Hemos llegado a un punto sin retorno. El mundo es testigo del mayor grado de necesidad humanitaria desde la segunda guerra mundial. La catástrofe humana es de escala titánica. Unos 125 millones de personas tienen una extrema necesidad de ayuda, más de 60 millones están desplazadas por la fuerza y hubo 218 millones de damnificados […]
Hemos llegado a un punto sin retorno. El mundo es testigo del mayor grado de necesidad humanitaria desde la segunda guerra mundial. La catástrofe humana es de escala titánica.
Unos 125 millones de personas tienen una extrema necesidad de ayuda, más de 60 millones están desplazadas por la fuerza y hubo 218 millones de damnificados por desastres naturales cada año de los últimos 20 años.
Se necesitan más de 20.000 millones de dólares para ayudar a los 37 países actualmente afectados por desastres y conflictos armados. Si no se toman medidas inmediatas, 62 por ciento de la población mundial podría llegar a vivir en 2030 lo que hoy se clasifica como situaciones frágiles. Una y otra vez escuchamos que nuestro mundo está en un punto de inflexión. Hoy estas palabras son más ciertas que nunca.
Empezamos a comprender que ninguno de nosotros es inmune a las repercusiones de los conflictos y los desastres. Vemos en persona a los refugiados de las naciones devastadas por la guerra y somos testigos de primera mano de las consecuencias del calentamiento global. Lo vemos, lo vivimos y ya no lo podemos negar.
Estos son momentos de desesperación. Con tanto en juego, solo tenemos una opción: la humanidad. Es hora de estar juntos y revertir la tendencia creciente de las necesidades humanitarias. Es hora de crear objetivos claros y viables de cambio, a aplicar en los próximos tres años, basados en nuestra humanidad en común, el valor que nos une a todos.
Por este motivo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó a los gobernantes del planeta a asistir a la primera Cumbre Humanitaria Mundial (CHM), los días 23 y 24 de este mes, en Estambul, Turquía, para acordar medidas que trazarán una ruta para el cambio real.
La CHM fue el resultado de tres años de consultas con más de 23.000 personas en 153 países.
Basado en el proceso de consultas, el secretario general presentó su informe para la CHM, «Una humanidad, responsabilidad compartida», que esboza una visión clara para que los mandatarios tomen medidas rápidas y colectivas con el fin de reforzar la coordinación de la ayuda humanitaria.
El informe, conocido acertadamente como la «Agenda para la humanidad», propone innovadores cambios del sistema humanitario que ayudarán a reducir el sufrimiento, el riesgo y la vulnerabilidad del planeta.
La Agenda también está vinculada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que trazan metas específicas para el futuro y la salud de nuestro mundo. Imagine el fin de la pobreza, la desigualdad y la guerra civil para 2030. ¿Es posible? Sin lugar a dudas. El secretario general pidió que haya avances medibles en los tres años posteriores a la CHM.
La CHM no es el punto final, sino el puntapié inicial para hacer una verdadera diferencia en las vidas de millones de mujeres, hombres y niños. Es una oportunidad sin precedentes para que los líderes del planeta movilicen la voluntad política para abordar algunos de los problemas más acuciantes de nuestro tiempo.
La Agenda especifica cinco responsabilidades que la comunidad internacional debe asumir si esperamos acabar con nuestras crisis humanitarias compartidas. Una vez que se apliquen, el cambio será inevitable.
- Prevenir y acabar con los conflictos. Los líderes políticos – incluso el Consejo de Seguridad de la ONU – deben no solo gestionar las crisis, sino también prevenirlas. Deben analizar los riesgos y utilizar todos los medios políticos y económicos necesarios para impedir las guerras y encontrar soluciones, en colaboración con los jóvenes, las mujeres y los grupos religiosos, entre otras comunidades.
La CHM representa una oportunidad única para obtener el compromiso de los líderes para promover e invertir en la prevención y la mediación de los conflictos, que generan 80 por ciento de las necesidades humanitarias.
- Respeto por las normas de la guerra. La mayoría de los Estados firmaron las leyes internacionales humanitarias y de derechos humanos, pero lamentablemente pocas son respetadas o supervisadas. Si los infractores no son responsabilizados cada vez que violan las leyes, los civiles seguirán siendo el grueso de los muertos en un conflicto, aproximadamente 90 por ciento.
La CHM será un foro para que los líderes promuevan la protección de los civiles y el respeto de los derechos humanos básicos.
- Que nadie sea excluido. Imagínese que es desplazado de su casa, apátrida o atacado por su raza, religión o nacionalidad. Ahora, imagine que se adoptan políticas de desarrollo para los más pobres del mundo, que los mandatarios trabajan para disminuir el desplazamiento, que las mujeres y las niñas son empoderadas y protegidas, y que todos los niños y niñas – ya sea en zonas de conflicto o no – asisten a la escuela.
Imagine un mundo que se niega a excluirlo. Esa podría ser nuestra realidad.
En la CHM, el secretario general pedirá a los líderes mundiales que se comprometan a reducir los desplazamientos internos un 50 por ciento antes de 2030.
- Trabajar de manera diferente para acabar con la necesidad. Si bien los desastres naturales repentinos suelen tomarnos por sorpresa, muchas crisis son previsibles. Es hora de comprometerse para colaborar estrechamente con los sistemas locales y los socios de desarrollo para atender las necesidades básicas de las comunidades en situación de riesgo y ayudarlas a prepararse y a ser menos vulnerables.
Hace falta una mejor recopilación de datos sobre el riesgo de crisis y un llamado para actuar rápidamente con el fin de reducir el riesgo y la vulnerabilidad a escala mundial.
La CHM brindará la plataforma necesaria para asumir el compromiso con nuevas formas de colaboración por un objetivo común – la humanidad.
- Invertir en la humanidad. Si realmente queremos actuar con respecto a nuestra responsabilidad hacia las personas vulnerables, debemos invertir en ellas política y financieramente, mediante el apoyo de metas colectivas en lugar de proyectos individuales. Eso significa aumentar los fondos no solo para la respuesta, sino también para los esfuerzos de preparación para las crisis, la consolidación de la paz y la mediación.
También significa ser más creativos acerca de cómo financiar a las organizaciones no gubernamentales nacionales – con ayuda de préstamos, donaciones, bonos y sistemas de seguros, además de trabajar con los bancos de inversión, las empresas de tarjetas de crédito y los mecanismos islámicos de financiación social.
Se requiere que los donantes sean más flexibles en la forma en que financian las crisis y que las agencias de ayuda sean lo más eficientes y transparentes posible en cuanto al gasto del dinero.
Nuestro mundo está en un punto de inflexión. La CHM y su Agenda para la Humanidad son hoy más necesarias que nunca. Nosotros, como ciudadanos del mundo, debemos exhortarles a nuestros líderes que se reúnan en la Cumbre y se comprometan con las medidas necesarias para reducir el sufrimiento humano. La humanidad debe ser la opción suprema.
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Hervé Verhoosel es el portavoz de la Cumbre Humanitaria Mundial (CHM) que se celebrará en Estambul, Turquía, el 23 y 24 de mayo.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/05/elija-la-humanidad-haga-posible-la-opcion-imposible/
Traducido por Álvaro Queiruga