«No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado»Bertolt Brecht El Congreso Nacional ardiendo en llamas, un joven asesinado en un local partidario, decenas de heridos y más de 200 detenidos son la muestra más clara de la crisis general en nuestro país, a consecuencia del saqueo, la entrega y la represión […]
Bertolt Brecht
El Congreso Nacional ardiendo en llamas, un joven asesinado en un local partidario, decenas de heridos y más de 200 detenidos son la muestra más clara de la crisis general en nuestro país, a consecuencia del saqueo, la entrega y la represión de la oligarquía mafiosa al servicio de intereses extranjeros.
La oposición antienmienda, liderada por politiqueros oligárquicos como Efraín Alegre y Mario Abdo Benítez (h), asegura que se movilizó para defender la Constitución Nacional y la democracia en el Paraguay. El oficialismo proenmienda, liderada por Cartes, habla de barras bravas pagadas, incitación a la violencia por parte de los líderes de la oposición y los medios masivos de comunicación y sectores de la policía que responderían a la oposición.
Y en realidad, hubo un poco de todo en este miserable y peligroso enfrentamiento entre facciones de la oligarquía narcomafiosa durante el circo politiquero, el pasado 31 de marzo. Como también es una realidad que el hartazgo y la rabia genuina se hizo presente en una buena parte del pueblo paraguayo, que salió a las calles a manifestar su ira y su total desconfianza y repudio a la mal llamada política que hoy, para la gran mayoría, encuentra su sinónimo en la politiquería. Porque política es politiquería para la mayoría del pueblo en nuestro país, que cansado de las injusticias, también se manifestó el pasado 31 de marzo. Y esto (y no solo la manipulación mediática) también explica la aprobación de la gente y los aplausos al ver el Congreso Nacional en llamas.
La Constitución Nacional está muerta. La oligarquía narcomafiosa, engendrada por la tiranía militar fascista de Stroessner, se encargó de herirla de muerte desde su nacimiento en 1992. Que se apruebe o no la enmienda no resuelve el quiebre institucional y la dominación de la fuerza a través del dinero, la violencia y el terror. Las leyes en nuestro país se aplican o no en función a los intereses oligárquico-mafiosos. Las instituciones republicanas no garantizan el cumplimiento imparcial de las leyes. De modo que la institucionalidad está quebrada, y desde el 2012 lo podemos apreciar con mayor claridad.
¿Cuáles son los motivos por los cuáles las instituciones no funcionan?
La producción de bienes y servicios genera formas de relacionamiento social, organiza a nuestras sociedades, genera expresiones simbólicas y culturales. El modo de producción dominante determina el relacionamiento social y cultural.
Guerra, operaciones mafiosas, terrorismo, especulación financiera, narcotráfico y todo tipo de transacciones ilegales y especulativas son las vías de acumulación de riquezas que prioriza el capitalismo en este siglo 21. Esta forma de acumulación es producto de su profunda crisis y decadencia. El eje central del capitalismo del siglo 21 es el financiero, que es lo mismo que decir parasitario y timbero, porque especula y reproduce sus riquezas sin generar valor agregado ni trabajo.
Hace unas décadas, el eje del capitalismo era la producción industrial, que entró en crisis a comienzos de los años ´70. De ahí en más, comenzó a correrse hacia los márgenes del sistema, dando paso a la predominancia financiera a la hora de proyectar y buscar ganancias. La burguesía industrial, como clase explotadora y dominante, lideró la formación de una cultura y una ideología elitista, jerarquizada. Los hijos de la burguesía se preparaban para gobernar los países y explotar a trabajadoras y trabajadores, aprendiendo idiomas, cultura universal y diversas especializaciones demandadas por la producción industrial.
En tiempos de capitalismo financiero y parasitario, la clase dominante es una lumpenburguesía, presa de la vertiginosidad que tiene el ritmo de las finanzas, carente de una proyección de futuro y totalmente ganada a la inmediatez consumista. La formación cultural dominante es decadente, morbosa, sangrienta, indiferente, disgregadora, sin ninguna responsabilidad histórica para con el porvenir.
En cuanto a nuestro país, la lumpenburguesía narcomafiosa se cría en el stronismo. La ausencia de un ejemplar Juicio y Castigo a saqueadores y torturadores es parte fundamental de la actual crisis y del quiebre del sistema republicano. La construcción de la democracia es concreta. Demostrar de manera ejemplar lo que toleramos y lo que ya no toleraremos es ineludible para transitar hacia la democracia.
