Días después de las elecciones internas de los partidos para los comicios presidenciales de octubre próximo, varias son las líneas de análisis que se pueden trazar. Se votó más que en las elecciones primarias anteriores del 2014, y se mantuvo la tendencia donde la derecha sigue votando bien y el Frente Amplio, en el gobierno […]
Días después de las elecciones internas de los partidos para los comicios presidenciales de octubre próximo, varias son las líneas de análisis que se pueden trazar. Se votó más que en las elecciones primarias anteriores del 2014, y se mantuvo la tendencia donde la derecha sigue votando bien y el Frente Amplio, en el gobierno desde 2003, sigue mermando su participación.
El partido de gobierno viene en franco retroceso al registrar un descenso de su votación en 200.000 votos desde el 2004 hasta el presente.
Daniel Martínez se coloca como el candidato único del Frente Amplio al conseguir poco mas del 40% de los votos. La elección de Martínez, exintendente de Montevideo, confirma la senda por la que el Frente Amplio viene recorriendo en estos últimos años, donde la socialdemocracia se posiciona en primera línea y los dos polos de izquierda, Movimiento de Participación Popular (MPP) y el Partido Comunista del Uruguay (PCU) con sus respectivos sectores aliados, van separados a las elecciones.
La sorpresa positiva la dio Oscar Andrade, el único candidato de la clase obrera de todo el espectro político, que casi le arrebata el segundo puesto de la interna frentista a la ingeniera Carolina Cosse.
Mientras, Ernesto Talvi del Partido Colorado resultó victorioso cómodamente ante el dos veces presidente Julio María Sanguinetti. Talvi, un neoliberal de pura cepa, camuflado como un cauto centrista republicano, se muestra como la renovación de la política pero tiene la ideología de los Chicago Boys de los 70: aparece como el perfecto cómplice para el proyecto que el nacionalista (blanco) Luis Lacalle nombró como «gobierno multicolor.»
Siguiendo con Lacalle, hijo del ex presidente blanco del mismo nombre: tuvo una votación por encima del 50% en su interna. La amenaza de que el millonario Juan Sartori, devenido en político en estos úlitmos seis meses, le arrebatara el liderato fue desactivada apenas se conocieron los primeros datos de las encuestadoras.
La negativa sorpresa la dio el militar retirado Guido Manini Ríos con su partido Cabildo Abierto, con un acumulado de 50.000 votos, en una interna donde no tenía contrincantes. El fascismo social optó por el fascismo organizado, optó por la propuesta original y no por la copia mal lograda por el empresario también devenido en político Edgardo Novick.
Optó por un militar que encubrió torturadores y asesinos cuando estuvo en funciones y por lo que fue destituido. Optó por Manini donde en el cuarto lugar de su lista alberga a uno de los responsables del caso Berríos, último vestigio del Plan Condor en plena democracia de los 90. Pero a la vista está que también le valió el aval del sector mas reaccionario del Uruguay.
Fue una campaña que se realizó con muy poco presupuesto, donde la cartelería en la vía pública fue bastante escasa con respecto a los demás candidatos, donde el partido de Manini recién fundado hace unos pocos meses desplegó su arsenal de militares retirados -y no tanto- para posicionarse como la cuarta fuerza a nivel nacional, despegándose de los grupúsculos que lo siguen.
«El gobierno multicolor» como lo dijo el candidato Luis Lacalle Pou, es el proyecto de la derecha que se viene para derrotar al Frente Amplio. Un frente que carece de programa y solo tiene un objetivo expresado a viva voz, sacar a la izquierda del gobierno.
Lo expresó el propio Ernesto Talvi la misma noche que fue proclamado ganador en la interna colorada. Si el Frente Amplio tiene distintos sectores que compiten y cooperan, ¿porqué ellos (la derecha) no pueden hacer lo mismo? Obviamente, sin perder la autonomía de cada partido político.
Pero el afán de volver a ser gobierno los hace incluir en sus filas al ya nombrado Manini Ríos. Un hombre que corrió por derecha a Larrañaga (propulsor de la reforma «Vivir sin miedo», donde una de las propuestas es poner a los militares en la calle como medida de seguridad interna), y también al empresario Edgardo Novick, férreo antisindicalista y conocido por pagar salarios de hambre e incumplir con derechos laborales ya consagrados.
La ecuación queda de esta manera: el Frente Amplio con una formula presidencial aun no confirmada y que todo apunta a que será paritaria en tema de genero pero no de clase. El segundo puesto de Carolina Cosse no le alcanza para ser la que acompañe a Martínez en las aspiraciones de ser presidente.
La baja participación es una alerta amarilla que debe de ocupar y preocupar a todos los frenteamplistas.La alerta roja la dio Manini Ríos.
En octubre no solo se plebiscita la reforma constitucional Vivir sin miedo, sino que se plebiscitan dos modelos de país. Por un lado el proyecto del Frente Amplio, que con sus errores y aciertos, sus flujos y reflujos, ha gobernado de cara al pueblo. Por el otro un gobierno con todos los espectros de la derecha, donde volverá la represión, la persecución sindical, los despidos, los ajustes, la inflación, aumento de la pobreza y la indigencia, los acuerdos con el FMI y toda la derecha continental.
No va a ser un octubre más. No será un octubre rojo, no asaltaremos los cielos. Pero dependerá del pueblo, su organización, su capacidad de combatir el sentido común neoliberal y el desgaste de 15 años de ejercicio de gobierno para contrarrestar la arremetida de la restauración conservadora.
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