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A diez días de los comicios

El tiempo del terror ha pasado

Fuentes: Rebelión

¡Despierten! ¡La mayoría está con nosotros! Más de la mitad de los americanos apoyan el aborto, quieren leyes ecológicas más fuertes, no quieren la venta de ametralladoras legalizada de nuevo, creen que la guerra es un error. Ni siquiera hace falta convencerlos de todo eso, sólo hay que darles un rayo de esperanza e ir […]

¡Despierten! ¡La mayoría está con nosotros! Más de la mitad de los americanos apoyan el aborto, quieren leyes ecológicas más fuertes, no quieren la venta de ametralladoras legalizada de nuevo, creen que la guerra es un error. Ni siquiera hace falta convencerlos de todo eso, sólo hay que darles un rayo de esperanza e ir a votar. ¿Pueden hacerlo? ¿Van a hacerlo?

Michael Moore

Parafraseando la afirmación de Michael Moore, es una realidad que la mayoría de los uruguayos tienen las cosas decididas ya que fueron tocados por un rayo de esperanza. Falta que el próximo domingo 31 concurra a votar. Las últimas indecisiones parecen el resultado de algunas patologías que también son otro síntoma de la política clientelística que por decenas de años ha imperado como consecuencia de la actuación de gobiernos blancos y colorados.

Por razones que deberemos analizar más a fondo en alguna otra oportunidad, esos partidos fueron armando una burocracia, enquistada en toda la administración del Estado, que es el factor fundamental de la parálisis del país. Uruguay podría ser un vergel que impulsara el progreso y, como consecuencia, la felicidad de la gente.

Burocracia reaccionaria y mediocre que autofagositó siempre los recursos de la administración estatal, impidiendo la solución de problemas y favoreciendo de manera escandalosa a toda una clase parásito-empresaria que utilizó también el mecanismo del clientelismo político para favorecerse con las dádivas del Estado que, en general, nunca fueron reintegradas como hubiera correspondido.

Reiterar lo que hicieron algunas empresas, incluso periodísticas, con los históricos aportes realizados por el Banco de la República, es como comenzar por una actividad que se basó por decenas de años en una manirrota acción estatal. Pero, veamos, para ejemplificar este trabajo, quiénes integran las carteras 4 y 5 (impagables) del Banco de la República, quienes son los favorecidos de los «préstamos» otorgados -por ejemplo- a través de la Corporación para el Desarrollo. Largas listas de buenos señores, que no han devuelto lo recibido, dinero que fue utilizado -la mayoría de las veces- en emprendimientos de índole personal o familiar, destino alejado por supuesto de la letra en que se establecía las condiciones básicas para esas líneas de dinero fresco que, siempre, terminamos pagando entre todos.

Una burocracia que propició la transferencia a mansalva de bienes de la sociedad a los bolsillos de los «agraciados» por el modelo, como los banqueros que históricamente, una vez, dos veces y más, se han metido en los bolsillos dineros que no le pertenecían.

¿Es necesario hablar de algunos terratenientes, «productores agropecuarios» que, reiterando lo hecho en varias generaciones, esperan la línea de crédito del BROU, para cambiar la camioneta o comprar un departamento en Punta del Este? ¿Sería adecuado que alguien explicara por qué se llegó a tales extremos y las razones por las cuales la burocracia política integrada en el Estado, fue tan torpe en su accionar y tan impune que nunca pagó las consecuencias de ser la intermediaria en ese mecanismo de clientelismo feroz?

Ahora, cuando estamos a pocos días de las primeras elecciones nacionales del siglo y la gente, cansada de todo ese desastroso despiporre se apresta a apoyar al candidato del cambio, las superestructuras políticas de esa burocracia con evidente desesperación tratan de revertir lo que indefectiblemente ocurrirá -según la opinión de la mayoría de las empresas de opinión pública- el próximo 31 de octubre.

El «gran maestre» de todo ello, el líder del Foro Batllista, Julio María Sanguinetti, es quien se muestra más desesperado y como primera consecuencia, más activo, ideando acciones claramente terroristas para intentar torcer la decisión de los votantes.