Además, esa cultura stronista está reforzada por una historia de desestabilizaciones expresadas en guerras civiles, boicots y azonadas militares y «golpes blandos», que se sucedieron desde el genocidio de 1864-1870 hasta la fecha. O sea, la lucha política en nuestro país estuvo marcada en disputas no institucionales, lo cual no es un dato menor a la hora de resolver los problemas ideológicos y organizativos de un proyecto de liberación nacional.
Con la creciente crisis del capitalismo, al decaer la tasa de ganancias, la lumpenburguesía se embrutece progresivamente y, como diría Brecht, por susto se fascistiza. Si a esta tendencia general a nivel internacional, le sumamos la caracterización del modelo «productivo» dominante en nuestro país, que es de agroexportación (con monocultivo sobre todo transgénico) y ganadería a escala latifundiaria (asentada sobre tierras mal habidas usurpadas por la oligarquía fraudulenta), triangulación y contrabando de gran magnitud, y todo tipo de tráficos ilegales (entre ellos, drogas y armas), transversalizado por un sistema financiero que asimila esas ganancias y financia esos «emprendimientos», entonces podemos comprender el grado de violencia creciente que se viene desarrollando en el Paraguay.
¿Entonces, por dónde empezar?
Prepararnos para enfrentar la violencia y el terrorismo haciendo valer nuestra condición de mayoría es el desafío. La clase trabajadora del campo y la ciudad es inmensa mayoría en nuestro país. La oligarquía narcomafiosa es una minoría con enorme poder pero a la vez con una gran crisis.
La resistencia de comunidades campesinas a las fumigaciones ilegales con agrotóxicos, la toma y conducción del campus de la Universidad Nacional de Asunción por estudiantes y las brigadas de mujeres interviniendo en situaciones de violencia machista en los asentamientos son ejemplos de auto-organización del pueblo. Tenemos experiencias diarias de auto-organización para resolver crisis y defendernos como pueblo. Combinarlas con nuestra organización más planificada y con elementos más técnicos de la ciencia política es la gran tarea.
Recuperar la confianza en la propia fuerza significa priorizar el trabajo de reorganización sindical, campesina, estudiantil, barrial y demás. Sin un movimiento popular organizado es imposible enfrentar esta crisis.
Por estos motivos, una práctica clara, ejemplar que demuestre una ética y una moral muy profundas, de carácter humanista, es ineludible a la hora de marcar diferencia entre política y politiquería. Dicho de otro modo, una acción política desprovista de una ética práctica con una moral estribada en la transparencia, en el combate al engaño, en la claridad de principios es obligación si queremos derrotar a la politiquería y a la barbarie capitalista.
Existe una grieta importante por donde avanzar y se encuentra entre: el aplastamiento ideológico y cultural del capitalismo por sobre la cultura popular y revolucionaria, por un lado; y la total impotencia del capitalismo a la hora de resolver las necesidades materiales de las mayorías trabajadores. Sobre esto último, la incertidumbre, la impotencia, la inseguridad, el hambre, generan muchísima angustia en la gente. No hay seguridad de jubilación, existen serios problemas de cobertura en salud y educación. Si tus hijas e hijos van a la escuela no sabés si serán violentados en la calle. Rabia, resentimiento e indignación se apoderan de las mayorías, al mismo tiempo en que la cultura del consumo y la ideología de la fascinación por las mercancías, por el morbo y la sangre se imponen. Entre esas dos expresiones del capitalismo en crisis, terminar de quebrar esa grieta en clave creativa requiere de expresiones aleccionadoras productivas, de carácter colectivo alternativo que resuelvan la subsistencia con una profundidad cultural contrahegemónica que multiplique la moral del pueblo organizado. El Proyecto de Patria Nueva muestra una práctica cultural e ideológica superadora de todo el mierdero politiquero, erigiendo los pilares morales e intelectuales que, según el camarada Gramsci, levantan y sostienen a una fuerza dirigente.
Institucionalidad, posibilidades y qué hacer
Cuando el quiebre institucional es tan evidente, nos toca organizar con minuciosidad la resistencia. Es momento de confrontar contra la politiquería irresponsable de las facciones oligárquicas que están a favor y en contra de la enmienda, y que lastimosamente arrastran a dirigencias de un progresismo que se ha vuelto muy conservador y que, según nuestra comprensión, no ha sabido interpretar las diversas expresiones de resentimiento, impotencia y hartazgo del pueblo.
