Los escenarios posibles de la elección del 27 de octubre de 2019, según las encuestas indican que el Frente Amplio capta menores adhesiones que en elecciones nacionales anteriores donde ha salido triunfante, que los dos partidos tradicionales retienen prácticamente la misma cantidad de preferencias que la última elección, que habría una segunda vuelta y que […]
Los escenarios posibles de la elección del 27 de octubre de 2019, según las encuestas indican que el Frente Amplio capta menores adhesiones que en elecciones nacionales anteriores donde ha salido triunfante, que los dos partidos tradicionales retienen prácticamente la misma cantidad de preferencias que la última elección, que habría una segunda vuelta y que el Frente Amplio perdería las mayorías parlamentarias.
Además del crecimiento de partidos menores, la principal novedad es el partido «Cabildo Abierto» liderado por el ex-comandante del Ejército: Guido Manini Ríos, quien llegaría al senado y en un escenario de cámaras sin mayorías parlamentarias, tendría mucho poder como «jugador del veto» de la agenda de gobernabilidad 2020-2025. Frente a esta situación la atención de diversos estudios nacionales están dirigidos a este partido político, del cual trataremos de señalar algunas de sus fortalezas y junto a algunos desafíos que presenta a los uruguayos.
1- La expresión política de las Fuerzas Armadas tiene raíces históricas. Existe una interpretación documentada, testimoniada y publicada en diversos libros escritos por ex-integrantes del MLN- Tupamaros 2, de que existieron acuerdos «secretos» del Ejército con el ex-ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro (+2016) desde 1972. Esta corriente político-militar se consolidó durante las legislaturas de José Mujica (1995-2005) quién fuera articulador de dicha alianza desde el parlamento.
2- El liderazgo de Manini fue promovido por José Mujica. Durante los gobiernos progresistas, la pre-historia de «Cabildo Abierto» tiene como principales hitos (entre otros tantos) los boicot de José Mujica y Fernández Huidobro para anular la ley de impunidad (en el plebiscito de 2009 y con Semproni en 2011). Pero es en el gobierno de José Mujica cuando el movimiento político-militar alcanza su madurez con el nombramiento de Fernández Huidobro al frente del Ministerio de Defensa, quien a fines del período Mujica promueve los ascensos de los oficiales vinculados a la Logia de los Tenientes de Artigas (en el año 2014), y de uno de sus principales referentes (Guido Manini Ríos) como Comandante en Jefe del Ejército para el tercer gobierno frenteamplista.
3- La táctica actual no sería la de un Partido militar sino la de un Republicanismo Militar. Si bien las declaraciones públicas de los referentes de la Logia de los Tenientes de Artigas se desmarcan de la ideología liberal, Cabildo Abierto va ocupando el espacio vacío que van dejando los partidos tradicionales y el Frente Amplio. A diferencia de lo que ocurrió con Bolsonaro en Brasil, no hay en el institucionalizado Uruguay espacio político para un partido «anti-sistema»3 de derecha. Pero sí para un partido de cuño «neo-institucional», cuya «cruzada libertadora» consista en «recuperar las instituciones», cubriendo los flancos de progresistas y tradicionales que gobernaron haciendo de diversas instituciones del Estado «un traje a medida». Por eso, en esta táctica sería clave el constitucionalista (anti-UPM) Eduardo Lust Hita: una especie de padrino temporal de la criatura que presenta en su declaraciones un programa parlamentario, nacionalista y restaurador del sistema legal.
4- Sin Manini el FA puede perder la segunda vuelta. Estudios recientes han revelado que «Cabildo Abierto» tiene un alto porcentaje de «voto fuerte» y otros estudios que tiene diversos apoyos en sectores como el agropecuario y de pobladores del interior del país, sin embargo confirmaron que es la «familia militar», la que reúne a los activos y a los retirados, la columna vertebral de dicho partido.
5– Manini puede ser procesado y encarcelado. Más allá de los fueros parlamentarios que pueda obtener el 27 de octubre, Manini depende en buena medida de la Fiscalía (que depende del Poder Ejecutivo), para ser procesado penalmente por incumplir sus responsabilidades recientes en el uso de la información brindada por los violadores de los Derechos humanos durante la dictadura cívico-militar.
Si después del 27 de octubre Manini realiza una alianza con el partido nacional y con el colorado, puede tener dificultades con la justicia, en el caso de que el Frente Amplio gane las elecciones en segunda vuelta (el 24 de noviembre de 2019).
Por otra parte si Manini realiza un pacto secreto (al estilo de las que ha hecho con Mujica y Huidobro pero ahora) con diversos líderes del Frente Amplio, perdería su influencia sobre los sectores no militares para neutralizar su apoyo a los partidos tradicionales. Sin embargo no perdería a los sectores subalternos del Ejército y a los retirados que siguen por disciplina moral a oficiales y al «Comandante», aunque fuera para aliarse al criticado Frente Amplio. Este porcentaje de «leales» se explicaría como lo que denominamos voto «Huidobro»: resultado de una estrategia militar (pero por otros medios), que le presenta a los enemigos políticos el hecho consumado de tener que unirse para no perder por separado. Unos las elecciones, otros los privilegios.
Un voto bastante seguro (y nada minoritario), sobretodo porque se pediría en la segunda vuelta a los cabildistas bajo la promesa de que, manteniendo la lealtad construida con el aliado de turno (y el más fuerte es el Frente Amplio) es posible obtener venias del senado para nuevos ascensos militares, así como para obstaculizar las iniciativas que vayan contra los intereses de los jubilados militares y otros privilegios consolidados, incluyendo los de los «violadores» de DDHH. Por si fuera poco, además prácticamente se evitaría el procesamiento con prisión por lo acontecido con el caso Gomensoro- Gavazzo.
Esto cumpliría la promesa de Fernández Huidobro de hacer pública su obra maestra: evitar que el Frente Amplio pierda la posibilidad de un cuarto gobierno, pero lo convertiría al FA en un aliado secreto del nuevo partido político-militar. Si la creación del Encuentro Progresista (1994) institucionalizó el corrimiento del Frente Amplio al «centro» ideológico, una alianza (bajo cuerdas) con Cabildo Abierto implicaría su corrimiento a la centro-derecha, logrando algunas mayorías circunstanciales en el parlamento.
Seguramente Miranda y Michelini (dentro del Frente Amplio) y el abogado Lust (dentro de Cabildo Abierto) pondrían el grito en el cielo, pero la mayor inversión de la historia del país (UPM2) estaría a salvo en las mismas condiciones que se han firmado.
Por lo que el movimiento del tablero de los dirigentes podría llevar a los frenteamplistas, después del 27 de octubre a la encrucijada entre perder el cuarto gobierno o aliarse con su «enemigo» histórico. Mientras que para ganar en la segunda vuelta los partidos tradicionales tendrían que redoblar sus ofertas para que el Comandante logre alinear la tropa.
En definitiva, gane quien gane para los uruguayos en el balotage, gana Manini.
Notas:
2 Principalmente en «Ay de los vencidos. Testimonio político de un tupamaro», de Manuel Marx Menéndez, Cooperativa Aragones, Montevideo, 2017.
3 Aunque el Lema utilizado por Cabildo Abierto («Movimiento social artiguista») sea simbólicamente anti-sistema.
Pablo Diaz Estévez. Militante social uruguayo, Doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martin, Argentina.
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