No olvidemos -lo que es de estricta justicia- que los ideólogos de la campaña ideada por el Partido Nacional, que también han hecho de las suyas, tratando de lesionar la respetabilidad del doctor Tabaré Vázquez, se han equivocado.

Sin embargo hasta ahora no han sido portavoces del terror más descarnado, como es la campaña del Foro Batllista, que a comunistas y tupamaros, y a los viejos tanques rusos los sustituyó con la utilización parcial de imágenes.

Los blancos, en cambio, han utilizado viejas historias, ya conocidas, que por supuesto no mellan ni la ética ni la moral del candidato de la izquierda. ¿O es que alguien entiende que fue desdoroso gestionar un permiso para la importación de un aparato de radiología?

La campaña «sucia», creada por los ideólogos del Partido Nacional, ha puesto el acento en esos temas vetustos. Los publicistas del Foro Batllista, más actualizados, buscaron caminos distintos, buscando castigar con duros mandobles al senador José Mujica que nunca ocultó que fue militante y guerrillero, integrante de la dirección del Movimiento de Liberación Nacional (MLN Tupamaros).

Claro, Mujica también fue rehén de la dictadura, encarcelado por trece años en las peores condiciones imaginables.

Pero ese período de flagelación no es tomado en cuenta. Solo vale castigar una parte del pasado, no su globalidad, olvidando que existen otros personajes que vistiendo o no uniforme, cometieron delitos de lesa humanidad, a quienes desde siempre se los mantuvo en el limbo de la impunidad. No estuvieron en un aljibe, ni fueron torturados, ni defenestrados, ni encarcelados.

Como última y más enferma expresión de esa estrategia el doctor Sanguinetti y el candidato por el Partido Colorado, Guillermo Stirling, han adoptado otro perfil en su intento de aterrorizar a incautos -como si fueran abundantes a esta altura de la campaña electoral- para torcer el resultado del comicio. Hablan de acciones violentas que serían el producto de una «enfermiza intolerancia», que haría eclosión en el transcurso del comicio. Por supuesto que es una construcción propia, basada más en deseos que en realidades, que no afecta a nadie, pero que sirve para calificar a sus inventores.

Estos señores, objetivamente, están «dando manija» para que alguien crea que es verdad lo que dicen y, de alguna manera, se aterrorice y busque en el más atrasado conservadurismo, la esperanza que la mayoría ya ha encontrado en la opción de izquierda, por el cambio.

Esa campaña sirve para calificar a los autores que, en el caso del Partido Colorado -debemos reconocerlo- han tenido la virtud de dar la cara. No así los ideólogos del trabajo «sucio» del Partido Nacional, que utilizan a tristes y «baratos» testaferros que lanzan las diatribas por Internet aunque su resultado, sin el más mínimo éxito, haya sido más que lamentable.

El ensuciar la cancha, hasta ahora, no les ha servido para nada.

Mientras tanto parte de la burocracia enquistada en la administración pública está a punto de que caduque su influencia, por la pérdida de sus lugares, pues en algunos casos los funcionarios hoy al servicio de Sanguinetti y Lacalle, serán sustituidos por otros provenientes del nuevo gobierno. Debemos señalar que esa misma burocracia tiene intereses propios, lo que hace inferir que en su desesperación adoptará también actitudes «camaleónicas», tratando de virar el color de «su lomo» al color de los nuevos soles que calentarán al Estado.

Lo malo, lo peor, lo que muestra la carencia de escrúpulos de los dirigentes de los partidos tradicionales involucrados en este trabajo «sucio», es la demostración antidemocrática que protagonizan.

Perfil que no es nuevo pero que, en esta ocasión, no aterroriza a nadie. Ya en este país la gente no se traga píldoras facilistas ni tampoco retrocede, como pretenden estos señores, a posiciones temerosas y conservadoras.

El tiempo del terror ha pasado.

(*) Periodista