchos han dicho, peccata minuta. No es algo que hable muy bien de alguien, lo deja más bien malparado en caso de que se llegue al examen de los títulos, pero en la medida en que no se haya ejercido una profesión que exige titularidad, como en el caso de escribanos, médicos, la usurpación no es grave, o por lo menos, no es tan grave. Si alguien invoca una condición de licenciado o profesor para ejercer el cargo de político, me inclino a pensar que esa «picardía» es una de las tantas que usa el fulano en cuestión para adornarse. Con plumas ajenas, concedido, pero sin matar ningún ave.
El Sr. Sendic prometió sus títulos de Cuba. Sonó un poco raro, esto de haber venido de Cuba hace ya varios años y no haber traído consigo tales certificaciones. Pero concedamos que en el fragor de sus actividades, como él cuenta las tenía entonces en Cuba, atendiendo varios frentes o, como se dice en idiomas germanos, con muchos hierros en la fragua, es factible, admisible que se le haya escapado traerlos consigo.
Pero al parecer, se trataba de un curso corto, màs bien de adiestramiento. Tal vez por ello, pensamos, no recibía título alguno…
La duda sobre si era licenciado o no se fue espesando. Y «la contra» empezó a hacer su banquete. Tanto desde adentro del FAEPNM, seguramente por problemas de delfinato, como en tiendas ajenas, como los del P. Nacional, del P. Colorado, del P. Independiente, la Asamblea Popular… en general, hay que decirlo, con mucha mesura (indudablemente «ganaban la mano» sin esfuerzo).
A la dirección frentista se le redujeron las opciones. Hubo amagos de despegarse, como en el caso del sr. Mujica. Hubo sin duda, debate, conciliábulos, y el Plenario nacional del Frente Amplio, «habiendo recibido al compañero vicepresidente de la República Raúl Sendic» declaró un rechazo frontal (aunque no unánime, detalle que puede traer «cola») a «la campaña desplegada por la oposición y diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar» al actual vicepresidente así como «también debilitar la institucionalidad democrática del país». Con lo cual, la declaración procura poner al F.A. en el papel de víctima: «Denunciar como injusta y discriminadora la desacreditación, de la cual permanentemente son objeto nuestras compañeras y compañeros en funciones políticas y de gobierno.» Suena exagerado.
Mi impresión es que todo el episodio o incidente fue algo menor, agrandado por adversarios políticos siempre dispuestos a «sacarle el jugo» a una flaqueza, pero sobre todo por la incapacidad autocrítica en primer lugar de Raúl Sendic que no aceptó que la licenciatura invocada era en rigor un curso de adiestramiento, que probablemente se denominaba en Cuba «licenciatura» con cierta licencia en el vocabulario curricular, y no se dispuso a dar explicaciones a la sociedad en general, aunque con el episodio ya empantanado, sí las dio ante los «suyos» en la interna orgánica, ya citada, del F.A. (5/3/2016).
El propio Sendic se habría ahorrado dolores de cabeza, explicitando a la sociedad abierta lo que explicitó al Plenario del F.A.
Pero para asumir este tipo de comportamiento, se necesita entender, y compartir, que el compromiso mayor es con la sociedad, en este caso la uruguaya, y no con la pertenencia política, que es, justamente, la que da «la carrera», los cargos, los ingresos…
Y el F.A. en su interna orgánica mantuvo ese mismo ombliguismo que ve toda crítica como menoscabando su excelencia.
Pero la excelencia no es algo dado y para siempre. Todavía peor, ni existe. Hay que luchar por ella día a día. Caso por caso.
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