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Una decena de indios kawésqar sobreviven en el paraje chileno de Puerto Edén

El «zoo» de Zurich y los últimos indios kawésqar

Fuentes: La Vanguardia

No hay calles en Puerto Edén. Sólo una larga pasarela de madera frente a las precarias viviendas de una de las localidades más recónditas de Chile. A una jornada de navegación desde Puerto Natales, Puerto Edén se ubica en una isla en medio de los canales patagónicos y su población no llega a 300 personas, […]

No hay calles en Puerto Edén. Sólo una larga pasarela de madera frente a las precarias viviendas de una de las localidades más recónditas de Chile. A una jornada de navegación desde Puerto Natales, Puerto Edén se ubica en una isla en medio de los canales patagónicos y su población no llega a 300 personas, entre las cuales, los diez últimos representantes de un pueblo en extinción: el kawésqar.

Esta etnia olvidada saldrá por unas horas de su ostracismo porque las osamentas de cinco de sus miembros fueron repatriadas ayer en avión de Suiza a Santiago de Chile, donde serán recibidas con honores antes de ser trasladadas a sus tierras ancestrales.

Como animales, once indios kawésqar fueron capturados en 1881 en Tierra del Fuego por una expedición alemana y llevados a Europa para exhibirlos en el Jardin d´Acclimatation de París y el zoo de Berlín. Tras una gira por Alemania, acabaron en Zurich, donde no lograron sobrevivir mucho tiempo fuera de su hábitat.

En el 2007, investigadores de los llamados zoológicos humanos -que prosperaron en Europa en el siglo XIX- localizaron los huesos de cinco de aquellos indios en la Universidad de Zurich y, tras numerosas gestiones que recuerdan a la aventura del Negro de Banyoles, volverán a su lugar de origen.

Grethe, Lise, Piskouna, Henry y Capitán -nombres que les dieron sus secuestradores- volarán de Santiago a Punta Arenas. En la capital de la Patagonia chilena serán velados hasta mañana, cuando serán trasladados en un buque de la Armada a la magallánica isla Karukinka. Allí, miembros de la comunidad kawésqar, en un rito reservado y sin testigos no indígenas, los dejarán en canastos de junco dentro de cuevas, como manda su tradición.

El profesor de Antropología Social de la Universidad de Granada, Ángel Acuña, investiga al pueblo kawésqar sobre el terreno y no es optimista sobre su futuro. «No hay más de diez personas que se pueden hacer entender en lengua kawésqar», dice a La Vanguardia. «Y salvo una pareja que lo habla en privado, nadie lo utiliza en lo cotidiano», añade. «No he visto en las instituciones chilenas ninguna iniciativa realmente eficiente para el rescate de la cultura kawésqar. No se puede hablar de mantenimiento, porque la cultura de ese pueblo originario desapareció hace años», explica Acuña.

Hasta la llegada del exterminador hombre blanco, los kawésqar navegaban por los gélidos fiordos australes. De sus aguas extraían el marisco para comer y las pieles y el aceite de lobos marinos para protegerse del frío. Hoy, la piel de lobo marino apenas sirve para recubrir artesanalmente unas pequeñas canoas que los últimos y ancianos kawésqar venden como souvenir por dos mil pesos (menos de tres euros), en una casuchas instaladas en la pasarela, a los visitantes que llegan en el único crucero turístico que visita Puerto Edén semanalmente.

Fuente: http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20100112/53868414544/el-zoo-de-zurich-y-los-ultimos-indios-kawesqar.html