Desde todo punto de vista, oxigenar la institucionalidad podrida y quebrada en el Paraguay es favorecer la continuidad del saqueo, la entrega y la represión. Y lo entendemos así porque la crisis civilizatoria del capitalismo no muestra ninguna perspectiva que permita ubicar la posibilidad de que un gobierno progresista aplique políticas públicas en beneficio de las mayorías. No existen posibilidades porque no se vislumbra mejoramiento de precios de las materias primas, porque la institucionalidad y la racionalidad no muestran condiciones para ajustes tributarios que -sin violencia y terrorismo por parte de las oligarquías- permitan mejor recaudación, porque ni siquiera existen condiciones institucionales para reducir radicalmente la evasión de impuestos. Resulta sumamente doloroso advertir un futuro de mayor violencia, pero es igualmente irresponsable no hacerlo y sembrar ilusiones.
La lumpenburguesía que opera en el Paraguay no tiene condiciones para evitar la represión y el terrorismo. Y el luguismo no tiene posibilidad de erigirse como un proyecto alternativo. Ambas expresiones están atrapadas en los márgenes de la crisis capitalista: la primera embrutecida y sin proyecto superador; la segunda sin desarrollo organizativo y práctico del tejido social para pelear por los cambios reclamados y además con una política de negociación «pragmática» que cae en la ilusión de dirigir al Llanismo oligárquico del PLRA, teniendo en cuenta la realidad organizativa de su movimiento de masas y el carácter indisciplinado, desleal y desprovisto de coraje de Fernando Lugo.
En esta actual crisis, la gran tarea es trabajar con cuidado y detalle en la reconstrucción del tejido social en los movimientos sindical, campesino, estudiantil, barrial, cultural, de pueblos originarios y de diversas expresiones sociales. Ensayar direcciones en nuestros territorios y comunidades, en los sindicatos, en movimientos estudiantiles, priorizando creación y estudio colectivo, autogestión y financiamiento independiente, control popular de los acuerdos, formas colectivas de autodefensa, movilización permanente y aplicación de nuestras propuestas en las comunidades, entre trabajadores y estudiantes. Dotarnos de un sistema de comunicación para difundir nuestras experiencias y propuestas, nuestras denuncias y nuestros proyectos, mostrar el otro país que lo vamos construyendo día a día, lejos del circo politiquero caduco. La construcción de Poder Popular de manera práctica nos viene preparando y nos preparará para dirigir el país y confrontar con la mafia saqueadora, explotadora y terrorista.
En la dialéctica de construcción y disputa de Poder, la construcción de Poder Popular es determinante para derrotar a la oligarquía narcomafiosa. Para lograrlo, nosotros nos estamos ocupando diariamente en el trabajo de base. El Congreso Democrático del Pueblo, aunque embrionario, es la propuesta de lucha más integral, porque combina la teoría y la práctica, lo estratégico y lo táctico, lo particular y lo general, el día a día y el proyecto general, porque considera que la política es un sistema de principios prácticos y sobre todo porque su principal cuidado está en hacer lo que dice, en no mentir.
La Federación Nacional Campesina (FNC) ha venido enfrentando sus crisis y hoy por hoy es la organización del campo popular con mayor prestigio en el país. La FNC, como miembro del CDP, asume el proyecto de Poder del CDP, proyecto que lo estamos discutiendo y practicando permanentemente. Proyecto que sufre aún de importantes limitaciones, porque de hecho, las organizaciones sociales y políticas que componemos el CDP tenemos muchas limitaciones y miserias. La diferencia importante es que hemos resuelto confrontar radicalmente con nuestras limitaciones y miserias, practicando la crítica y la autocrítica, persiguiéndonos para realmente hacer lo que decimos. Nos queda camino para erigirnos en la fuerza dirigente de la Patria Nueva, y al mismo tiempo nos identificamos como germen de la misma.
Es el momento de medirnos en la práctica, de confrontar totalmente con el poder dominante y con esa cultura degradante que hizo que una buena parte de las dirigencias del campo popular caiga en ese conservadurismo que simula luchar por el poder cuando en realidad promueve tan solo la disputa por la administración del poder oligárquico.
La confianza en el pueblo, en su ingenio, en su hartazgo, en su rabia, en su capacidad de cambio, es el combustible y la esperanza de la Patria Nueva. Y nuestra práctica, nuestro qué hacer, será el criterio definitivo de la verdad.
Najeeb Amado. Secretario General del Partido Comunista Paraguayo; miembro de la Coordinación Nacional del Congreso Democrático del Pueblo y miembro de la Sociedad de Economía Política del Paraguay.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.